El desierto de Mojave no tiene extremos. El desierto es un extremo en sí mismo. La temperatura más alta jamás medida en el Planeta Tierra se dio allí. 57 grados a la sombra, suficiente para matar a un ser humano en un par de horas expuesto al sol despiadado. Por las noches, sin embargo, la cosa cambia. Incluso en verano la temperatura puede caer por debajo de los veinte grados, y en invierno se han medido temperaturas de diez bajo cero. Desde hace unos años, además, por la noche el desierto no es un lugar tan solitario. En la oscuridad infinita una luz brilla más que todas las estrellas. Se trata de un faro, el faro más inesperado y más raro del mundo, a 160 kilómetros de la costa más cercana. El faro del desierto
Iconos de la carretera
España Bizarra: Capricho de Cotrina, el castillo alucinógeno que un albañil autodidacta construyó para su hija
En un rincón apartado de Extremadura hay una casa de campo absolutamente estupefaciente, como si Gaudí se hubiera metido un tripi después de ir a la sesión de noche del Sónar. Su autor no es un reputado estudio de arquitectura, sino un albañil autodidacta, don Francisco González Grajera, que cuando su hija le pidió que la casa de campo que iba a construir fuera especial, se sacó de la manga una fantasía de curvas, colores y trencadís. El Capricho de Cotrina

Australian Big Things, las atracciones de carretera absurdas de las cunetas y áreas de servicio australianas
Australia es famosa por ser el hogar del 90% de las cosas venenosas del mundo; su eslógan no oficial es «donde todo quiere matarte«. Todo en Australia es superlativo, las distancias, las superficies, la fauna, la flora y las cosas que construyen en mitad del campo. Y las cunetas de sus carreteras no podían ser menos. Las carreteras australianas son memorables por muchas razones, no pocas de las cuales están relacionadas con su desmesurada longitud, su no menos descomunal aislamiento y por lo legendario de algunos de los lugares que atraviesa. Pero en los márgenes de las interminables cintas de asfalto del Down Under encontramos auténticos tesoros. Una larga serie de esculturas entre lo pop y lo kitsch saludan a los viajeros con sus vivos colores y sus extravagancias, generalmente con la intención de hacer que el automovilista o camionero detenga su máquina y se gaste unos pocos dólares en el lugar. Con el tiempo las esculturas, dispersas por todo el inmenso territorio australiano, devinieron en objetos de culto y veneración entre los friquis del lugar, y fueron denominadas conjuntamente como Big Things, o Cosas Grandes. Hoy vamos a ver las mejores Cosas Grandes de Australia.

Cuando el tamaño sí que importa: Las estatuas más grandes del mundo
Cuenta la leyenda que el escritor francés Guy de Maupassant odiaba tanto la Torre Eiffel que solía comer en el restaurante que hay en ella, porque era el único lugar de la ciudad desde el que el «espárrago de metal» no era visible. De la misma manera y alrededor del globo encontramos monumentos hechos para ser visibles desde cualquier parte, en ocasiones desde lugares extremadamente lejanos. Hoy en Fronteras, un repaso a las estatuas más grandes del mundo: religión, culto a la personalidad y megalomanía hechas arte. Arte descomunal
15.- Garuda Visnu Kencana, 76 metros (con base: 122 metros) – Bali, Indonesia
Veintiocho años. Ese es el tiempo que llevó construir esta monumental escultura en la isla indonesia de Bali desde la colocación de la primera piedra en 1997 hasta su inauguración en 2015. Entre medias dos crisis economicas mantuvieron parada la obra durante década y media. La escultura, realizada en cobre y piedra, representa al mítico pájaro Garuda siendo cabalgado por Visnú a cambio del uso del elixir de la vida eterna. Sus 64 metros de ancho, sumado al hecho de estar encima de un edificio de quince plantas la hacen una de las estatuas más voluminosas del mundo, si no la que más.

