Islas
Los países que no reportaron ni un solo caso de Coronavirus en el año de la pandemia (y el precio que pagaron por ello)
Dos mil veinte pasó a la historia como el año de la pandemia, o el año del Coronavirus. No ha habido ningún otro año desde la Segunda Guerra Mundial tan marcado por un único acontecimiento a nivel planetario, que haya afectado a tantos países, tantos sectores y tantas personas simultáneamente. Con todo, hay varias naciones que, un año después del comienzo de la pandemia, siguen sin reportar un único caso de Coronavirus. ¿Cómo lo han hecho? Vamos a echar un vistazo.

La Isla Fantasma que le quitó la Antártica al Ecuador
Una vez más el trasero de este incompetente bloguero se ve salvado por la colaboración de uno de sus escasos, pero no por ello menos inmerecidos lectores. En esta ocasión Francisco Bustamante nos deleita con la historia de la Antártica Ecuatoriana, una reclamación bastante bizarra que tuvo un final no menos sorprendente. Que ustedes la disfruten
Las fronteras de la Antártica (o Antártida si lo prefieren) son de por si bastante curiosas, y solo pueden compararse a cortar trozos de un gigantesco pastel blanco que se deshace día a día. Hoy en día los reclamos están congelados por el Tratado Antártico, un legado de la guerra fría que ha permitido que no se haya destruido ni explotado a gran escala el continente blanco. Otra cosa es la historia de las reclamaciones de pedazos de ese pastel helado; algunas pocas quedaron protegidas por el tratado, pero otras, las más, quedaron olvidadas en el anecdotario de la historia. Allí está Nueva Suabia, y por supuesto, la famosa Antártida Ecuatoriana. Ahora bien, Ecuador es un país tropical, tierra de plátanos y tortugas, a mucha honra. ¿Qué tiene que ver con continente antártico?
¿Cómo se divide el deporte en las Islas Británicas?
Las Islas Británicas (Gran Bretaña e Irlanda) fueron en el siglo XIX la cuna de algunos de los deportes más populares del mundo, como el fútbol, el crícket y el rugby. Fruto de ese hecho, el Reino Unido no suele aportar una selección a los campeonatos internacionales, sino hasta cuatro. Los primeros partidos internacionales se disputaron entre los países que formaban parte entonces del Reino Unido: Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda, que en los años veinte del siglo pasado sería dividida entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Pero no en todos los deportes ni en todas las competiciones el sistema funciona igual.
Vieja Zelanda, Vieja York y otros Viejos de los Nuevos
Hace unos años instalamos un mapamundi con dibujitos en la pared del cuarto de mi hijo mayor. Sobre cada país aparece su bandera y, si cabe, algún monumento típico. La Torre Eiffel, la Sagrada Familia, un guardia montado del Canadá, cosas así. Un buen día Diego Jr. me hizo la pregunta que todo padre teme: «Papá, si hay una Nueva Zelanda, ¿dónde está la vieja?». Y eso es lo que vamos a ver hoy.
Vieja Zelanda
El primer nombre europeo para Nueva Zelanda fue «Staates Land»; se lo puso en 1642 el holandés Abel Tasman, a quién recordarán de otras islas australes como Tasmania, y homenajea al Parlamento Neerlandés. Los cartógrafos que dibujaron los primeros mapas de las islas unos pocos años más tarade, sin embargo, escogieron el nombre de Nueva Zelanda en homenaje a la provincia de Zelanda, una de las doce que hoy componen el país.
Bougainville, ¿y ahora qué?
En noviembre y diciembre del año pasado la población de la isla de Bougainville votó en un referéndum para lograr la independencia de Papúa-Nueva Guinea. El resultado, anunciado el pasado 22 de diciembre, fue un aplastante 98% a favor de la independencia que deja pocas dudas acerca de la voluntad de los habitantes de la región. El referéndum, sin embargo, era no vinculante, lo cual obliga a los gobiernos de Puerto Moresby y Buka a negociar las condiciones de la separación, y al parlamento papuano a aprobar el acuerdo resultante. El proceso puede llevar meses o años, e incluso no acabar en una independencia formal: en el siglo XXI las independencias son más complicadas de lo que parece

