El pueblo más frío de la Tierra

La temperatura más baja jamás registrada en la superficie del planeta Tierra fue de casi noventa grados bajo cero, en los alrededores de la entonces base soviética (ahora rusa) de Vostok. Concretamente fueron 89,2º negativos, una temperatura poco menos que incompatible con la vida. Hay otros dos lugares conocidos donde la temperatura ha bajado de ochenta grados bajo cero; uno es el Polo Sur, que alcanzó los 82,8º negativos, y el Domo Argus, una meseta en lo alto de una descomunal masa de hielo de cuatro kilómetros de altura donde en 2005 se midieron 82,5º bajo cero. Estos puntos son los conocidos como «polo del frío» del hemisferio sur. Aún existiendo estaciones científicas, estos sitios no dejan de ser lugares deshabitados. Sin embargo, en el hemisferio norte encontramos lugares donde sí vive gente y cuyas temperaturas invernales rivalizan en gelidez con las de las estaciones antárticas.

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La base Vostok, un sitio fresquito.

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Pero ¿quién fue el primero en conquistar el Polo Norte?

¿Fue realmente Robert Peary la primera persona en pisar el Polo Norte? La respuesta es no. Durante gran parte del siglo XX se creyó que había sido él, pero lo cierto es que las pruebas que aportó de su gesta no resisten un análisis detallado. Entonces, ¿quién fue el primero en ver el Polo Norte? La respuesta sorprenderá a más de uno: Roald Amundsen (entre otros), el mismo noruego que llegó antes que nadie al Polo Sur. Nótese que he usado el verbo ver, y hasta lo he puesto en cursiva y todo. Amundsen nunca pisó el Polo Norte, pero lo sobrevoló en dirigible. Entonces, ¿cuándo demonios se pisó el Polo Norte por primera vez? En una fecha tan tardía como 1948, tres años después del final de la II Guerra Mundial y 37 años después de la conquista del Polo Sur. ¿Y quién fue el primero en llegar allí? ¿Cómo lo hizo? Eso es lo que vamos a ver hoy.

Los compañeros de expedición de Peary, supuestamente en el Polo Norte.

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Al norte del Norte: Nunavut

(Previamente, en Fronteras, primera y segunda partes)

Nunavut
Nunavut, Canadá

De los tres territorios canadienses que se encuentran al norte del paralelo 60 el más joven es el de Nunavut. Fue creado en 1999 como una escisión de los Territorios del Noroeste para dotar a los pueblos Inuit del Ártico de una mayor autonomía; es de los pocos lugares en los que el inuktitut, o esquimal, es lengua oficial (y su sistema escrito, el silabario, es de uso común). De hecho, Nunavut en aquella lengua significa «nuestra tierra». El territorio nunavummiuq (gastan unos gentilicios del carajo, los esquimales) abarca la mayor parte del Archipiélago Ártico Canadiense y, por tanto, la inmensa mayoría de las costas de Canadá. Prácticamente cualquier metáfora se queda corta para describir la soledad, vastedad y absoluta desolación de Nunavut. Dos millones y pico de kilómetros cuadrados (como tres veces Chile o cincuenta Dinamarca) para poco más de treinta mil habitantes. Como si México tuviera la población de Mónaco. Ni siquiera Groenlandia tiene una densidad de población tan baja. Únicamente la Antártida está por debajo de Nunavut en ese aspecto. 0,015 habitantes por km2, lo que viene a significar que tocan a sesenta km2 por cabeza.