Los Grateful Dead y por qué la gente roba hitos kilométricos en las carreteras de Colorado
¿Qué tienen que ver el Departamento de Carreteras del estado de Washington y los fumadores de marihuana? ¿Cuál es la relación entre ese canuto que te estás liando, so golfo, y el kilómetro 676 de una autopista cualquiera en Colorado? ¿Por qué una quedada de escolares en 1971 ha derivado en el robo sistemático de señales de tráfico en la segunda década del siglo XXI? Son muchas preguntas, pero todas ellas nos llevan a este hito kilométrico en Colorado: la milla 419,99 de la Interestatal 70.
Casey, el pequeño pueblo de las cosas grandes
El road trip, el largo viaje por carretera por placer u obligación, es un invento norteamericano; aunque en 1913 se estableció la primera carretera transcontinental (la Lincoln Highway), no fue hasta los años 3o cuando comenzó a ser posible viajar de forma relativamente rápida (menos de dos semanas) entre ambas costas, y hasta después de la II Guerra Mundial cuando el concepto se popularizó. Entre 1945 y 1960 el número de automóviles circulando por las carreteras de Estados Unidos se multiplicó por tres, pasando de 25 a 75 millones, y en una época en la que el Sistema de Interestatales no existía o estaba todavía en pañales, la mayoría de las carreteras eran de un carril por sentido y cruzaban el downtown de pueblos y ciudades. Muchos lugares intentaron agarrar su parte del pastel del incipiente turismo instalando todo tipo de atracciones que llamaran la atención del viajero para así animarle a detenerse un rato y dejarse unos dólares. Así aparecieron lo que en inglés llaman Roadside Attractions o iconos de carretera, esculturas, edificios, muñecos gigantes o cualquier cosa que haga que el señor y la señora Smith detengan su coche, liberen a los niños del asiento trasero y se dejen unos pocos billetes allí. Si hay un lugar donde esa clase de expresión artística profundamente kitsch ha alcanzado su máxima expresión es Casey, Illinois.

La última parada: las evanescentes áreas de descanso de las carreteras de EE.UU.
El viaje por carretera ocupa un lugar central dentro de la cultura popular norteamericana en el siglo XX. Como rito de paso al superar la adolescencia, por trabajo o simplemente como puro esparcimiento, desde los años cincuenta en adelante recorrer las inmensas distancias que cubren las carreteras de EE.UU. se convirtió en costumbre y a veces necesidad. A ello contribuyó mucho la creación del Sistema Interestatal de Carreteras impulsada por el presidente Eisenhower. Con las carreteras y los viajeros aparecieron algunos de los elementos más reconocibles de la cultura de carretera norteamericana: moteles, cafeterías, estaciones de servicio y, claro, áreas de descanso.
Organ, Nuevo México
Las paradas de autobús, el secreto inesperado de las carreteras soviéticas
Cuando uno piensa en «arquitectura soviética» lo primero que le viene a la cabeza son grises y monótonos bloques de hormigón alineados como si fueran parte de un desfile norcoreano. Pero en la felizmente extinta URSS pueden encontrarse rincones donde la creatividad se desbordaba. No en grandes palacios de congresos o mastodónticos edificios gubernamentales sino en pequeñas marquesinas de autobús dispersas aquí y allá por todo el vasto territorio del imperio soviético. El fotógrafo canadiense Christopher Herwig descubrió este fascinante microcosmos viajando en bicicleta de Londres a San Petesburgo, allá por el año 2002. Durante la siguiente década recorrió más de treinta mil kilómetros en catorce países, de Estonia a Georgia y de Moldavia a Kirguistán, buscando esas pequeñas explosiones de imaginación en las cunetas de los caminos soviéticos.
Gagra, Abjasia (Georgia)
Iconos de la carretera: El barco de Chanquete
Para cualquier españolito que sobrepase la treintena o se acerque moderadamente Verano Azul es un auténtico mito de la televisión. Fue emitida originalmente entre octubre de 1981 y febrero de 1982, pero las constantes reposiciones veraniegas que Televisión Española programó durante la siguiente década y media hicieron la serie conocida por todos los nacidos en los setenta y los ochenta. Ya en el momento de su emisión la serie fue un auténtico éxito, hasta el punto de que algunas reposiciones tuvieron más audiencia que la emisión original. Cuentan algunas crónicas que la muerte de Chanquete (un auténtico trauma) fue desvelada antes de que el capítulo correspondiente fuera emitido, y que se levantaron no pocas voces exigiendo el indulto para el personaje dueño de La Dorada, el barco que inspiró la canción protesta más popular de los ochenta.
Nooooo, noooo no nos moverán
Iconos de la carretera: Mazinger Z en Tarragona
La historia la destapó hace ya años Fogonazos (aunque yo la leí por vez primera en el legendario blog de Javi Moya), haciéndose eco de un persistente rumor que circulaba por la Internet hispana. En un pueblo de la provincia de Tarragona, aproximadamente a 110 kilómetros de Barcelona, se encontraba un Mazinger Z de proporciones colosales, en mitad de una urbanización supuestamente abandonada. Inmediatamente la noticia corrió como la pólvora por todas las cuevas de otakus y frikis de todo pelaje, que acudieron en manada a visitar tan extraño lugar, que había pasado desapercibido durante décadas. Fronteras no iba a ser menos, así que ahí va la historia de este semidesconocido icono de las carreteras españolas.




