Fronteras

La Ruta Nacional 4 de Bélgica fue durante décadas la única carretera que unía Bruselas con las Ardenas, y por ende con la provincia de Luxemburgo y el país independiente homónimo. El camino fue roturado por los neerlandeses antes de la Revolución Belga, allá por los años 20 del siglo XIX, y hasta los años setenta fue la principal vía de comunicación de la región de Valonia. La mayor parte de la carretera es una típica autovía con dos carriles por sentido, pero en algunos pueblos queda reducida a la categoría de lo que en España llamamos carretera general, cruzando el centro del pueblo como si de la calle mayor se tratara. En la travesía de Martelange, una localidad de poco más de 1.800 habitantes situada a un par de horas en coche de la capital y a apenas 20 km de Bastoña, se produce un fenómeno curioso en la carretera. A lo largo de un kilómetro se suceden las gasolineras, la siguiente pegada a la anterior, sin solución de continuidad. Pero sólo en uno de los costados de la carretera, en el otro una sucesión de anodinas casas de dos pisos con tejado de pizarra a dos aguas alojan a algunos de los habitantes del pueblo. ¿Por qué esta proliferación de estaciones de servicio? Porque la cuneta de la carretera es una frontera internacional.

Hasta 1839 el Gran Ducado de Luxemburgo era notablemente más grande de lo que es hoy. Tras la Revolución Belga, que supuso la independencia del país de los Países Bajos, el tratado de Londres supuso la pérdida de dos tercios de su territorio y la mitad de la población. La frontera se trazó sobre todo con criterios lingüísticos: las zonas francófonas debían ser entregadas a Bélgica. El trazado de la frontera se realizó con mapas desfasados y antiguos, lo que llevó a algunos malentendidos. Uno de ellos, el de Martelange.

A la hora de delimitar el trazado sobre el terreno del límite internacional, la comisión fronteriza decidió que el camino de las Ardenas permaneciera en Bélgica para evitar innecesarios cruces de la frontera y sus inevitables aduanas. El problema fue que se les olvidó que había un trozo de Martelange más al sur, y lo dejaron en Luxemburgo, partiendo el pueblo en dos. Ese pedazo del pueblo hoy se llama Haut Martelange, nombre que me gusta traducir como Martelange de Arriba (en luxemburgués su nombre es Uewermaarteleng), y está separado del resto del pueblo por apenas un centenar de metros. La cuneta del camino quedó como frontera, obligando a los viajeros a circular a apenas unos centímetros del país vecino durante un par de kilómetros.

Tras la II Guerra Mundial se formó la Unión Aduanera del Benelux, y Bélgica, Holanda y Luxemburgo eliminaron controles fronterizos, aranceles y demás. En Martelange, y gracias a los reducidos impuestos luxemburgueses, eso supuso la aparición de una floreciente economía de frontera. Con unas tasas más bajas para el alcohol, el tabaco y la gasolina, el costado oriental de la carretera se llenó de gasolineras, licorerías y estancos, mientras que en el derecho permanecieron los habitantes del pueblo, muchos de los cuales trabajan al otro lado de la raya internacional. No es un fenómeno extraño en Luxemburgo, un país en el que 200.000 personas (un tercio del número total de empleados) atraviesan la frontera a diario para acudir a sus puestos de trabajo.

En la actualidad una docena de gasolineras de la Esso, la Shell, la BP y otras (varias de ellas repetidas) se suceden a lo largo de apenas un kilómetro de carretera. En total en el pueblo hay 15 estaciones de servicio, tocan a una cada 125 habitantes, probablemente la mayor concentración del mundo en cualquier pueblo con más de 125 habitantes. Semejante acumulación de surtidores tiene sus riesgos. En 1967 un camión cisterna cargado con 45 toneladas de GLP volcó en el centro del pueblo, destruyendo todos los edificios a su alrededor y matando a 22 personas e hiriendo de gravedad a otras 47. La catástrofe, sin embargo, no acabó con el pueblo y hoy sigue teniendo la mejor y más variada oferta de combustible  que nunca haya conocido una localidad de 1.800 habitantes

Otras ciudades divididas:

Baarle, el pueblo de las mil fronteras (Bélgica y Holanda, y capital de este blog)
Valga y Valka (Estonia y Letonia)
Rock Island y Derby Line (Estados Unidos y Canadá, y una biblioteca binacional)
Nova Gorica y Gorizia (Eslovenia e Italia)
Rihonor de Castilla y Rio de Onor (España y Portugal)
Velke Slemence (Eslovaquia y Ucrania)
El Pertús y Le Perthus (España y Francia)
Sakaline y Kulkizski (Lituania y Bielorrusia)
Fort Covington y Dundee (Estados Unidos y Canadá, y una mesa de billar en ambos)
Tornio y Haparanda (Finlandia y Suecia, con un campo de golf en medio)
Rivera y Santana do Livramento (Uruguay y Brasil)
La Cure y Les Rousses (Suiza y Francia, y el hotel en dos países entre ambas)
Obrežje y Bregana (Eslovenia y Croacia, y la taberna partida por la frontera)