Europa Low Cost: Road trip balcánico (primera parte)

Una de mis aficiones en mis ratos libres es trastear con Skyscanner o Escape y su maravillosa búsqueda de vuelos a «cualquier lugar» ordenados por precio. A finales de 2021 decidí que 2022 iba a ser el año en el que viajara todo lo viajable, pero, dado que mi economía tampoco permite demasiados excesos, la condición es que el importe del viaje sea el menor posible. Así que a menudo me dejo guiar por el algoritmo de precios de las aerolíneas y me compro un vuelo literalmente al destino más barato disponible. En el caso del segundo fin de semana de abril del año pasado, el destino más barato era Podgorica, capital de Montenegro. 27 euros me separaban de la que según el Mapache Loco de las Banderas es la capital más fea de Europa. Ya llegaremos al punto en el que le doy o quito la razón. Spoiler: se la quito, pero porque se quedó corto. El caso es que por menos de lo que cuesta invitar a alguien a cenar en un McDonald’s podía pasar unos días en la antigua Yugoslavia, así que le entregué mis dineros a Ryanair y me dispuse a añadir varios países nuevos a mi colección de cromos.

El pueblo de Perast en Montenegro, con las montañas de Kotor al fondo. Todas las fotos de este artículo, salvo indicación en contra, fueron perpetradas por el autor del blog, y pueden ser utilizadas libremente para cualquier uso siempre y cuando se cite la autoría. Mira que soy majo, ¿eh?

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La carretera tan aburrida que puedes jugar al Trivial Pursuit mientras conduces

Todo en Australia es superlativo. Los bichos son más venenosos, las moscas son más numerosas y las carreteras son más, mucho más largas que en la mayor parte de los países del mundo. Pero aunque es posible encontrar carreteras igual de largas en otros lugares, lo verdaderamente difícil es encontrarlas tan vacías y aburridas. Cruzar el Outback en cualquier dirección supone un par de días de viaje como poco, atravesando una ingente, enorme, descomunal cantidad de nada en absoluto. Para evitar que los conductores se queden dormidos y se salgan de la carretera, hace unos años el Departamento de Transporte de Queensland tuvo la idea de instalar carteles con preguntas y respuestas estilo Trivial Pursuit en una de las carreteras del Estado

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Road Trains: las bestias del asfalto

El típico tráiler con remolque que podemos ver en cualquier autopista española o continental es un mastodonte de 16 metros y medio de largo y hasta 40 toneladas de peso. A eso en Australia lo llaman furgoneta. En la legislación europea un tren de carretera es un camión rígido con un remolque enganchado, que mide unos 19 metros de largo. Australia a eso lo llaman Citröen Berlingo. Lo típico que te alquilas para una mudanza. Los «vehículos largos» australianos consisten en un tráiler con remolque y otro remolque igual detrás, o un camión rígido con dos remolques (los llaman B-Doble y B-Triple). Miden hasta 36 metros de largo y pueden pesar 83 toneladas. Pero siguen sin ser trenes de carretera. Un tren de carretera es una mole de 53 metros de largo, hasta 200 toneladas de peso, que necesita dos kilómetros de autopista para detenerse y que consume un litro de combustible cada kilómetro. Auténticas bestias sobre ruedas.

Ciento veinte mil litros de gasolina a domicilio, oigan (Leila L. | Flickr)

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Trans Taiga, la carretera del fin del mundo

Existe una carretera que partiendo de ningún sitio, termina en medio de ninguna parte. Tiene 666 kilómetros de largo y la única manera de salir de allí una vez has entrado es volver sobre tus propias huellas. Si te atreves a recorrerla, es muy probable que no te encuentres con nadie por el camino. En realidad, si por azar te cruzas con alguien es muy probable que desees no haberlo hecho. Y si tienes un problema mientras la recorres tus posibilidades de supervivencia, lamento decirlo, son más reducidas de lo que te gustaría escuchar. Es, posiblemente, la carretera más solitaria y aislada del planeta Tierra. La carretera Trans Taiga.

Axel Drainville | Flickr

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De costa a costa en poco más de 24 horas: Cannonball, el rally ilegal más grande del mundo

En 1903 Horatio Nelson Jackson apostó 50 dólares con un amigo a que podía viajar de San Francisco a Nueva York en coche en menos de tres meses. Tardó dos meses y cinco días, y para ganar esos cincuenta dólares se gastó algo más de ocho mil. Fue el primer viaje en coche costa a costa, el primer road trip de la historia, un récord absoluto para la época en un país que, como el resto del mundo, carecía de cualquier tipo de infraestructura viaria para la circulación en largas distancias. Aquel viaje fue el primero, pero a lo largo del siguiente siglo y pico millones de personas han recorrido el mismo trayecto en uno y otro sentido. Y algunos han querido ser los más rápidos en hacerlo. Esta es la historia de la Cannonball, la carrera no oficial, y manifiestamente ilegal, para recorrer Estados Unidos de costa a costa.

Run, Lola, run

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Los Grateful Dead y por qué la gente roba hitos kilométricos en las carreteras de Colorado

¿Qué tienen que ver el Departamento de Carreteras del estado de Washington y los fumadores de marihuana? ¿Cuál es la relación entre ese canuto que te estás liando, so golfo, y el kilómetro 676 de una autopista cualquiera en Colorado? ¿Por qué una quedada de escolares en 1971 ha derivado en el robo sistemático de señales de tráfico en la segunda década del siglo XXI? Son muchas preguntas, pero todas ellas nos llevan a este hito kilométrico en Colorado: la milla 419,99 de la Interestatal 70.

