Como cruzar la frontera de Rusia sin visado ni pasaporte

Rusia es uno de los pocos países del primer mundo que sigue exigiendo visado previo como requisito indispensable para entrar a los nacionales de la Unión Europea o Estados Unidos. Un viejo rescoldo de la Guerra Fría que todavía no se ha apagado del todo, y que convierte en un engorro entrar al país más grande del mundo. Esto se agrava cuando intentas entrar en coche al país. Según todas las guías, el consejo fundamental es «no lo hagas». Los requisitos exigidos para meter el propio vehículo en territorio ruso son tan grandes que sale mucho más a cuenta alquilar uno una vez dentro del país. Ahora bien, existe un paso fronterizo desconocido y remoto donde uno puede entrar en su coche en Rusia, sin visado, sin pasaporte y sin mostrar ningún tipo de documentación. Vamos a averiguar cómo.

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Colas que se montan en la frontera entre Lituania y Rusia cuando a Putin se le va la olla y decide bloquear el paso sin razón aparente. (fuente)

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Las paradas de autobús, el secreto inesperado de las carreteras soviéticas

Cuando uno piensa en «arquitectura soviética» lo primero que le viene a la cabeza son grises y monótonos bloques de hormigón alineados como si fueran parte de un desfile norcoreano. Pero en la felizmente extinta URSS pueden encontrarse rincones donde la creatividad se desbordaba. No en grandes palacios de congresos o mastodónticos edificios gubernamentales sino en pequeñas marquesinas de autobús dispersas aquí y allá por todo el vasto territorio del imperio soviético. El fotógrafo canadiense Christopher Herwig descubrió este fascinante microcosmos viajando en bicicleta de Londres a San Petesburgo, allá por el año 2002. Durante la siguiente década recorrió más de treinta mil kilómetros en catorce países, de Estonia a Georgia y de Moldavia a Kirguistán, buscando esas pequeñas explosiones de imaginación en las cunetas de los caminos soviéticos.

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Gagra, Abjasia (Georgia)

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Cómo conducir tu coche sobre el agua

En este blog hemos hablado muchas veces de carreteras. Hemos recorrido caminos letales en Bolivia, avistado solitarias lenguas de asfalto en China o Argelia, hollado senderos infinitos en la vastedad inmensa del norte de Canadá y, por supuesto, hemos jadeado sedientos en los agrietados y resecos caminos australianos. También visitamos toda la longitud de la Nacional 340, la carretera más larga de España, en una serie de entradas igual de larga. Sirva esta introducción pletórica de autobombo y enlaces a mi propio blog para demostrar mi afición a los caminos y al asfalto. Ahora bien, hasta ahora nunca habíamos encontrado una carretera sobre el agua. Hemos cruzado algún puente sobre ella, pero siempre como algo accesorio, accidental, porque no hay más remedio. Lo que hoy vamos a ver son carreteras en las que el agua no es un accidente, sino el camino. No os abrochéis los cinturones para este viaje, las autoridades aconsejan no hacerlo. Por si nos hundimos.

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Este puente siguiendo el curso de un río existe, está en China y mide cuatro kilómetros de largo. Pero no es de puentes de lo que vamos a hablar hoy

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El vuelo internacional más corto del mundo y otras curiosidades para aerotrastornados

El primer vuelo regular de la historia de la aviación despegó el 1 de enero de 1914 de la localidad de Tampa, situada en el estado norteamericano de Florida, y aterrizó unos minutos más tarde en St. Petersburg, situado al otro lado de la Bahía de Tampa. Durante los cuatro meses que duró la ruta se transportaron en un hidroavión llamado Safety First un total de 1205 pasajeros, que pagaron cinco dólares cada uno por ahorrarse el, por entonces, tedioso recorrido terrestre. Aquella primera ruta aérea regular apenas recorría 33 kilómetros de vuelo. Desde entonces la cosa ha evolucionado bastante. A día de hoy la ruta regular más larga del mundo recorre más de quince mil kilómetros para enlazar los aeropuertos de Singapur y Newark, en el área metropolitana de Nueva York, algo para lo que son necesarias casi 19 horas. La cancelación de este vuelo y del segundo más largo (Singapur-Los Ángeles) dejará a la ruta de la Qantas australiana entre Sídney y Dallas como la más larga del mundo (en recorrido), y a la Johannesburgo-Atlanta de Delta como la más larga en tiempo (16 horas y 55 minutos). En el otro extremo, el vuelo regular más corto del mundo, tenemos a la aerolínea regional escocesa Loganair, que opera una ruta entre las islas de Westray y Papa Westray. Los aeródromos de las islas están situados a apenas dos kilómetros y medio. El tiempo de duración oficial del vuelo es de dos minutos, aunque según la configuración de las pistas puede durar 45 segundos.

