Los cuatrifinios de Cantabria

La entrada de hoy nos viene otorgada por Nacho Martínez, conocido en el submundo tuitero como @Nachoviedo_M, que pese a ser asturiano como su propia arroba indica, nos trae una entrada de lo más cántabro, y que contiene una cosa maravillosa llamada «Mojón Intermunicipal», de la que desde ahora nos declaramos fanses. Que ustedes disfruten este pequeño viaje a las fronteras más cotidianas.


Partimos de que soy el tipo de persona que sabe lo que significa «cuatrifinio», probablemente por dedicar mi tiempo libre desde hace varios años a vicios extraños y cuestionables tales como leer cierto tipo de blogs. Pero como tenemos la Wikipedia a mano, utilizaremos su definición: En geografía, un cuatrifinio, cuadrifinio, tetrafinio, cuatripunto, cuadripunto o tetrapunto es un punto de la Tierra donde se tocan cuatro regiones distintas. Esto sería aplicable desde países hasta habitaciones de una casa, pero la división administrativa de la que hablaremos hoy es el municipio. Sin embargo, para entrar en calor habría que mencionar los cuatrifinios más importantes. A nivel internacional, el único (casi) cuatrifinio que existe está entre Zambia, Zimbabwe, Namibia y Botsuana. El problema es que, además de caer en medio de un río (el Zambeze) está muy cogido con pinzas, como bien quedó explicado en este mismo blog.

Sin embargo, no puede haber discusión acerca de cuál es el cuatrifinio por excelencia, el más famoso del mundo: las cuatro esquinas de Estados Unidos, que separan los estados de Utah, Colorado, Arizona y Nuevo México. Por supuesto, también tiene su correspondiente reportaje aquí, y de propina se presenta el que existe en Canadá, de reciente creación (1999).

Por razones que no vienen al caso, el adicto a Google Earth que escribe ve muchas fronteras a lo largo del día. Muchas quiere decir muchas. Y claro, uno se tira horas examinando cartografía y termina fijándose en los recovecos, enclaves, exclaves, trifinios y cuatrifinios que se le vienen a la vista. Y encontré uno. Y luego vi otra convergencia de líneas que podría ser otro. Y otro, y otro más… y claro, como decimos en Asturias, ya me empezó a picar el niki. Así que allá va un análisis de los (supuestos) cuatrifinios cántabros, refutados o confirmados hasta cierto punto. Sobre el mapa se señala dónde caen:

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La tierra de los cazadores de fronteras, por Sherlock

A diferencia del dueño y editor de este blog, cuya vagancia y falta de compromiso con sus lectores son proverbiales y legendarias, uno siente la necesidad de comunicar cosas. Y además también tengo tiempo libre. Y ganas de aprovecharlo en algún lugar lejano. Así fue como acabé en Polonia en pleno febrero. Podría hablaros de Cracovia. Cracovia es una ciudad preciosa: monumental, limpia, bien cuidada, que se salvó de los sucesivos bombardeos aliados y soviéticos y ha sabido preservar un sabor medieval único en Polonia. También podría hablaros de mi visita a Varsovia. Gris, soviética, impersonal, gélida y distante; una urbe comunista reconstruida después de ser prácticamente borrada del mapa durante la Segunda Guerra Mundial, en la que solo la presencia del majestuoso río Vístula y un casco histórico que ha intentado preservar su antigua gloria merecen la visita del turista que no busque precisamente la esencia comunista del país satélite en la que se firmó el famoso Pacto. Pero obviamente no voy a hacerlo, por una sencilla razón, y es que este no es un blog de viajes. Es un blog de Fronteras. Si estás buscando información sobre los-siete-malditos-monumentos-petados-de-guiris-y-completamente-sobrevalorados-que-no-debes-perderte, este no es tu lugar. Este blog se llama Fronteras por algo. Sí, ya sé que el tarado de su dueño habla a veces de música disco de los 90 o de novelas de ciencia ficción. No es culpa mía. Pero hasta donde yo sé aquí a veces se habla de fronteras. Y de eso he venido yo a hablar. De cómo me fui hasta la triple frontera entre Rusia, Polonia y Lituania.  

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Monolito en la triple frontera, visto desde Rusia. Esta foto es sumamente ilegal.

La frontera más alta de la Tierra

Que el Everest «está en Nepal» es una creencia tan común como errónea. El Monte Everest, el más alto del planeta, se encuentra dividido por la frontera entre China y Nepal exactamente por su cima. El Himalaya es la frontera natural entre Nepal y China, y desde 1961 también la administrativa. Desde el Everest la frontera discurre por la ladera hasta el Collado Sur, el último campo base antes de la cima del pico más alto del mundo, y también pasa por la cima del Lhotse, cuarta montaña más alta del planeta, situada junto al propio Everest. Desde allí va de cima en cima hasta las dos triples fronteras con la India. Pero, ¿desde cuándo se sabe que el Everest es el pico más alto del mundo? ¿Y desde cuándo es la frontera más alta del planeta?

