Vieja Zelanda, Vieja York y otros Viejos de los Nuevos

Hace unos años instalamos un mapamundi con dibujitos en la pared del cuarto de mi hijo mayor. Sobre cada país aparece su bandera y, si cabe, algún monumento típico. La Torre Eiffel, la Sagrada Familia, un guardia montado del Canadá, cosas así. Un buen día Diego Jr. me hizo la pregunta que todo padre teme: «Papá, si hay una Nueva Zelanda, ¿dónde está la vieja?». Y eso es lo que vamos a ver hoy.

Vieja Zelanda

El primer nombre europeo para Nueva Zelanda fue «Staates Land»; se lo puso en 1642 el holandés Abel Tasman, a quién recordarán de otras islas australes como Tasmania, y homenajea al Parlamento Neerlandés. Los cartógrafos que dibujaron los primeros mapas de las islas unos pocos años más tarade, sin embargo, escogieron el nombre de Nueva Zelanda en homenaje a la provincia de Zelanda, una de las doce que hoy componen el país.

Mapa de la provincia de Zelanda, al suroeste de los Países Bajos

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Slow TV. Viajar desde casa a ritmo real

El 1 de enero de 2019 la televisión de la región española de Aragón emitió un programa de cuatro horas de duración titulado «El viaje». La producción consistía en la grabación a tiempo real de una única cámara montada en la locomotora de un tren viajando entre las estaciones de Zaragoza y Canfranc, en los Pirineos. 218 kilómetros en vías sin electrificar, sin más acompañamiento sonoro que el del propio tren haciendo clan clan sobre los raíles. Ni montaje, ni banda sonora, ni narración. Nada. Pese a lo inacostumbrado de la propuesta, un 7% de la audiencia acompañó la emisión, una cifra por encima de los números habituales de la cadena. Fue el primer (y hasta hace un par de semanas único) episodio español de lo que se ha dado en llamar Slow TV, televisión lenta, un fenómeno que apareció hace una década en Noruega y que hace tiempo que colonizó Youtube.

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Ellis Island, el icono de Nueva York que realmente está en Nueva Jersey

Desde 1892 a 1924 la Isla de Ellis se convirtió en el punto donde llegaban todos los inmigrantes que aspiraban a una vida mejor en Estados Unidos. Más de doce millones de personas pasaron por allí venidos en barcos desde Europa. Isaac Asimov, Frank Capra, Rodolfo Valentino, Cary Grant o Max Factor (el de los cosméticos, sí) fueron algunos de ellos. Cien millones de estadounidenses, aproximadamente un tercio de toda la población del país, son descendientes de aquellos que entraron en el país a través de la isla. Ellis Island, por tanto, está fuertemente ligada a la historia de EE.UU, y sobre todo a la de la ciudad de Nueva York. Pero sorprendente la isla no se encuentra en Nueva York, sino en Nueva Jersey.  O al menos casi toda ella. ¿Por qué? Repasemos brevemente la historia del lugar.

Ellis Island1

Vista aérea de Ellis Island, con la Estatua de la Libertad al fondo, en 1994 (fuente)

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El tamaño de las cosas. Y de los planetas

Los mapas comparativos son un clásico de este blog. En su día ya comprobamos cuál es el verdadero tamaño de los continentes, y hace unos meses también le echamos un vistazo al aspecto tendrían los Estados Unidos si los pusiéramos en la Luna. Siguiendo con esta línea cartográfica planetaria, hoy vamos a trasladar algunos objetos estelares a nuestro planeta, y luego haremos lo contrario. Al lío.

Moon-USA Comparison

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El puente internacional más corto del mundo

La Frontera de Estados Unidos y Canadá entre Nueva York y Ontario recorre durante unas cuantas decenas de kilómetros el Río San Lorenzo (Saint Lawrence) en la zona conocida como las Mil Islas o Thousand Islands. En este lugar los agrimensores británicos y norteamericanos que trazaron la frontera allá por el siglo XIX decidieron que la línea de separación de ambos países no tocara tierra y zigzagueara entre las islas, dejando a un lado o a otro de la frontera los distintos islotes y peñascos que componen el archipiélago fluvial. La frontera discurre, supuestamente, entre dos islas extremadamente cercanas conocidas con el nombre de Islas Zavikon. En la isla mayor de las dos se encuentra un domicilio privado, cuyo jardín trasero se encuentra en el islote más pequeño. Entre ambos pedazos de Tierra existe un pequeño puente, que es presentado a los turistas como el puente internacional más corto del mundo.

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Zavikon Island (clic para ampliar) y su presunto puente internacional.

