Los ocho elementos más absurdos que se pueden encontrar en las banderas nacionales

Las banderas nacionales tal y como hoy las conocemos, representativas de un pueblo o de una nación independiente, son un producto de las revoluciones liberales burguesas del siglo XVIII y del auge del nacionalismo romántico en el siglo XIX. Son representaciones de un grupo, símbolos que subliman el sentimiento de pertenencia a la tribu consustancial al ser humano. El proceso de adopción de una bandera nacional va desde la adaptación de alguna enseña de guerra cuyas raíces se hunden en el mito y la noche de los tiempos (caso de Dinamarca) hasta la celebración de un concurso de diseño popular (casos de China y Nigeria, entre otros que podéis leer en casa del Mapache vexilólogo). Por poner un ejemplo, repasemos la historia de la bandera española, que es la que tengo más a mano. Una canción de nuestro ejército dice algo así como «Con la sangre de un patriota/ y con un rayo de sol/ hizo Dios una bandera/ y se la dio al pueblo español«. Ohhh qué bonito, lágrimas como balones de fútbol ruedan por mis mejillas antes de caer al polvo del camino. Pero mire usted, no. Ni Dios, ni patriota, ni sol ni leches en vinagre. La bandera española tiene los colores que tiene porque se ven bien desde lejos. Si en la época de Carlos III se hubieran inventado los colores flúor la bandera española se confundiría con los apuntes de un estudiante de bachillerato. Se supone que los colores, los emblemas o las insignias presentes en una bandera son alegorías de cualidades geográficas, étnicas, históricas o políticas del país al que representan. Pero es mentira. Una bandera, queridos, es un trapo de colores. Punto. Y para probarlo vamos a dar un paseo por las aberraciones presentes en las banderas nacionales del ancho mundo.

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El vuelo internacional más corto del mundo y otras curiosidades para aerotrastornados

El primer vuelo regular de la historia de la aviación despegó el 1 de enero de 1914 de la localidad de Tampa, situada en el estado norteamericano de Florida, y aterrizó unos minutos más tarde en St. Petersburg, situado al otro lado de la Bahía de Tampa. Durante los cuatro meses que duró la ruta se transportaron en un hidroavión llamado Safety First un total de 1205 pasajeros, que pagaron cinco dólares cada uno por ahorrarse el, por entonces, tedioso recorrido terrestre. Aquella primera ruta aérea regular apenas recorría 33 kilómetros de vuelo. Desde entonces la cosa ha evolucionado bastante. A día de hoy la ruta regular más larga del mundo recorre más de quince mil kilómetros para enlazar los aeropuertos de Singapur y Newark, en el área metropolitana de Nueva York, algo para lo que son necesarias casi 19 horas. La cancelación de este vuelo y del segundo más largo (Singapur-Los Ángeles) dejará a la ruta de la Qantas australiana entre Sídney y Dallas como la más larga del mundo (en recorrido), y a la Johannesburgo-Atlanta de Delta como la más larga en tiempo (16 horas y 55 minutos). En el otro extremo, el vuelo regular más corto del mundo, tenemos a la aerolínea regional escocesa Loganair, que opera una ruta entre las islas de Westray y Papa Westray. Los aeródromos de las islas están situados a apenas dos kilómetros y medio. El tiempo de duración oficial del vuelo es de dos minutos, aunque según la configuración de las pistas puede durar 45 segundos.

vuelo mas corto del mundo

Recorrido completo del vuelo regular más corto del mundo (fuente). En la noticia del Daily Mail se puede ver un vídeo del vuelo entero. De todo esto y de más cosas se habló en Fronteras hace cinco años.

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