Un tic en el ojo: Cáncer en la treintena

Tener un amigo con cáncer es un marrón. No uno tan grande como tener cáncer, es cierto, pero tampoco es sencillo de gestionar. ¿Qué le dices? ¿Le das ánimos? ¿Palmaditas en la espalda? ¿Buenas palabras? ¿Un abrazo? ¿Se le pueden preguntar cosas? Mi amiga Txell tenía 37 años cuando le diagnosticaron cáncer por primera vez. Nos hicimos amigos un par de años más tarde, los dos recién divorciados, entre desayunos, brunchs, almuerzos y cenas. Luego vinieron los viajes, el cariño, y la colosal admiración. Ella fue quien me enseñó a cruzar pasos de peatones en Nápoles, arriesgando su vida como si no tuviera nada que perder, y también quién me mostró Ibiza, su Ibiza. Durante los últimos dos años y pico, hemos mantenido una infinidad de conversaciones sobre todo lo divino y lo humano, también sobre el cáncer. Sin demasiados eufemismos, generalmente, o directamente sin ellos en absoluto. Hace falta hablar sobre ello, y hacerlo claro, y por eso existe Un tic en el ojo, el pódcast en el que Txell habla de cáncer abiertamente y llamando a las cosas por su nombre, y lo hace conversando con gente normal y corriente, con gente que sabe y, también, con tarados como yo, que le hacen chistes de humor negro en mitad de la grabación.

En el primer capítulo se habló del concepto de normalidad cuando te han diagnosticado un cáncer, en el segundo, de cómo la muerte se convierte en el trasfondo de todo, y en el tercero, hablamos de cómo acompañar, de qué decir, qué hacer y que no, del humor negro y del amor.

Acompañar – Un tic en el ojo. Cáncer en la treintena

Una conversación entre dos amigos acerca de algo tan universal como doloroso, sin demasiados rodeos, con cariño y humor, con la esperanza de ayudar a quienes están pasando por un cáncer, y, en nuestro caso, a los que revoloteamos alrededor y simplemente queremos hacer su vida más fácil.