Por qué algunos aeropuertos cambian los números de sus pistas cada cierto tiempo

Antes de responder a la pregunta-clickbait del título habrá que explicar por qué las pistas tienen números y cuáles son. Así que al lío. Cualquier pista de aterrizaje de un aeropuerto tiene dos extremos, que generalmente apuntan a las direcciones donde el viento sopla de manera más frecuente, porque los aviones se sustentan mejor volando contra el viento que a favor y siempre es mejor tener más sustentación que menos, por razones que no escaparán a los inteligentísimos lectores de este veterano rincón de la red. Para que los pilotos sepan por dónde tienen que aterrizar y evitar así innecesarias molestias como masacres, fuego y destrucción, cada uno de los extremos se numera según el rumbo que debe seguir el piloto para tomar tierra, o sea, exactamente el opuesto hacia el que apunta ese extremo de la pista en particular. Si el lector hace el titánico esfuerzo de recordar sus clases de Ciencias Naturales de primaria, colegirá sin excesiva dificultad que si un piloto tiene que volar exactamente hacia el este, su rumbo serán 90 grados, 180 hacia el sur, 270 hacia el Oeste y 360 hacia el Norte. Por lógica aplastante, extremos contrarios de una misma pista suponen rumbos exactamente opuestos así que es fácil calcular ambas cifras conociendo una (basta con restar o sumar 180). Dado que el número de pistas que puede tener un aeropuerto es limitado, se redondea la cifra hasta la decena más cercana y se le quita el último dígito. Así que una pista que vaya exactamente en dirección Suroeste-Noreste tendrá en uno de sus extremos el número 23 (225 grados, redondeamos a 230 y quitamos el 0) y en el otro el 5 (lo mismo pero con 45 grados).

Cabecera de pista indicando que discurre exactamente de Sur a Norte; en el otro extremo el número será el 18 (Wikipedia)

Gráfico asombrosamente simple robado, de nuevo, de la Wikipedia, que resume el párrafo anterior

Bien, ahora toca explicar dónde está el Norte, además de en la parte superior de los mapas. En un avión hay un montón de sistemas que sirven para la navegación aérea y para que el aparato no se caiga, o al menos no lo haga demasiado a menudo. Uno de ellos, que todos los aviones han llevado desde muy poco después de que los hermanos Wright se pasaran el juego del bricolaje de fin de semana, es la brújula. Según acabo de leer en la Wikipedia, la brújula se inventó en una fecha tan temprana como el siglo III de nuestra era en China, por lo que tenía bastante lógica que los aviones contaran con ella. Así pues, si un avión tiene que aterrizar en la pista 20, su brújula debe marcar algún rumbo entre 195 y 204 grados, y el piloto debería poder verlo claramente desde la comodidad de su cabina. Sencillo y efectivo. Salvo que haya niebla, pero no se le puede pedir todo. Una vez sabes dónde está el Norte, es fácil calcular lo demás. Lo cuál nos lleva a la siguiente explicación: ¿Cómo sabemos dónde está el Norte?

Una de las pistas del aeropuerto de Barcelona, a vista de Google. La bajo el «06» significa «Left»: cuando hay dos pistas paralelas (es el caso de Barcelona) una de ellas se denomina L y la otra R, siempre desde el punto de vista del avión que aterriza. Si hay una tercera, la del medio adopta la letra C. En el extremo opuesto del O6L la pista se denomina 24R

