Túneles, soldados y trampantojos. Viaje a la frontera de Corea del Norte, el último límite de la Guerra Fría

Orota, nuestra guía, oscureció el gesto mientras nos explicaba las estrictas normas para acceder al túnel. Seria como un cadáver, nos instruyó: nada de móviles ni cámaras, obligatorio llevar casco, no salirse de la fila, obedecer las órdenes y no acceder si se padece de claustrofobia. Dos de los integrantes de la expedición decidieron no arriesgarse y se quedaron fuera. El resto nos dispusimos a descender a las profundidades de la frontera coreana, el último vestigio de la Guerra fría.

Aquí, sufriendo

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La última frontera privada de Europa

Para llegar a Cedillo hay que ir a Cedillo. El pueblo está en el extremo occidental de la provincia de Cáceres, en un saliente de territorio español que, colgado del Tajo, se adentra decenas de kilómetros en Portugal. Para llegar allí hay que recorrer la carretera 374 de la Junta de Extremadura, que atraviesa 35 kilómetros de dehesas donde se cría el cerdo ibérico, entre alcornoques y quejigos. Cedillo no está de camino a ninguna parte, la única manera de salir de allí es por donde se ha venido. Salvo los fines de semana. Los sábados y los domingos se puede cruzar sobre la presa que lleva el nombre del pueblo y adentrarse en tierras portuguesas. Porque la frontera, en Cedillo, tiene un dueño, que la abre y la cierra cuando considera oportuno.

Poniendo los puntos sobre las Oes

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Un coche cae por un terraplén en Uruguay y acaba en Brasil

¿A quién no le ha pasado alguna vez? Arrancar el coche pensando que ha puesto la marcha atrás y que en realidad el coche esté en segunda y salga dando un bote hacia adelante. Lo que es más infrecuente es que eso suceda justo al borde de un terraplén, y aún menos habitual es que ese terraplén en particular forme parte de una frontera internacional.

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Coto Mixto, la república más pequeña del Mundo que estaba entre España y Portugal

En lo que hoy es Galicia existió durante siglos un territorio independiente que no formaba parte ni de España ni de Portugal. Sus habitantes tenían privilegios que los pueblos de alrededor sólo podían soñar, podían elegir su nacionalidad y escogían a sus representantes a través de uno de los primeros ejemplos de democracia directa conocidos en la Península Ibérica. Fueron independientes durante por lo menos setecientos años, pero apenas queda memoria de ello. Hoy, en Fronteras, el Coto Mixto.

Couto Misto en un mapa de 1863

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Colombia, Perú, Brasil: viaje a la Triple Frontera del Amazonas

A veces tengo poco tiempo para escribir y aprovecho para que sean los lectores los que me hagan el trabajo sucio. En esta ocasión nada menos que Christian Macías, un tipo que por poco no es más joven que este blog y que lleva acampando por aquí desde que tenía (él, no el blog) doce años. Hace como medio año me envió este texto, pero mis proverbiales vagancia e incapacidad han ido posponiendo su publicación hasta hoy. En mi defensa diré que la longitud original del texto era equiparable a la del propio río Amazonas. En todo caso, cualquier mérito del mismo es de su autor, y cualquier demérito, del editor de las tijeras. ¡Que ustedes lo gocen! 