El Monte Everest (fuente), conocido localmente como सगरमाथा o Sagarmāthā en nepalí y ཇོ་མོ་གླང་མ, o Chomolungma en tibetano. Saber esto antes de la existencia de la Wikipedia era harto complicado. Y por eso el Everest se llama así: el tipo que le puso el nombre no pudo preguntarle a los tibetanos o nepalís; aquellos reinos estaban vetados a los extranjeros y, a diferencia de casi todos los demás ochomiles de la zona, no se le conoce con su nombre local.

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La triple frontera más bella del mundo

El Escudo Guayanés es una de las formaciones geológicas más antiguas de la Tierra. Se extiende a lo largo de seis países en la costa nororiental de América del Sur, y ocupa una extensión de más de un millón de kilómetros cuadrados. Dentro de ella se encuentran los famosos y espectaculares tepuyes (tepuy en pemón significa cerro o montaña), montañas de cima plana que sobresalen centenares de metros del suelo circundante y cuyas laderas cortadas a pico hacen aparentemente inalcanzables sus cimas. Son una visión onírica, en mitad del abismo verde una mesa de un tamaño casi inabarcable sobresale como si fuera la morada de los Dioses. Así lo han considerado durante centurias las tribus que habitan la zona. Uno de los tepuyes más espectaculares es el Monte Roraima. Fue el primero de los grandes tepuyes en ser escalado y en su cima, además de un paisaje sobrecogedor, encontramos un trifinium, una triple frontera, entre Venezuela, Guyana y Brasil. También es parte del escenario de una vieja disputa territorial. Esta es su historia.

El tepuy Roraima (fuente)

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La Triple Frontera (por Tucumano, segunda parte)

(Nota: al igual que la primera parte, esta entrada es obra de Tucumano, que nos ha proporcionado el placer de leer una crónica de viaje a uno de los lugares más bellos de la tierra, en primera persona y con alto contenido fronterizo. Todo el mérito es suyo, cualquier inexactitud o incorrección del texto deben atribuírmela a mí).

La confluencia entre los ríos Paraná e Iguazú marca la Triple Frontera más conocida del Cono Sur.

El trifinium propiamente dicho, el punto exacto donde se cruzan las fronteras de Paraguay, Brasil y Argentina, se encuentra en la parte más profunda del Río Paraná a la altura de la confluencia perpendicular del Río Iguazú. Al tratarse de un tripoint acuático, lógicamente no hay un hito fronterizo en el lugar exacto, sino que cada país tiene su respectiva pirámide en el punto más cercano al trifinium. Para llegar a las costas hay que bajar decenas de metros por pendientes escarpadas y llenas de barro, por lo que los monumentos e hitos están en la tierra elevada. Erróneamente, los lugareños creen que es el único trifinium del mundo marcado únicamente por ríos, aunque en Europa del Este existen unos cuantos. Seguir leyendo

La Triple Frontera (por Tucumano, primera parte)

La entrada de hoy es obra de Tucumano. Después de pedirme durante más de dos años que hiciera el favor de hablar de la triple forntera entre Brasil, Paraguay y Argentina, y recibir vagas promesas como respuesta (sí, amigos lectores, soy vago y mal pagador, qué le vamos a hacer), decidió aplicar el do-it-yourself, y me envío esta magnífica entrada. Mi labor sobre el texto se ha reducido a acortar algunos párrafos y a ampliar brevemente otros. Todo lo bueno que tiene este texto es obra de Tucumano, y cualquier inexactitud o error me lo pueden recriminar a mí, tirándome piedras si hace falta. Que lo disfruten.

De toda la vida he sido un aficionado a las fronteras, a esa extraña sensación de estar en un lugar donde algo acaba y otra cosa empieza. Cuando descubrí este blog me fascinó no sólo saber que había alguien que compartía mi afición, sino que fuera lo suficientemente geek como para investigar y difundir el conocimiento fronterizo. Con el correr de los meses y de las entradas noté cierta predilección por los asuntos europeos, algo lógico teniendo en cuenta que allá en Europa son expertos en cuestiones limítrofes. Me llamó la atención, eso sí, la cantidad de entradas dedicadas a Canadá (una única frontera internacional, y encima prácticamente toda ella es una línea recta) o Australia. Por el amor del cielo, Australia no tiene fronteras, ¿por qué tanto hablar de los dichosos aussies? Encima apenas se hablaba de mi continente (o subcontinente), Sudamérica. Le pedí a Diego que le dedicara una entrada a la Triple Frontera, primero educadamente, luego más directamente, y al final recurrí a secuestrar a su gato y a amenazar a su familia, pero todo fue en vano. Así que finalmente pensé que si quieres que algo se haga bien tiene que hacerlo uno. Con mi familia, hicimos las valijas y nos fuimos a Puerto Iguazú.