Volviendo a las clases de cuarto de primaria, una brújula funciona porque la Tierra es en sí misma un descomunal campo electromagnético, cortesía de los cientos de trillones de toneladas de metal fundido que dan vueltas en el interior de nuestro planeta desde hace miles de millones de años. Los imanes tienen dos polos, y la Tierra por tanto, también. El problema viene al definir «Polo Norte». Porque como sin duda el lector también recordará, hay dos polos nortes: el geográfico, que es el punto donde se cruzan los meridianos, o donde la Tierra es atravesada por su eje de rotación, y el magnético, que es el lugar donde las líneas del campo magnético de nuestro querido planeta lo atraviesan (una brújula tridimensional apuntaría hacia abajo). Las brújulas estándar, como es sabido, apuntan al Polo Norte magnético. Y el Polo Norte magnético, igual que tu sobrino de seis años con hiperactividad, no se está quieto, cortesía, de nuevo, de cantidades obscenas de hierro y níquel a miles de grados dando vueltas bajo nuestros pies. En los últimos cuatro siglos y pico el Polo Norte magnético ha estado dando tumbos por el Ártico Canadiense a un ritmo de unos pocos kilómetros al año, pero desde los noventa la velocidad se ha disparado hasta más de cincuenta kilómetros anuales, que es más o menos lo que camina el tuitero medio en toda su vida.

Evolución de la posición del Polo Norte magnético entre 1590 y 2020. En 2020 se encontraba aproximadamente a 400 kilómetros del Polo Norte geográfico

Y llegamos por fin al quid de la cuestión. Las brújulas de los aviones, como las brújulas en general, apuntan siempre al Polo Norte magnético, no al geográfico (que generalmente se denomina «Norte Auténtico»). Así que la desviación respecto al norte (que eso y no otra cosa es lo que llamamos «rumbo») cambia con el propio concepto de «norte». Si por culpa del movimiento del Polo lo que aparece en las brújulas ya no coincide con lo que se puede ver en las pistas porque de repente el redondeo a la decena más cercana cambia el segundo dígito, los aeropuertos se ven obligados a cambiar la numeración de las pistas y con ella, todos los carteles, letreros y, claro, la pintura de las cabeceras. En el caso del aeropuerto de mi ciudad, Barcelona, la última modificación se realizó en marzo de 2022, cuando las pistas 07L/25R y su vecina 07R/25L pasaron a ser 06L/24R y 06R/24L. Cada cierto número de años la IATA hace números e indica qué aeropuertos deberían renumerar sus pistas. Excepto en un caso: Canadá. Como el país tiene la particularidad de tener un buen puñado de aeropuertos y aeródromos en el Ártico o bien cerca, los cambios en la ubicación del Polo Norte magnético le afectan más que a nadie, así que unos años atrás decidieron dejarse de antigüedades y empezar a usar el Polo Norte geográfico (o «Norte Auténtico»), que cualquier sistema GPS permite ubicar con facilidad. Y esta es la razón de por qué los aeropuertos gastan tantísimo dinero en pintura de vez en cuando.

El movimiento del Polo Norte magnético no afecta igual a todos los aeropuertos. En el mapa puede verse cómo el concepto de «norte» apenas cambia para Chicago a lo largo de las décadas porque el Polo se mueve exactamente alejándose de la ciudad, pero ha cambiado notoriamente para Londres en estos sesenta años (Quora)

La idea me la dio este maravilloso vídeo de CGP Grey

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5 respuestas a “Por qué algunos aeropuertos cambian los números de sus pistas cada cierto tiempo

  1. pedgonvi 6-May-2024 / 9:05 am

    Muy interesante, Diego!

  2. Matias ND 6-May-2024 / 7:41 pm

    Muy interesante como siempre, y que canal del bien que es CGP Grey.

  3. percola 7-May-2024 / 9:43 am

    Sí, vi el vídeo del hexagonal Grey. En el siguiente viaje en avión colé una brújula en mi mochila y me aprendí las direcciones de las pistas del aeropuerto de destino. No recuerdo si mis vecinos de asiento ponían cara rara mientras consultaba la brújula. Tampoco me llamó la atención la azafata ni me esperaba «la benemérita» local al salir.

  4. El Molas 7-May-2024 / 9:52 am

    Desconocía esta información. Mi aerotrastorno crece día a día 🙂
    ¡Gracias por compartir!

  5. Marius 17-May-2024 / 9:20 pm

    Muy interesante, me voy a fijar en estos detalles que desconocía en los aeropuertos que visite de ahora en adelante.

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