Introducción

Mi nombre es Christian Macías, y al momento de escribir estas líneas mi edad sobrepasa el cuarto de siglo. Soy lector de Fronteras desde 2009 (como les cuenta el dueño de esta disco en una entrada anterior). Probablemente descubrí este espacio en alguna noche veraniega (austral) buscando información sobre algunos de esos fenómenos que bien han sabido ponerle nombre por acá: límite, enclave, metaenclave, territorio en disputa… En definitiva, llegué acá para confirmar que había otra gente a la que le surgían las mismas inquietudes que a mí, lo cual para un nene de doce años era ciertamente sorprendente. A lo largo de más de una década pude leer y aprender sobre todo tipo de lugares, algunos que finalmente visité, como el apasionante caso de la isla caribeña de San Martín, donde uno puede asolearse y meterse arena en lugares impensados luego de sufrir un jetblast en Maho Beach y diez minutos después saltar entre la única frontera entre Francia y los Países Bajos. En definitiva, experiencias que sólo disfrutamos los que tenemos algún tipo de desorden mental. Hasta que un día, allá por el 2021, en plena pandemia y brote de la variante Delta del covicho, armé un viaje a uno de los pocos países europeos que aceptaba turistas vacunados, de cuando ser vacunado todavía era algo inusual, y terminé eligiendo el país y la ciudad donde habita el dueño de esta secta, y no se me ocurrió mejor idea que escribirle. Recuerdo que no sabía muy bien cómo encarar el tema (más fácil me parecía mandarle una carta a Xi Jinping). Fui al grano y me presenté como un lector que quería conocer al autor del blog que había pasado la mitad de su vida (literalmente) leyendo. Una suerte de meet & greet, pero sin sorteo por Instagram. Encima lo mandé vía DM de Twitter. Pese a todo, a los días respondió con un qué alegría leerte (subtexto: qué miedo) y, luego de asesorarse bien con la CIA, me terminó pasando su celular y marcamos para encontrarnos en su restaurante favorito en Barcelona.

Nota de Diego: mi restaurante favorito de Barcelona es La Taberna del Cura, Post no patrocinado

No sé cómo se lo imaginan ustedes al Diego, pero si se ríen leyendo sus ocurrencias, imagínense en persona. Ese no fue el único encuentro de la semana, puesto que un par de días después también le pude escuchar el mismo acento, pero en inglés, que es algo así como escuchar un cover de Sandaru Sathsara. Lo cierto es que pasamos tremendamente bien y quedé en que algún día le regalaría una entrada sobre algún viaje con bastantes tintes fronterizos. Una acción en honor a la amistad, el encuentro y todo lo bueno que me aportó este lugar, De agosto de 2021 a esta parte pasaron muchas cosas, entre ellas la chance de conocer a Coke y al Sr. Mapache (integrantes de oro de este grupo de autoayuda transnacional), y pude realizar un par de viajes más que me dieron el empuje final para completar estas líneas que vienen a continuación. Diego, perdón por irme por las ramas, creo que igual esto ya te lo veías venir. A los demás: que disfruten así como disfruté yo de todo este proceso. Agarren mate y termo que empezamos. Seguir leyendo

Åland, el archipiélago sueco de Finlandia, la frontera más absurda de la Tierra, y el champán más caro del mundo

Justo a la entrada del Golfo de Botnia, a medio camino entre Suecia y Finlandia hay un archipiélago que pertenece a los segundos pero donde únicamente se habla el idioma de los primeros. A pesar de contar con poco más de 30,000 habitantes, el territorio tiene su propio parlamento, bandera, fiscalidad y leyes, que se aplican sobre las más de 6700 islas que lo componen. Åland es un lugar muy peculiar dentro del orden político europeo e internacional, y lo es debido a su historia y a su geografía, que incluye la frontera más absurda del planeta. Y además allí se vendió el champán más caro (y más antiguo) del mundo. Así que aprovechando una visita a Estocolmo fui allí para ver si seguía en su sitio.

Mapa del archipiélago de Åland (Proyecto Viajero)

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Viaje a Madha y Nahwa, el huevo frito fronterizo del desierto

Capítulos anteriores: Abu Dabi | Kuwait | Dubái

Nuestro Nissan Sunny de alquiler no estaba ni remotamente preparado para esas pistas de tierra y grava en mitad de la nada. Un grupo de cuatro todo terrenos nos adelantó y nos preguntamos qué hacer, si merecía la pena continuar. No teníamos permiso para estar en el país, no teníamos cobertura en el móvil, la probabilidad de pinchar un neumático era demasiado elevada como para ignorarla, y frente a nosotros había una cuesta abajo vertiginosa que finalizaba en un arroyo que habría que vadear con nuestro automóvil de tracción delantera. Quizá era un buen momento para darse la vuelta. Quizá era la decisión más lógica y sensata. Nos miramos, e inmediatamente decidimos: «Hemos venido a jugar». Bienvenidos a Madha y Nahwa, los enclaves fronterizos del desierto