Imagen satelital de la zona trifronteriza

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Si Matt Harding visitara la frontera

He aquí lo que haría…

El responsable del baile es Hugo, lector impenitente de Fronteras, que celebra así la llegada de la primavera en Aquisgrán. Tres segundos, tres países.

(Si alguien no sabe quién es Matt Harding, puede leer su historia aquí).

Cosas que hacer en Europa cuando estás muerto… de frío

Hay quienes dicen que llegada una edad es hora de asentar la cabeza. Decepcionémosles.

Ignacio Izquierdo. Crónicas de una cámara.

Supongamos que un bloguero cualquiera tiene un trabajo que, por regla general, implica madrugar y conducir mucho. ¿Qué es lo que haría si tiene un par de días de vacaciones? ¡Exacto! Emplearlos en madrugar más de lo normal y conducir más de lo humanamente recomendable. Si a ello le añadimos la mayor ola de frío que ha padecido Europa en décadas, ¿qué tenemos? Efectivamente, un bloguero congelado en mitad de la autopista. Aprovechando un viajecito cortesía de la empresa que me permite pagar la conexión a Internet y, por tanto, martirizar a mis lectores con esta clase de entradas, me fui a conocer dos lugares que llevaba tiempo queriendo visitar; Baarle y el trifinium del Monte Vaals. Esta es la crónica.

Hace frío, claro que hace frío. ¿Dónde creías que estabas? ¿En Florida?

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Deutsch Jahrndorf: Behind the scenes

(Hace unos días: El último pueblo del mundo libre).

Mi pasión por las fronteras comenzó hace algo menos de dos años, cuando, con mucho insomnio y un ADSL de veinte megas por toda compañía, me dediqué noche tras noche a leer la Wikipedia, saltando de tema en tema como el que picotea en un bufé libre. Desde que leí entradas como la de Vaalserberg, o la triple frontera en las cataratas del Iguazú, quise poner un pie en un trifinium. Cuando en julio mi mujer y yo organizamos las vacaciones centroeuropeas (Praga, Viena y Budapest), ya sabía perfectamente lo cerca que quedaba la triple frontera de la autopista de Bratislava a la capital húngara. Así que, tras alquilar un coche en la Hertz de Praga, emprendimos el camino hacia Hungría, con escala en tres fronteras.

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Sobre estas líneas, la frontera entre Chequia y Austria, camino de Viena. Debajo, otra vista del mismo lugar mirando hacia la República Checa, plagada de anuncios de casinos, prostíbulos y restaurantes. La zona fronteriza checa está llena de este tipo de establecimientos, además de decenas de gasolineras.

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El último pueblo del mundo libre

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División de Austria tras la II Guerra Mundial

Tras el final de la II Guerra Mundial, el territorio alemán fue dividido en cuatro zonas de ocupación, una para cada uno de los ejércitos aliados (británicos, norteamericanos, soviéticos y franceses). Pero Alemania no fue el único país que acabó partido en cuatro. Su vecino del sur, Austria, al que se había anexionado en 1938, también fue troceado y repartido entre los aliados. De idéntica manera a como sucedió en Berlín, Viena también fue partida en cuatro zonas de ocupación, con el centro de la ciudad convertido en zona internacional. Se dice que la idea de Stalin era repetir la jugada de Alemania, y llevarse como trofeo todo el este de Austria, al igual que había hecho con la RDA; finalmente no fue así, y tras la muerte del genocida georgiano en 1953, las negociaciones con los soviéticos culminaron en la creación del Estado Austríaco en 1955. Poco después de la independencia, Austria proclamó su permanente neutralidad, condición impuesta por los soviéticos para irse del país, temerosos de que los Austríacos ingresaran en la OTAN. La situación geográfica del país provocó que gran parte de él estuviera rodeado por naciones socialistas. La Yugoslavia de Tito, además de Checoslovaquia y Hungría, ambos miembros del Pacto de Varsovia, tenían frontera con Austria, y se encontraban muy cerca de Viena. La frontera Checoslovaca estaba a apenas cincuenta kilómetros, y la húngara, a poco más. Y en el cruce de ambas, es decir, el trifinium entre Austria, Checoslovaquia (actualmente Eslovaquia) y Hungría, se encontraba (y se encuentra) Deustch Jahrndorf, una pequeña población de poco más de quinientos habitantes, situada más al este que cualquier otra población de Austria, y limítrofe con dos secciones del Telón de Acero, la húngara y la checoslovaca. Más al este no existía ningún pueblo, en toda Europa central, que no estuviera bajo el régimen soviético. Deutsch Jahrndorf fue, durante décadas, el último pueblo del mundo libre.

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Entrada al pueblo austríaco de Deutsch Jahrndorf, en el estado de Burgenland (fuente)

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