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Recorrido completo del vuelo regular más corto del mundo (fuente). En la noticia del Daily Mail se puede ver un vídeo del vuelo entero. De todo esto y de más cosas se habló en Fronteras hace cinco años.

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Diez pueblos con exactamente un habitante

En El disputado voto del Señor Cayo, el enorme Miguel Delibes contaba la historia de cómo tres miembros de un partido político buscan votos en la España más rural. Eran los setenta, las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco. En uno de esos pueblos castellanos pasto del olvido se encuentran con el Señor Cayo; uno de los dos únicos habitantes que quedan en el lugar, que además no se habla con el otro. El contraste entre los jóvenes militantes, modernos, urbanitas y concienciados y el casi anciano lugareño y su forma sencilla de ver la vida es el hilo conductor que da forma a la novela. El señor Cayo era un resistente, una rémora destinada a desaparecer, como su propio pueblo. Treinta años después siguen existiendo lugares así. Hoy, en Fronteras, pueblos con exactamente un habitante.

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Treinta y cinco países más jóvenes que tú (II)

Los primeros años de la década de los noventa fueron pródigos en nacimientos de nuevas naciones e independencias variadas. Las hubo traumáticas, sencillas, con guerras, pactadas de antemano, inevitables… de todo. Los desmembramientos de la Unión Soviética y de Yugoslavia (mucho más traumático el segundo que el primero) hicieron brotar los países como setas. Para los escolares de la época, eso supuso que la cosa no era «Rusia capital Moscú» y santas pascuas, sino que de repente aparecían ciudades impronunciables como Dushanbé, Chisinau o Bishkek, capitales de países en ocasiones no sólo impronunciables sino completamente intercambiables unos con otros.

1989

El mundo en 1989 (click para ampliar). Durante la siguiente década, las violentas convulsiones en Europa y Asia relacionadas con el desplome del llamado socialismo real provocaron el nacimiento de docena y media de nuevas naciones.

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Ciudades divididas: Valga/Valka

Las fronteras entre dos países se trazan a lo largo de los siglos siguiendo accidentes naturales (cordilleras, ríos, lagos), o bien mediante tratados que establecen unos límites concretos a lo largo del territorio. Estos límites se marcan mediante marcadores fronterizos, situados normalmente en mitad de la nada, que son colocados por comisiones mixtas de los países que dirimen sus límites. Estos postes fronterizos marcan dónde empieza la soberanía de un país y donde comienza la del otro. La línea imaginaria que une los distintos marcadores entre sí forma la frontera.

Pero existen muchos casos en los que esas líneas imaginarias atraviesan pueblos habitados, por lo que la frontera se convierte en algo tangible y real, pudiendo cambiar de país con sólo cruzar la calle, o, incluso, con sólo ir a la casa del vecino. Un caso extremo es Baarle, que ya tratamos aquí hace unos días, pero en Europa, donde los movimientos de fronteras a lo largo del siglo XX fueron enormes (con apariciones y desapariciones de países incluidas), las ciudades divididas son muy numerosas.

Mapa de Valga y Valka en Google Maps. Click para ver más grande.Es el caso de los pueblos de Valga, en Estonia, y Valka, en Letonia. Fundadas ambas como Walk a finales del siglo XIII por templarios alemanes, la soberanía del territorio que ocupan pasó por manos polacas, suecas y rusas a lo largo de los siguientes seis siglos y medio, hasta llegar a la ocupación alemana durante la I Guerra Mundial. Tras la derrota germana en el conflicto armado, Las Repúblicas Bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) se convirtieron en naciones independientes, y fue frecisamente en Valka donde Letonia proclamó su independencia, y donde la bandera rojiblanca del país ondeó por primera vez, el día 15 de noviembre de 1918. Estonia había proclamado la suya en febrero, y fue entonces cuando apareció la división. El desacuerdo entre las recién nacidas naciones de Estonia y Letonia sobre sus límites fronterizos se dirimió mediante un arbitraje internacional, encabezado por un coronel británico. El 1 de julio de 1920 se dictaminó el trazado exacto de la frontera, y la mayor parte de la localidad de Valka quedó en territorio estonio, pasando a formar parte de Valga, mientras que Valka recibió alrededor de ochenta casas dentro de su territorio.

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