Resolute

Clásico cartel ártico situado en Resolute indicando la dirección a un montón de sitios que, en cualquier caso, están en el quinto pino. Viene a querer decir «no sólo estamos en mitad de la nada sino que además nos gusta». © Northern Xander

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Al norte del Norte: los Territorios del Noroeste

Primera parte: Al norte del Norte: Yukón

Inuvik, donde termina la Dempster Highway,  es una de las ciudades más grandes de los Territorios del Noroeste. Con sus cuatro mil habitantes, concentra el 10 % de la población del territorio. 1.350.000 kilómetros cuadrados de territorio, concretamente, en los que viven algo más de  cuarenta mil personas. Tocan a más treinta kilómetros cuadrados por cabeza. Además de ser poco poblados los Territorios del Noroeste son, sobre el papel, asquerosamente ricos. Su renta per cápita es casi de cien mil dólares, un poco por debajo de la de Luxemburgo, un poco por encima de la de Noruega, y más del doble de la media canadiense. O de la de Estados Unidos. Esto es así gracias a la vastísima variedad y cantidad de recursos naturales que posee el territorio. Oro, petróleo, gas natural, wolframio y, sobre todo, diamantes.

Diavik

La mina de diamantes de Diavik, una de las más grandes del mundo.

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Al norte del Norte: el Yukón

CNTowerPor extensión, Canadá es el segundo país más grande del mundo, sólo por detrás (muy por detrás, eso sí), de Rusia. Casi diez millones de kilómetros cuadrados, lo que vienen a ser, a grandes rasgos, tres Argentinas, veinte Españas, cuarenta Ecuadores o doscientas cincuenta Suizas. Vamos, que es muy grande. Su población, sin embargo, no lo es tanto. De los países del G8 es, de lejos, el menos poblado; cuenta con poco más de treinta y tres millones de habitantes. Además, al igual que ocurre en Australia, la mayor parte de la población se concentra en una franja de territorio. En Australia es la costa, en Canadá, la frontera con Estados Unidos. «El norte de Canadá», la zona más despoblada del país, es en realidad prácticamente la totalidad de Canadá, igual que en Australia el Outback es casi todo el territorio del continente. De las grandes ciudades sólo Edmonton está a más de doscientos cincuenta kilómetros del límite con EE.UU. De hecho, la inmensa mayoría de las grandes ciudades están a poco más de una hora en coche de la frontera, o menos. Casi todas las provincias canadienses tienen una densidad de población por debajo de los veinte habitantes por kilómetro cuadrado. Pero donde la despoblación alcanza cotas enfermizas es al norte del paralelo 60, que marca la frontera entre los territorios del salvaje norte y las civilizadas provincias del sur. Al norte del norte encontramos los territorios del Yukón, del Noroeste y de Nunavut. Entre los tres tienen la superficie de la Unión Europea; entre los tres apenas superan la población de Andorra.

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Bloody Falls of Coppermine

En el verano de 1913 dos sacerdotes franceses, Jean Baptiste Rouvière y Guillaume LeRoux, partieron hacia el norte de Canadá con la intención de convertir al catolicismo a una tribu de esquimales de la que, hasta entonces, no había oído hablar ningún occidental. Su marcha se produjo el 17 de julio de 1913 desde Fort Norman, un pequeño asentamiento comercial a orillas del Río McKenzie, y nunca más se les volvió a ver con vida. Dos años después de su partida Denny LeNauze, un jóven agente de la Policía Montada del Canadá, recibió el encargo de encontrar a los dos sacerdotes, y partió desde Edmonton para ello. Tras conocer a través de las tribus Inuit que ambos habían muerto, buscó por todo el norte de Canadá a los culpables para llevarlos ante la justicia. Cuando regresó a Edmonton con Sinnisiak y Uluksuk, dos esquimales acusados del doble asesinato, su misión en el norte le había convertido ya en una leyenda. El juicio a los dos Inuit que siguió después fue calificado como uno de los más raros jamás celebrados. La historia de como dos esquimales, tras pasar sus tribus miles de años aisladas en una de las regiones más inhóspitas del mundo, llegarían a enfrentarse con la justicia occidental, es una tragedia digna de entrar en las leyendas del Ártico.

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Mapa del Noroeste de Canadá en 1913 (click para ampliar)

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