Transfăgărășan, osos y pantanos. La carretera más bonita de Europa

Yo no había escuchado antes ese sonido. Nunca. Los dos móviles que llevaba encima empezaron a emitir de forma simultánea un zumbido aterrador, un tono de alarma desconocido que me puso en tensión de manera instantánea. Asustado, detuve el coche y leí el mensaje en la pantalla de uno de los aparatos. Esperaba encontrar un aviso de ataque nuclear o de impacto inminente de meteorito, pero el texto, en rumano e inglés, era algo más mundano: alertaba de osos en la zona. Aliviado dejé el móvil en el asiento del copiloto y me dispuse a arrancar de nuevo; repentinamente entendí la necesidad del aviso. El escalofrío me bajó por la columna vertebral y me erizó hasta el último pelo del cuerpo. Nunca había visto un oso de cerca en mi vida. Ese día me iba a hartar.

Por poco me da un infarto.

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Australian Big Things, las atracciones de carretera absurdas de las cunetas y áreas de servicio australianas

Australia es famosa por ser el hogar del 90% de las cosas venenosas del mundo; su eslógan no oficial es «donde todo quiere matarte«. Todo en Australia es superlativo, las distancias, las superficies, la fauna, la flora y las cosas que construyen en mitad del campo. Y las cunetas de sus carreteras no podían ser menos. Las carreteras australianas son memorables por muchas razones, no pocas de las cuales están relacionadas con su desmesurada longitud, su no menos descomunal aislamiento y por lo legendario de algunos de los lugares que atraviesa. Pero en los márgenes de las interminables cintas de asfalto del Down Under encontramos auténticos tesoros. Una larga serie de esculturas entre lo pop y lo kitsch saludan a los viajeros con sus vivos colores y sus extravagancias, generalmente con la intención de hacer que el automovilista o camionero detenga su máquina y se gaste unos pocos dólares en el lugar. Con el tiempo las esculturas, dispersas por todo el inmenso territorio australiano, devinieron en objetos de culto y veneración entre los friquis del lugar, y fueron denominadas conjuntamente como Big Things, o Cosas Grandes. Hoy vamos a ver las mejores Cosas Grandes de Australia. 

En Australia todo puede matarte, pero lo primero que murió fue el buen gusto

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Viaje a Madha y Nahwa, el huevo frito fronterizo del desierto

Capítulos anteriores: Abu Dabi | Kuwait | Dubái

Nuestro Nissan Sunny de alquiler no estaba ni remotamente preparado para esas pistas de tierra y grava en mitad de la nada. Un grupo de cuatro todo terrenos nos adelantó y nos preguntamos qué hacer, si merecía la pena continuar. No teníamos permiso para estar en el país, no teníamos cobertura en el móvil, la probabilidad de pinchar un neumático era demasiado elevada como para ignorarla, y frente a nosotros había una cuesta abajo vertiginosa que finalizaba en un arroyo que habría que vadear con nuestro automóvil de tracción delantera. Quizá era un buen momento para darse la vuelta. Quizá era la decisión más lógica y sensata. Nos miramos, e inmediatamente decidimos: «Hemos venido a jugar». Bienvenidos a Madha y Nahwa, los enclaves fronterizos del desierto

Hasta el infinito y más allá

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La carretera tan aburrida que puedes jugar al Trivial Pursuit mientras conduces

Todo en Australia es superlativo. Los bichos son más venenosos, las moscas son más numerosas y las carreteras son más, mucho más largas que en la mayor parte de los países del mundo. Pero aunque es posible encontrar carreteras igual de largas en otros lugares, lo verdaderamente difícil es encontrarlas tan vacías y aburridas. Cruzar el Outback en cualquier dirección supone un par de días de viaje como poco, atravesando una ingente, enorme, descomunal cantidad de nada en absoluto. Para evitar que los conductores se queden dormidos y se salgan de la carretera, hace unos años el Departamento de Transporte de Queensland tuvo la idea de instalar carteles con preguntas y respuestas estilo Trivial Pursuit en una de las carreteras del Estado

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Martelange, el pueblo de las gasolineras

La Ruta Nacional 4 de Bélgica fue durante décadas la única carretera que unía Bruselas con las Ardenas, y por ende con la provincia de Luxemburgo y el país independiente homónimo. El camino fue roturado por los neerlandeses antes de la Revolución Belga, allá por los años 20 del siglo XIX, y hasta los años setenta fue la principal vía de comunicación de la región de Valonia. La mayor parte de la carretera es una típica autovía con dos carriles por sentido, pero en algunos pueblos queda reducida a la categoría de lo que en España llamamos carretera general, cruzando el centro del pueblo como si de la calle mayor se tratara. En la travesía de Martelange, una localidad de poco más de 1.800 habitantes situada a un par de horas en coche de la capital y a apenas 20 km de Bastoña, se produce un fenómeno curioso en la carretera. A lo largo de un kilómetro se suceden las gasolineras, la siguiente pegada a la anterior, sin solución de continuidad. Pero sólo en uno de los costados de la carretera, en el otro una sucesión de anodinas casas de dos pisos con tejado de pizarra a dos aguas alojan a algunos de los habitantes del pueblo. ¿Por qué esta proliferación de estaciones de servicio? Porque la cuneta de la carretera es una frontera internacional.