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Una mesa de billar en dos países

Dundee es un pueblo de la provincia canadiense de Quebec, situado justo al norte de Fort Covington, localidad que pertenece al Estado de Nueva York. Entre los dos suman apenas dos mil habitantes. Justo entre ambos se levanta el Taillon’s International Hotel, también conocido como Halfway House, quizá por estar a medio camino entre el Polo Norte y el Ecuador, justo sobre el paralelo 45 Norte. Lo cierto es que el edificio está atravesado de parte a parte por la frontera entre Estados Unidos y Canadá y los propietarios, conscientes de ello, decidieron hacerlo patente en el bar y salón de baile del hotel. Así fue como se podía empezar una jugada de billar en Canadá y terminarla en Estados Unidos.

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Un hombre juega al billar con un pie en Canadá y otro en Estados Unidos, en 1983. © Corbis. Según cuentan, era normal, a principios de los setenta, jugar al pinball (la máquina del millón) con un pie en cada país. Niños y fronteras, nunca cambiarán…

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De Los Ángeles a Nueva York en cuatro minutos

El viaje que hoy traemos aquí es algo viejuno y ya fue ampliamente divulgado en su día, pero no por eso deja de ser fantástico. Grabado mediante time-lapse, el vídeo muestra un recorrido entre Los Ángeles y Nueva York de siete días de duración comprimido en cuatro minutos. Amaneceres, anocheceres, averías, las luces de la ciudad, túneles, lluvia y mucho más caben en este mítico vídeo viajero cuya música, hipnótica, sirve de perfecta ambientación. Si ya lo conocíais, es una buena ocasión para volver a verlo. Y si no, pues a disfrutar.

Time-lapse video of guy driving across the country (Dailymotion, 4:00 mins)

 

Libros: Historias de Nueva York

historias-de-nueva-york

Historias de Nueva York. Enric González. RBA, Barcelona, 2006

Vuelve Enric González a esta sección dominical de libros. Es un tipo por el que tengo absoluta debilidad. No importa cuán menguada esté mi economía; si encuentro un libro suyo, me lo compro. Descubrí a Enric González como corresponsal de El País en Roma, cuando realizaba unas crónicas semanales sobre el Calcio absolutamente geniales. Tiempo después encontré Historias de Londres en mi librería de viajes favorita, a la que tuve que volver unas dieciocho horas más tarde para comprarme las historias neoyorquinas e inyectármelas en vena.

ny1Enric González llegó a Nueva York como corresponsal del diario El País a principios del año 2000. A partir de ahí el libro entero es un recorrido por los distintos aspectos de la historia y el día a día neoyorquinos. Cualquiera que haya pisado la Gran Manzana sabe lo absolutamente dinámica y enfebrecida que puede llegar a ser la ciudad. Los primeros cuatrocientos habitantes de la isla hablaban dieciocho idiomas distintos, pese a provenir todos de Ámsterdam. Hoy en día se dice que se hablan 180 idiomas distintos en las calles de Manhattan. En esas calles, el autor bucea por los bares, hamburgueserías, abrevaderos y tugurios de todo tipo. Como reza la contaportada, «se puede vivir perfectamente sin saber dónde se hacen las mejores hamburguesas de Manhattan». Y es cierto. Pero lo bien que lo cuenta González hace que uno se pregunte cómo ha podido vivir todo este tiempo sin saberlo.

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Pongamos que hablo de Madrid

Allá donde se cruzan los caminos/donde el mar no se puede concebir. Así comienza la famosísima canción de Sabina versionada más tarde por Los Porretas. Rafael Alberti cantó lo que se siente cuando uno es hombre de mar y le toca vivir en el centro de la Meseta, en su fantástico libro Marinero en Tierra. Pero la cosa podría haber sido diferente si hubiera vivido en otra Madrid. Porque la capital de España no tiene mar, pero Madrid sí que lo tiene. Y no me refiero a Valencia como Playa de Madrid, conste.

Escudo de Madrid, Surigao del Sur (click para ampliar)La ciudad de Madrid que tiene mar se encuentra en la isla filipina de Mindanao, y forma parte de la provincia de Surigao del Sur. En la actualidad cuenta con algo más de catorce mil habitantes, y fue originariamente un pequeño emplazamiento con unas pocas casas dispersas perteneciente a Cantilán, ciudad fundada por misioneros españoles en 1851. Su nombre original era Linibunan, que en tagalo significa «Lugar cubierto». No fue hasta 1901, tres años después de la independencia de Filipinas, cuando cambió su nombre y pasó a llamarse como la capital de España. El sacerdote español Paulino García, párroco de Cantilán, propuso cristianizar el nombre del barrio, y qué mejor nombre que Madrid, la capital de la potencia colonial que había cristianizado las islas. El nombre fue aceptado por la población local, y así nació la ciudad de Madrid que tiene mar.

Pero hay más Madrides desparramadas por el mundo. Una rápida visita a la Wikipedia nos desvela otra en Colombia y hasta nueve en Estados Unidos, además de otra ciudad llamada Nuevo Madrid, capital del condado del mismo nombre. Veamos dónde están algunas de ellas, y por qué se llaman así.

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