Hasta el infinito y más allá

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Europa Low Cost: Road trip balcánico (primera parte)

Una de mis aficiones en mis ratos libres es trastear con Skyscanner o Escape y su maravillosa búsqueda de vuelos a «cualquier lugar» ordenados por precio. A finales de 2021 decidí que 2022 iba a ser el año en el que viajara todo lo viajable, pero, dado que mi economía tampoco permite demasiados excesos, la condición es que el importe del viaje sea el menor posible. Así que a menudo me dejo guiar por el algoritmo de precios de las aerolíneas y me compro un vuelo literalmente al destino más barato disponible. En el caso del segundo fin de semana de abril del año pasado, el destino más barato era Podgorica, capital de Montenegro. 27 euros me separaban de la que según el Mapache Loco de las Banderas es la capital más fea de Europa. Ya llegaremos al punto en el que le doy o quito la razón. Spoiler: se la quito, pero porque se quedó corto. El caso es que por menos de lo que cuesta invitar a alguien a cenar en un McDonald’s podía pasar unos días en la antigua Yugoslavia, así que le entregué mis dineros a Ryanair y me dispuse a añadir varios países nuevos a mi colección de cromos.

El pueblo de Perast en Montenegro, con las montañas de Kotor al fondo. Todas las fotos de este artículo, salvo indicación en contra, fueron perpetradas por el autor del blog, y pueden ser utilizadas libremente para cualquier uso siempre y cuando se cite la autoría. Mira que soy majo, ¿eh?

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La casa española que invadió Portugal al ampliar la cocina

Nunca tal se vio en memoria de guardia de frontera. Este es el primer viajero que en medio del camino para el automóvil, tiene el motor ya en Portugal, pero no el depósito de gasolina, que aún está en España, y él mismo se asoma al pretil en aquel centímetro exacto por donde pasa la línea de la frontera. 

Así, justo en la frontera, comienza Viaje a Portugal, el libro en el que el José Saramago cuenta el recorrido que durante meses realizó por su país a principios de los años 80. El viaje intimista del futuro Premio Nobel comienza con un sermón a los peces, «los que estáis en el río Douro y los que estáis en el río Duero«, en el lugar exacto donde empieza, o acaba, Portugal. Cuarenta y dos años después de que Saramago cruzara La Raya, ahí estabamos nosotros, también con medio coche en cada país, contemplando los muros exteriores de una anodina casa rural en una aldea remota de Extremadura. Una casa tan irrelevante que su web ni siquiera aparece entre los diez primeros resultados de Google cuando la buscas, pero tan prodigiosa que por si sola consiguió lo impensable: modificar unilateralmente una frontera internacional. Hoy en Fronteras, la casa que invadió el país vecino.

Cartel de bienvenida a La Fontañera pegado al muro del Salto del Caballo. Nótese el hito fronterizo de piedra junto a la pared encalada

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Coronavirus y Fronteras: las parejas que se casaron junto a un límite internacional para que pudieran acudir invitados de los dos países

Pasan los meses tras el estallido de la pandemia y muchas fronteras siguen cerradas por todo el mundo. Una de ellas es la de Estados Unidos y Canadá. Con la epidemia todavía por controlar en gran parte del país el cierre del límite común se prolongará al menos hasta el 21 de diciembre, sumando así casi nueve meses de bloqueo. Los trastornos que este prolongado cierre fronterizo está conllevando son numerosos, y el de hoy, aunque pueda parecer menor, en realidad no lo es tanto.

Nuestra pareja protagonista de hoy saluda a la sección internacional de los invitados a su boda (Q961)

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