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Buco del Viso, el túnel internacional más antiguo del mundo

El túnel en uso más antiguo del que se tiene noticia es el Paso de Furlo, en la región italiana de Las Marcas. Mandado construir por el emperador Vespasiano, data del siglo I de nuestra era, más concretamente de los años 76 o 77. Con sus 38 metros de largo, fue excavado en lo más hondo de la garganta homónima como parte de la Vía Flaminia, que unía Roma con Ariminium, más conocida hoy como Rimini. La perforación en la roca, de unos seis metros de ancho en su parte más amplia, ha seguido en uso de forma discontinua a lo largo de los diecinueve siglos y pico desde su construcción, y hoy la cruza una carretera local. Junto a él está el, probablemente, túnel más antiguo del mundo, que data de varios siglos antes, construido en época etrusca y en uso que se sepa, hasta el siglo II antes de nuestra era. Apenas mide ocho metros de largo y un par de ancho. Es poco más que un boquete en la piedra que de milagro ha durado hasta nuestros días. Los dos túneles son muy relevantes y meritorios, pero este blog se llama Fronteras por algo, así que hemos buscado el túnel internacional más antiguo del mundo, y, curiosamente, lo hemos encontrado no muy lejos de allí, en planos Alpes, en la frontera entre Francia e Italia se halla el Túnel del Monte Viso

Entrada desde Italia al Buco di Viso, en Francés conocido como Tunnel de la Traversette,

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Los túneles submarinos de las Islas Feroe

El sistema de carreteras de las Islas Feroe no parecería a simple vista demasiado interesante. Situadas a una distancia parecida de Islandia, Noruega y las escocesas Islas Shetland, sus poco más de cincuenta mil habitantes se distribuyen en 17 islas habitadas, concentrando las dos más pobladas unos dos tercios de la cifra total de faroeses, que ascienden a casi el 98% si añadimos a la cuenta las cinco siguientes islas en la lista de las más pobladas. Sumémosle a la escualidez demográfica el terreno irregular y montañoso, el clima desapacible con doscientos días de lluvia al año, generalmente acompañada de fuertes vientos y, en general, el hecho de estar a trasmano de todo, y tendremos un lugar con pésimas comunicaciones por carretera. Sólo que en realidad no es así. Las carreteras de las Feroe serían la envidia no ya de cualquier otro archipiélago o isla con una población similiar sino de muchos países enteros. Acompáñame, querido lector, en este viaje a las profundidades feroesas.

Hvannasundstunnilin (túnel de Hvannasund), casi tres kilómetros de carril único sin ningún tipo de iluminación

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Casey, el pequeño pueblo de las cosas grandes

El road trip, el largo viaje por carretera por placer u obligación, es un invento norteamericano; aunque en 1913 se estableció la primera carretera transcontinental (la Lincoln Highway), no fue hasta los años 3o cuando comenzó a ser posible viajar de forma relativamente rápida (menos de dos semanas) entre ambas costas, y hasta después de la II Guerra Mundial cuando el concepto se popularizó. Entre 1945 y 1960 el número de automóviles circulando por las carreteras de Estados Unidos se multiplicó por tres, pasando de 25 a 75 millones, y en una época en la que el Sistema de Interestatales no existía o estaba todavía en pañales, la mayoría de las carreteras  eran de un carril por sentido y cruzaban el downtown de pueblos y ciudades. Muchos lugares intentaron agarrar su parte del pastel del incipiente turismo instalando todo tipo de atracciones que llamaran la atención del viajero para así animarle a detenerse un rato y dejarse unos dólares. Así aparecieron lo que en inglés llaman Roadside Attractions o iconos de carretera, esculturas, edificios, muñecos gigantes o cualquier cosa que haga que el señor y la señora Smith detengan su coche, liberen a los niños del asiento trasero y se dejen unos pocos billetes allí. Si hay un lugar donde esa clase de expresión artística profundamente kitsch ha alcanzado su máxima expresión es Casey, Illinois.

La mecedora más grande del mundo junto a carteles indicadores del resto de récords mundiales (fuente)

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Vennbahn, el carril bici belga que parte Alemania en dos

«Las fronteras son las cicatrices que la Historia deja sobre la piel de la tierra«. En pocos lugares esa frase del actual ministro de Exteriores español se cumple tanto como en Europa, donde cada frontera ha sido desplazada varias veces al coste de miles de vidas por cada kilómetro arriba o abajo. Hay ocasiones en las que el concepto de frontera como cicatriz es todavía más visible: un costurón de decenas de kilómetros de largo que parte un país en varios trozos, heredado de un conflicto de hace cien años. Pero como el mundo y la historia evolucionan, sobre esa cicatriz tallada con la sangre de miles de soldados hoy pasean familias con niños en bicicleta o patinando. Hoy en Fronteras visitamos el Vennbahn, una antigua vía férrea reconvertida en carril bici que pertenece a Bélgica, incluso en los más de veinte kilómetros que recorre dentro de Alemania.

El carril asfaltado y la parte plana a ambos lados del mismo son territorio belga. El bosque a ambos lados, Alemania. Así durante más de veinte kilómetros. Lo normal.

Nótese la doble frontera en Google Maps. Haciendo zoom se puede comprobar lo exiguo del territorio belga a lo largo de todo el carril bici

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