Fauna del carril bici. Un ensayo antropológico

Hace algo más de tres años me saqué el abono del Bicing, el sistema de alquiler de bicicletas que el Ayuntamiento de Barcelona pone a disposición de los ciudadanos para el solaz y disfrute de, mayormente, la numerosa colonia de estudiantes de Erasmus y diseñadores gráficos de la ciudad. Pese a la habitual ausencia de frenos en los ciclos municipales, desde entonces la práctica totalidad de los trayectos internos dentro de Barcelona capital los hago sobre dos ruedas, y mi estadía diaria en los cada vez más numerosos carriles bici que recorren la ciudad me ha permitido adqurir una experiencia de campo inigualable a la hora de apreciar los ejemplares que allí habitan. Es un conocimiento que debe ser compartido, y por eso, hoy, en Fronteras, tenemos la Guía de la Fauna del Carril Bici.

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Memes y chistes malos geográficos (primera parte)

Los lectores veteranos de este blog, y la gente que tiene la desgracia de conocerme en persona, saben que además de la geografía bizarra y de hacer el vago, mi actividad favorita es contar chistes tan malos que aparecen en el código penal de varios países, y hacer juegos de palabras tan atroces que fueron prohibidos por los Convenios de Ginebra contra la tortura. Así que he pensado que por qué no unir en un mismo lugar los peores chistes imaginables y la mejor geografía disfuncional y arrancarles una sonrisa, o al menos un rictus de horror, a los lectores de esta santa casa. Que ustedes lo disfruten.

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Números en el aire; el misterio de las estaciones numéricas

En la Nochebuena de 1906 los operadores de radio de algunos barcos en el Océano Atlántico Norte recibieron a través de sus auriculares algo que nadie antes había podido escuchar. Un hombre tocaba un villancico al violín; un fonógrafo reproducía una canción popular; finalmente, el mismo hombre leía algunos pasajes de la Biblia antes de dar las buenas noches y desear Feliz Navidad. Se trató de la primera retransmisión pública radiofónica de la historia; nunca antes la voz humana había sido esparcida de esa manera tan indiscriminada, para cualquiera que pudiera estar escuchando. A todos los efectos era poco menos que magia; la magia de la radio se convertiría en un lugar común en las siguientes décadas, cuando la aparición de las primeras emisoras comerciales en 1920 cambiase para siempre la manera de transmitir la información. La idea de que una voz pudiera alcanzarnos allá donde estuviéramos sin importar la distancia ni el origen era extremadamente poderosa y sugerente. De repente los seres humanos ya no estaban solos ni aislados; la música podía entrar en el salón de casa, igual que las noticias, las ideas o la comedia. Era, simplemente, mágico. Más de cien años después, la radio sigue conservando una pequeña parte de ese atractivo primigenio, casi pretecnológico, que tenía cuando nació. Pero hay un modo de devolvernos a esa época temprana de la radio, cuando las ondas hertzianas eran una fuerza misteriosa e invisible que nos transportaba más allá de nuestros límites físicos. Una manera de sentir lo mismo que aquellos operadores de radio en mitad del Atlántico cuando en vez de puntos y rayas escucharon una voz humana atravesar la oscuridad. Con un receptor de onda corta podemos escuchar a gentes situadas en la otra punta del mundo, y, todavía mejor, hablarles también. Pero a veces quien está al otro lado no acepta respuestas. En ocasiones el mensaje que nos llegará a través de las ondas será incomprensible, pero igual de evocador que las primeras emisiones radiofónicas, si no más. En todo el mundo existen emisoras de radio que sólo emiten interminables filas de números, una y otra vez. Larguísimas series de cifras carentes de sentido. Salvo que en realidad no carecen de sentido, somos nosotros que no disponemos de la clave para descifrarlas. Hoy en Fronteras, el misterio de las estaciones numéricas.

Estación numérica norteamericana captada en febrero de 2019

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Cien temas que probablemente bailaste en los noventa (décima parte y FIN)

Esta es la última parte de un viaje musical de casi diez años acerca de una de las obsesiones enfermizas del autor de este blog: la música dance de los noventa. Para leer las entregas anteriores pincha en los correspondientes enlaces:

