Me quedo con tu matrícula: un viaje alrededor del mundo a través de las placas de los coches

Las matrículas de los vehículos pertenecen a esa categoría de objetos que son simultáneamente burocráticos y sugerentes, como las pantallas de destinos de los aeropuertos o la señalización geográfica de las autopistas. Una matrícula es en esencia un objeto puramente administrativo, cuya utilidad es identificar un vehículo determinado y a su dueño, certificar que la maquinaria del Estado ha dado su visto bueno para su circulación. Pero también es más que eso. Un automóvil extranjero es como un pedacito de otro país circulando por nuestros caminos. Cruzarse con un coche, una moto, o una autocaravana con una matrícula extranjera nos evoca el recorrido que habrá realizado el vehículo desde su hogar hasta la calle donde lo vemos aparcado o el cruce donde nos lo topamos. Nos inspira preguntas y nos sugiere itinerarios, y más cuanto más lejano es el país de procedencia del vehículo.

Una furgoneta marca Toyota matriculada en Iowa y fotografiada en Sitges (Barcelona)

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Las paradas de autobús, el secreto inesperado de las carreteras soviéticas

Cuando uno piensa en «arquitectura soviética» lo primero que le viene a la cabeza son grises y monótonos bloques de hormigón alineados como si fueran parte de un desfile norcoreano. Pero en la felizmente extinta URSS pueden encontrarse rincones donde la creatividad se desbordaba. No en grandes palacios de congresos o mastodónticos edificios gubernamentales sino en pequeñas marquesinas de autobús dispersas aquí y allá por todo el vasto territorio del imperio soviético. El fotógrafo canadiense Christopher Herwig descubrió este fascinante microcosmos viajando en bicicleta de Londres a San Petesburgo, allá por el año 2002. Durante la siguiente década recorrió más de treinta mil kilómetros en catorce países, de Estonia a Georgia y de Moldavia a Kirguistán, buscando esas pequeñas explosiones de imaginación en las cunetas de los caminos soviéticos.

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Gagra, Abjasia (Georgia)

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Nuestros vecinos se llaman igual que nosotros (segunda parte)

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Asia

Kurdistán (Irak)-Kurdistán (Irán)

El Kurdistán en su sentido más amplio abarca casi 400.000 kilómetros cuadrados de Irak, Irán, Siria y Turquía. Únicamente dos de esos países reconocen al pueblo kurdo de alguna manera en su organización territorial. En Irán encontramos la Provincia de Kurdistán, dentro de una región geográfica bastante más amplia, y en Irak la Región de Kurdistán, la única donde los kurdos tienen un autogobierno digno de ese nombre. El nombre de Kuridistán significa tierra de los kurdos (el sufijo -stan, del persa antiguo, significa «lugar de», y como seguro que ya sabéis aparece en el nombre de siete naciones independientes); el nombre del pueblo kurdo, a su vez, proviene del antiguo Reino de Corduene (también escrito Gordiene, Cardyene y como media docena de grafías más en cuatro alfabetos distintos). La división entre los kurdistanes iraquí e iraní proviene del tratado de Zuhab, firmado por el Imperio Otomano y Persia, el actual Irán, en 1639. El Imperio Otomano se convirtió en la Turquía contemporánea tras su derrota en la I Guerra Mundial, y Gran Bretaña recibió un mandato de la Sociedad de Naciones (el organismo precedesor de la ONU que existió entre 1919 y 1946) para administrar parte de los territorios del Imperio Otomano en oriente medio; uno de ellos fue el Mandato Británico de Mesopotamia, que resultaría en el actual Irak tras su independencia en 1932. En cuanto a las regiones administrativas actuales, la iraquí fue creada por primera vez en los años setenta tras una larga lucha de los kurdos para lograr más autogobierno, y recientemente ratificada tras la invasión norteamericana de Irak de 2003, mientras que la iraní procede de la división en los años sesenta de la provincia de Azerbaiyán, de la que, como imaginaréis, vamos a hablar ahora mismo.

Kurdistan_Irak

Los límites oficiales de los kurdistanes iraquí e iraní

Kurdistan_Iran

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Treinta y cinco países más jóvenes que tú (II)

Los primeros años de la década de los noventa fueron pródigos en nacimientos de nuevas naciones e independencias variadas. Las hubo traumáticas, sencillas, con guerras, pactadas de antemano, inevitables… de todo. Los desmembramientos de la Unión Soviética y de Yugoslavia (mucho más traumático el segundo que el primero) hicieron brotar los países como setas. Para los escolares de la época, eso supuso que la cosa no era «Rusia capital Moscú» y santas pascuas, sino que de repente aparecían ciudades impronunciables como Dushanbé, Chisinau o Bishkek, capitales de países en ocasiones no sólo impronunciables sino completamente intercambiables unos con otros.

1989

El mundo en 1989 (click para ampliar). Durante la siguiente década, las violentas convulsiones en Europa y Asia relacionadas con el desplome del llamado socialismo real provocaron el nacimiento de docena y media de nuevas naciones.

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