Martelange 1
Gasolineras en Margelange (Reddit). La carretera y los edificios de la derecha son belgas. La «Maison Rouge» y todo lo que hay en su lado de la carretera es luxemburgués.

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Road Trains: las bestias del asfalto

El típico tráiler con remolque que podemos ver en cualquier autopista española o continental es un mastodonte de 16 metros y medio de largo y hasta 40 toneladas de peso. A eso en Australia lo llaman furgoneta. En la legislación europea un tren de carretera es un camión rígido con un remolque enganchado, que mide unos 19 metros de largo. Australia a eso lo llaman Citröen Berlingo. Lo típico que te alquilas para una mudanza. Los «vehículos largos» australianos consisten en un tráiler con remolque y otro remolque igual detrás, o un camión rígido con dos remolques (los llaman B-Doble y B-Triple). Miden hasta 36 metros de largo y pueden pesar 83 toneladas. Pero siguen sin ser trenes de carretera. Un tren de carretera es una mole de 53 metros de largo, hasta 200 toneladas de peso, que necesita dos kilómetros de autopista para detenerse y que consume un litro de combustible cada kilómetro. Auténticas bestias sobre ruedas.

Ciento veinte mil litros de gasolina a domicilio, oigan (Leila L. | Flickr)

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Trans Taiga, la carretera del fin del mundo

Existe una carretera que partiendo de ningún sitio, termina en medio de ninguna parte. Tiene 666 kilómetros de largo y la única manera de salir de allí una vez has entrado es volver sobre tus propias huellas. Si te atreves a recorrerla, es muy probable que no te encuentres con nadie por el camino. En realidad, si por azar te cruzas con alguien es muy probable que desees no haberlo hecho. Y si tienes un problema mientras la recorres tus posibilidades de supervivencia, lamento decirlo, son más reducidas de lo que te gustaría escuchar. Es, posiblemente, la carretera más solitaria y aislada del planeta Tierra. La carretera Trans Taiga.

Axel Drainville | Flickr

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De costa a costa en poco más de 24 horas: Cannonball, el rally ilegal más grande del mundo

En 1903 Horatio Nelson Jackson apostó 50 dólares con un amigo a que podía viajar de San Francisco a Nueva York en coche en menos de tres meses. Tardó dos meses y cinco días, y para ganar esos cincuenta dólares se gastó algo más de ocho mil. Fue el primer viaje en coche costa a costa, el primer road trip de la historia, un récord absoluto para la época en un país que, como el resto del mundo, carecía de cualquier tipo de infraestructura viaria para la circulación en largas distancias. Aquel viaje fue el primero, pero a lo largo del siguiente siglo y pico millones de personas han recorrido el mismo trayecto en uno y otro sentido. Y algunos han querido ser los más rápidos en hacerlo. Esta es la historia de la Cannonball, la carrera no oficial, y manifiestamente ilegal, para recorrer Estados Unidos de costa a costa.

Run, Lola, run

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Los Grateful Dead y por qué la gente roba hitos kilométricos en las carreteras de Colorado

¿Qué tienen que ver el Departamento de Carreteras del estado de Washington y los fumadores de marihuana? ¿Cuál es la relación entre ese canuto que te estás liando, so golfo, y el kilómetro 676 de una autopista cualquiera en Colorado? ¿Por qué una quedada de escolares en 1971 ha derivado en el robo sistemático de señales de tráfico en la segunda década del siglo XXI? Son muchas preguntas, pero todas ellas nos llevan a este hito kilométrico en Colorado: la milla 419,99 de la Interestatal 70.

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Los túneles submarinos de las Islas Feroe

El sistema de carreteras de las Islas Feroe no parecería a simple vista demasiado interesante. Situadas a una distancia parecida de Islandia, Noruega y las escocesas Islas Shetland, sus poco más de cincuenta mil habitantes se distribuyen en 17 islas habitadas, concentrando las dos más pobladas unos dos tercios de la cifra total de faroeses, que ascienden a casi el 98% si añadimos a la cuenta las cinco siguientes islas en la lista de las más pobladas. Sumémosle a la escualidez demográfica el terreno irregular y montañoso, el clima desapacible con doscientos días de lluvia al año, generalmente acompañada de fuertes vientos y, en general, el hecho de estar a trasmano de todo, y tendremos un lugar con pésimas comunicaciones por carretera. Sólo que en realidad no es así. Las carreteras de las Feroe serían la envidia no ya de cualquier otro archipiélago o isla con una población similiar sino de muchos países enteros. Acompáñame, querido lector, en este viaje a las profundidades feroesas.

Hvannasundstunnilin (túnel de Hvannasund), casi tres kilómetros de carril único sin ningún tipo de iluminación

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