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En una discoteca hay dos clases de hombres. Los hombres de barra y los hombres de pista. Y cada uno de ellos debería respetar el territorio del otro. Yo, por supuesto, nunca lo hice. Mi forma de bailar se parece más a una electrocución durante un ataque de epilepsia que a cualquier tipo de danza conocida por el ser humano, y en la barra mi yo de dieciocho años era capaz de derribar sin inmutarse a maromos que me cuadruplicaban en peso, pero aún así siempre pasé mucho más rato en la pista que en la barra. En parte por una cuestión económica, en parte por carencia absoluta de vergüenza, y también, por qué negarlo, porque la ingesta alcohólica tenía como efecto secundario la firme creencia de que mis espasmos y estertores podían ser confundidos con alguna habilidad motora. El caso es que me lo pasé muy bien bailando entre, pongamos, 1992 y 2008, fechas que marcan mi entrada en la adolescencia y el final de la misma, ya con 29 años. Todo este larguísimo recopilatorio de 8 años, cien canciones y más de veinte mil palabras no es más que un homenaje a mi propia adolescencia y juventud, un canto del cisne de un cuarentón que ve venir la inevitable cuesta abajo y decadencia y ha decidido dejar para la posteridad un recuerdo emocionado de aquellas larguísimas noches dándolo todo en discotecas de extrarradio, bares pijos, raves al aire libre o el jardín con piscina de la casa de algún amigo. Así que ya hemos llegado al final de este viaje musical. Cien canciones, y quizás otras cien que merecían estar pero que dejé fuera porque, bueno, doscientas canciones son demasiadas. Fronteras regresará dentro de unos días a su programación habitual de límites internacionales, lugares remotos y pueblos abandonados en mitad del desierto con ocasionales incursiones en toponimia escatológica. Pero antes, por última vez, aquí va mi homenaje a algunos temazos que nos hicieron botar como enloquecidos en aquellas fiestas noventeras. ¡Todo el mundo a hacer Potrom Potrom!

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Noventa temas que probablemente bailaste en los noventa (novena parte)

Esta es una recopilación siempre en marcha de una de las obsesiones enfermizas del autor de este blog: la música dance de los noventa. Para leer las entregas anteriores y la posterior que cierra la serie pincha en los correspondientes enlaces:

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Esta es la novena y penúltima parte de este titánico repaso a los grandes éxitos de la música de baile de los noventa. La primera de las nueve entradas dedicadas a este nicho específico músicotemporal es la más visitada de las más de quinientas que se han publicado en este rincón fronterizo; más de un cuarto de millón de lecturas hasta hoy, y no todas son mías. Así las cosas, he querido estirar el chicle hasta los cien pelotazos. Porque yo lo valgo. Esta interminable serie se inició con una anotación que pretendía ser la primera de sólo 2, y fue publicada en diciembre de 2011. Ha sido por tanto un viaje de poco más de ocho años, casi la misma duración de la década que pretendía diseccionar. No voy a negar que he disfrutado muchísimo escribiendo esta larguísima serie, entre otras cosas porque me ha permitido poner musicote a todo volumen y decirle a mi indignada esposa con mi mejor cara de no haber roto un plato que me estaba documentando para el blog. No, yo tampoco sé cómo me aguanta. Seguir leyendo

¿No tienes un dique seco a mano? Te prestamos un barco para que subas encima tu crucero de 300 metros de eslora

El BOKA Vanguard es un buque semisumergible especializado en transporte de grandes cargas. Se suele usar, como la mayor parte de los de su clase, para transportar plataformas petrolíferas desde el dique seco donde se construyen hasta su ubicación sobre el depósito de petróleo o gas natural correspondiente. Lo que lo hace especial es que es el más grande de su tipo jamás construido: 275 metros de eslora, 80 de manga y 110.000 toneladas de desplazamiento, que vienen a ser lo que pesan la Torre Picasso, noventa mil Volkswagen Golf o la totalidad de la población de la ciudad de Barcelona, por hacer comparaciones enloquecidas. El pasado sábado el Vanguard sirvió de dique seco al Carnival Vista, un crucero de 325 metros de eslora de la Carnival Cruise Line basado en Galveston, Texas, y que suele hacer rutas caribeñas de una semana visitando lugares como Aruba o Jamaica.

Boka Vanguard loading Carnival Vista (Royal Boskalis)

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El mejor gol de la historia

En 1966 Ceuta era probablemente la ciudad más aislada de España. Contaba ya con más de setenta mil habitantes y estaba situada a apenas quince kilómetros del resto del país, pero esos quince kilkómetros bien podrían tratase del Océano Atlántico entero cuando el último barco se marchaba cada noche, o cuando arreciaba el temporal y los ferris se quedaban amarrados en el muelle de Algeciras, dejando al enclave español a su merced. En esa Ceuta donde todo el mundo hacía la mili y en la que nadie había escuchado hablar de alambres de espino en la frontera vino al mundo Mohamed Ali Amar. Su nombre probablemente no le diga nada al lector, pero su historia sí. Al fin y al cabo nuestro protagonista de hoy marcó el mejor gol de la historia del fútbol: el gol de Nayim.

