Calle Aragón. Avenida de Segovia. Camino de Talavera. Callejón de Tarragona. Calle Madrid. Cuesta de Pamplona. Plaza de Granada. Puede parecer el callejero de una urbanización de extrarradio a las afueras de una capital de provincia, o el noménclator de un juego de mesa parecido al Monopoly, pero no. Todas y cada una de ellas existen en el más inverosímil e inesperado de los lugares: La costa de Australia Occidental. Y son un homenaje al escritor más famoso de todos los tiempos en nuestra lengua, a la que no llamamos «Lengua de Cervantes» por casualidad. Sorprendentemente, o no tanto, en realidad ese homenaje fue producto de un error. Esta es la historia de Cervantes, un pueblo de 500 habitantes a quince mil kilómetros de España donde los españoles nos podemos sentir como en casa.









