Fronteras

El sistema de carreteras de las Islas Feroe no parecería a simple vista demasiado interesante. Situadas a una distancia parecida de Islandia, Noruega y las escocesas Islas Shetland, sus poco más de cincuenta mil habitantes se distribuyen en 17 islas habitadas, concentrando las dos más pobladas unos dos tercios de la cifra total de faroeses, que ascienden a casi el 98% si añadimos a la cuenta las cinco siguientes islas en la lista de las más pobladas. Sumémosle a la escualidez demográfica el terreno irregular y montañoso, el clima desapacible con doscientos días de lluvia al año, generalmente acompañada de fuertes vientos y, en general, el hecho de estar a trasmano de todo, y tendremos un lugar con pésimas comunicaciones por carretera. Sólo que en realidad no es así. Las carreteras de las Feroe serían la envidia no ya de cualquier otro archipiélago o isla con una población similiar sino de muchos países enteros. Acompáñame, querido lector, en este viaje a las profundidades feroesas.

El nombre de Feroe en Feroés (Føroyar) significa en Nórdico Antiguo «Islas de las Ovejas». Todavía hoy hay más ovejas que habitantes en el archipiélago, de hecho (setenta mil contra cincuenta mil). Como corresponde a una sociedad agraria perdida en un rincón del mapa, las Feroe tuvieron una red de transporte extremadamente precaria hasta ya entrado el siglo XX, cuando aparecieron las primeras conexiones por ferry. La ocupación británica durante la II Guerra Mundial dejó como legado el único aeropuerto del archipiélago; por la misma época se comenzaron a construir carreteras, que tras la guerra permitieron conexiones entre islas gracias a la aparición de los primeros ferrys de transporte de vehículos. Pero fue en los sesenta y setenta cuando la actual red de carreteras interislas comenzó a tomar forma con la construcción del primer puente entre las islas de Eysturoy y Streymoy. A este puente le siguió un túnel abierto en 1976, que configuró lo que los faroeses llaman Meginlandið, o sea, el continente, la metrópoli, la unión por tierra de las dos islas más grandes del archipiélago.

En los sesenta se construyeron cuatro túneles que hoy siguen abiertos al tráfico. Con longitudes de entre 1.500 y 2.100 metros, sus nombres son tan largos como sus recorridos: Hvalbiartunnilin, Árnafjarðartunnilin, Hvannasundstunnilin y Sandvíkartunnilin, ahí queda eso. Los cuatro túneles tienen algo en común: son de un solo carril sin iluminación ni ventilación externa, lo que obliga a cruzarlos con extremo cuidado. Hay un sentido con prioridad de paso y varios apartaderos espaciados un par de cientos de metros entre si para que los vehículos sin prioridad puedan echarse a un lado cuando viene alguien de frente.

A día de hoy los túneles ya son veinte entre los ya en servicio y los que están en construcción. Algunos tan importantes como el que unen Thorsavn, la capital y hogar de la mitad de los habitantes del país, con la vecina isla de Vágar, donde se ubica el aeropuerto, y que fue abierto en 2002. Sin embargo, la mayoría de los túneles dan servicio a localidades extremadamente pequeñas. Lógico teniendo en cuenta que la segunda ciudad del país (Klaksvík) tiene menos de cinco mil habitantes. A principios de los ochenta se construyó un sistema de cinco túneles (Kalsoyartunlarnir) que da servicio a tres pueblos y un valle. Los tres pueblos suman entre todos 130 habitantes, y el valle ninguno porque está deshabitado.

Con esa propensión a excavar túneles para cualquier cosa no es de extrañar que las Feroe hayan emprendido recientemente el mayor proyecto de obras públicas de toda su historia. Un túnel submarino de tres tubos y más de 11 kilómetros de largo para unir las islas de Stremoy y Eysturoy, con una maravillosa rotonda submarina en su interior donde se juntan los tres ramales. El importe de la obra es de 260 millones de euros, que viene a ser un 12% del PIB del archipiélago. Cuando se complete se tratará del túnel carretero submarino más largo del mundo (aunque será superado poco después por otro par de obras en Noruega).

 

¿Qué obtienen las Feroe con todos estos túneles? ¿Cómo los pagan? Los últimos dos túneles construidos son de peaje, aunque no hay barreras en la calzada. El peaje se puede pagar en las gasolineras del camino hasta tres días después de haber cruzado. Los túneles son extremadamente populares entre viajeros y locales, hasta tal punto que la infraestructura se autofinancia. Por eso se pueden permitir construir túneles nuevos. Por otro lado, la economía isleña es extraordinariamente dependiente del mar, como suele pasar en los archipiélagos remotos. Un 95% de las exportaciones (que suponen un 30% del PIB) consisten en pescado. Tener los cuatro puntos cardinales de las islas conectados por carretera con el aeropuerto y el principal puerto del país permite una agilidad mucho mayor a la hora de servir a sus clientes extranjeros, principalmente Rusia. Y también hace que sea posible pensar en la diversificación de la economía y en la instalación de una todavía incipiente industria de las Tecnologías de la Información. Mientras eso sucede, los conductores feroeses, y los sesenta mil turistas que visitan el país cada año, tendrán a su disposición una de las redes de carreteas más interesantes y curiosas del mundo.

Fuentes, fotos y más info: Wikipedia (2), Atlas Obscura, Eye on the Arctic, Visit Faeroe Islands, Maritime Executive, Dangerous Roads, CNN

Si tienes ganas de leer más, aquí te dejo comida pa tu selebro:

Cómo conducir tu coche sobre el agua y no morir en el intento
Me quedo con tu matrícula: un viaje alrededor del mundo y sus placas de matriculación
N-340, la carretera más larga de España (son tres partes, aquí la segunda y la tercera)
Las carreteras más solitarias de la Tierra (y su segunda parte)
El puente sobre el estrecho de Bering, la utopía de las infraestructuras
Los pueblos fantasma de la Ruta 66