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80 temas que probablemente bailaste en los noventa (octava parte)

Esta es una recopilación siempre en marcha de una de las obsesiones enfermizas del autor de este blog: la música dance de los noventa. Para leer las entregas anteriores pincha en los correspondientes enlaces:

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71.- Los del Río – Macarena (1996)

Esta es la octava entrega de un recopilatorio eterno de música de baile de la década de 1990. Vamos, pues por ochenta canciones reseñadas. Si hubiera que eliminar 79 y dejar sólo una, sería, sin la menor duda, esta. Es difícil describir hasta que punto el verano de 1996 en prácticamente todo el mundo (excepto, curiosamente, España) se convirtió en el verano de la Macarena. Números 1 en toda Europa, Estados Unidos y Australia, decenas de millones de discos vendidos, y ni un solo evento, grande o pequeño, sin la Macarena y, especialmente, su baile. Porque fue el baile lo que hizo que de Estados Unidos a Finlandia, de Canadá a Holanda y del Reino Unido a Australia aquel verano la Macarena fuera la banda sonora del mundo. Para cuando se hicieron millonarios Los del Río llevaban treinta años ganándose los garbanzos de escenario en escenario por toda Andalucía, España y también por los países de habla hispana. Habían lanzando Macarena en 1993, en una versión rumbera que se alzó como canción del verano en España y tuvo bastante recorrido en América. En 1995 su compañía fue absorbida por la multinacional RCA y un productor de la discográfica sintió un extraño gusanillo en su interior. Intuición, llamémosle. Agarró la canción, le añadió unos samples más sencillos que el mecanismo de un botijo, le asestó una pista en inglés y grabó un vídeo con una coreografía indigna ejecutada por supermodelos. Y, como se dice en el argot técnico, lo petó. Pero a lo grande además. La versión de los neoyorquinos Bayside arrasó en México primero, en Miami después y en todo Estados Unidos y el mundo anglo acto seguido. Lo que vino después es conocido por todos. El equipo norteamericano de Gimnasia Rítmica de los Juegos Olímpicos de Atlanta bailando a Los del Río en la ceremonia de clausura, Hillary Clinton extasiada con la Convención del Partido Demócrata haciendo los cuatro movimientos de la danza, el estadio de los Yankees de Nueva York puesto en pie al ritmo de unos cincuentones de Sevilla, karaokes, discotecas, pachangas, fiestas en la playa de todo el país, todas ellas marcadas por un bailecito que en Forocoches no dudarían en calificar como «demigrante«. Macarena se pasó nada menos que catorce semanas consecutivas en el número 1 del Billboard, hito a día de hoy sólo superado por Mariah Carey y por el inevitable Despacito de Luis Fonsi. La melodía pegadiza de los andaluces está en el top 10 histórico de la lista estadounidense y todavía un cuarto de siglo después les sigue proporcionando a sus autores periódicamente chorros de dólares en forma de derechos de autor. No ha habido ningún artista español que llegara tan lejos de una forma tan explosiva. Salvo, bueno, Las Ketchup. Pero por suerte para vosotros aquello sucedió en la siguiente década. Seguir leyendo

Setenta temas que probablemente bailaste en los noventa (séptima parte)

Esta es una recopilación siempre en marcha de una de las obsesiones enfermizas del autor de este blog: la música dance de los noventa. Para leer las entregas anteriores pincha en los correspondientes enlaces:

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61.- U96 – Love sees no colour (1993)

U 96 son un grupo alemán de música electrónica fundado en Hamburgo en 1991. Su primer y mayor éxito, Das Boot, fue una versión del tema de los créditos de la película de 1981 del mismo nombre. El submarino de esa película es del tipo U96, y de ahí el curioso nombre del proyecto. A lo largo de su carrera han tocado todos los palos de lo electrónico; algunos de sus temas recuerdan a los primeros de Kraftwerk y otros a lo peor de los Aqua. Este está más cerca de lo segundo, pero la influencia de lo experimental es bien visible. O audible. Love Sees No Color, como decíamos, es el conato más eurodancero de los hamburgueses y llegó al top 10 de media docena de países, además de ser distribuido en muchos recopilatorios de fin de año. U96 siguen en activo; en junio de este mismo año han lanzado al mercado su último disco: Reboot.

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