Despegar en 2020, aterrizar en 2019. Los vuelos de nochevieja que viajan en el tiempo
El 30 de diciembre de 2009, hace hoy justo diez años, se celebró en Samoa el día que no existió. Para ajustar su fecha con la de sus principales socios comerciales (Australia y Nueva Zelanda) el pequeño país insular se saltó aquel día, y después del 29 de diciembre vino el 31 del mismo mes. Al hacerlo sucedieron dos cosas: una, que Samoa se convirtió en el país que más pronto recibe cada día (y por tanto cada año), y dos, que Samoa Americana, un archipiélago perteneciente a Estados Unidos situado a 100 kilómetros al este, quedó con una diferencia horaria de nada menos que 25 horas (24 en el invierno austral). Es decir, Samoa y la Samoa Americana viven permanentemente en dos días distintos (y durante una hora al día, con dos fechas de diferencia). Esto hace que tomar un vuelo de una a otra suponga necesariamente cambiar de fecha, puesto que la línea de cambio de ídem pasa justo entre los dos países. Es una manera muy buena de celebrar dos veces el propio cumpleaños. Si el vuelo se toma el 1 de enero desde la Samoa independiente, el cambio no es sólo de fecha sino también de año: la fecha del aterrizaje es un día anterior a la del despegue, de manera que se despega en 2020 y se aterriza en 2019. Uno puede celebrar dos cotillones con barra libre consecutivos, y con suerte sobrevivir para contarlo. Pero el viaje entre las dos Samoas no es la única manera de viajar en el tiempo. Hoy en Fronteras vamos a repasar todos los vuelos que despegarán el 1 de enero de 2020 y aterrizarán el 31 de diciembre de 2019.
Bougainville, ¿el miembro número 194 de Naciones Unidas?
Hoy, sábado 23 de noviembre, ha dado comienzo el esperado Referéndum de Independencia de Bouganville, a través del cual la actual región autónoma de Papúa-Nueva Guinea podría alcanzar su independencia. La pregunta que los bouganvillanos deben responder es: «Usted desea que Bouganville obtenga: a) Más autonomía b) La independencia. El plebiscito durará dos semanas, y se celebrará por regiones y municipios en vez de simultáneamente, por la extrema dificultad logística de llevar a cabo una consulta en un país eminentemente rural con cerca de un 50% de analfabetismo entre la población adulta. Las pocas encuestas que se han realizado predicen entre un 75 y un 90% de voto favorable a la independencia, pero incluso si se diera el caso más favorable, eso no significaría automáticamente la independencia, al tratarse de un referéndum no vinculante. La última palabra la tendrá el gobierno de Port Moresby. Y más allá todavía: en caso de obtener finalmente la independencia, el futuro de un país extremadamente pobre de apenas 200.000 habitantes no sería precisamente sencillo.

Los últimos territorios que fueron comprados en el mundo
El pasado 17 de agosto, en pleno desierto noticioso estival, nos desayunamos con la noticia de que Donald Trump, presidente de Estados Unidos, había propuesto a miembros de su equipo la compra de Groenlandia. No era la primera vez que un presidente norteamericano se planteaba dicha adquisición, ya lo hicieron en 1946 y la respuesta danesa también fue negativa. El interés estratégico de Estados Unidos (o de cualquier otro país, ya puestos) en Groenlandia es evidente en plena batalla por el Ártico y sus recursos, pero la razón última por la cual un presidente de Estados Unidos filtra una información así es asunto de los trumpólogos y otros comentaristas políticos. En 2019 es difícil, por no decir imposible, transferir la soberanía de un país a otro simplemente entregando un cheque con el suficiente número de ceros. Las compras de tierra son habituales (una empresa de Corea del Sur posee la mitad de la tierra cultivable de Madagascar, por ejemplo), pero los intercambios de territorios por dinero contante y sonante son algo del pasado. Tanto es así que hace más de sesenta años de la última vez que sucedió, y ha sucedido menos de una decena de veces en los últimos dos siglos. Repasemos la lista de los últimos territorios que trasladaron su soberanía a cambio de un puñado de billetes

Los túneles submarinos de las Islas Feroe
El sistema de carreteras de las Islas Feroe no parecería a simple vista demasiado interesante. Situadas a una distancia parecida de Islandia, Noruega y las escocesas Islas Shetland, sus poco más de cincuenta mil habitantes se distribuyen en 17 islas habitadas, concentrando las dos más pobladas unos dos tercios de la cifra total de faroeses, que ascienden a casi el 98% si añadimos a la cuenta las cinco siguientes islas en la lista de las más pobladas. Sumémosle a la escualidez demográfica el terreno irregular y montañoso, el clima desapacible con doscientos días de lluvia al año, generalmente acompañada de fuertes vientos y, en general, el hecho de estar a trasmano de todo, y tendremos un lugar con pésimas comunicaciones por carretera. Sólo que en realidad no es así. Las carreteras de las Feroe serían la envidia no ya de cualquier otro archipiélago o isla con una población similiar sino de muchos países enteros. Acompáñame, querido lector, en este viaje a las profundidades feroesas.
