Ciudades divididas: Rivera y Santana do Livramento (por Marcelo Pericic)

Lo bueno que tiene ser un blogger famoso en todo el orbe, además de los millones de euros de la cuenta corriente, los yates, los descapotables y demás, es que los lectores se ofrecen para escribir por uno. Así pues, Marcelo, uno de los lectores argentinos más activos, me envió esta fantástica crónica de viaje a las ciudades gemelas de Riviera (Uruguay) y Santana do Livramento (Brasil). Como en anteriores ocasiones, todo el mérito que tiene la entrada es suyo, y cualquier errata es atribuible a mi manifiesta y mundialmente reconocida incompetencia.

Paso internacional entre Colón (Argentina) y Paysandú (Uruguay).

Me gusta definirme como viajero. He recorrido toda la Argentina a lo largo de muchos viajes, a veces en auto manejando miles de kilómetros y a veces en omnibús y avión. Cuando me propuse recorrer Uruguay, pensé que, dado el tamaño del país, con diez días bastaría. Una de las primeras etapas consistió en llegar hasta Rivera, manejando desde Buenos Aires. En Argentina es conocido el hecho de que «hay un pueblo en Uruguay que está tan cerca de Brasil que basta cruzar la calle». Desde la frontera con Argentina (ColónPaysandú) hasta el otro lado del país, en Riviera, son como 340 kilómetros de carretera limpia, rodeada de puro campo uruguayo, y sin apenas paradas en el camino. Entre Paysandú y Tacuarembó, la siguiente ciudad digna de mención en el recorrido, hay doscientos cincuenta kilómetros, sin una sola estación de servicio, que yo recuerde. Tacuarembó es el lugar donde, según los uruguayos, nació el gran Carlos Gardel (según otras fuentes nació en Francia; lo único que es seguro es que es tan Argentino como el mate, el dulce de leche y el asado de los domingos). Desde Tacuarembó hasta Rivera hay poco más de cien kilómetros, sin nada en el medio. Uno podría salir de Argentina y llegar a Brasil tocando sólo tres ciudades en el recorrido.

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Un campo de golf en dos países

En lo alto del Golfo de Botnia, en la orilla del Mar Báltico, se encuentran las ciudades de Tornio (Finlandia) y Haparanda (Suecia). Se encuentran separadas por un estrecho canal del río del que toma su nombre la ciudad finesa desde 1809, cuando Rusia conquistó Finlandia y se la arrebató a Suecia. Junto con Finlandia el Zar se  quedó Tornio, y los suecos, para compensar la pérdida, construyeron la ciudad de Haparanda. Como es lógico, los vínculos entre ambas ciudades han sido siempre muy estrechos, y en la actualidad se presentan como una única ciudad por la que, casualmente, pasa una frontera internacional. En ese contexto no es de extrañar que no hubiera problemas para construir el, que se sepa, único campo de golf binacional del mundo.

La frontera en el campo de golf (foto cortesia de Rolf Palmberg)

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Una mesa de billar en dos países

Dundee es un pueblo de la provincia canadiense de Quebec, situado justo al norte de Fort Covington, localidad que pertenece al Estado de Nueva York. Entre los dos suman apenas dos mil habitantes. Justo entre ambos se levanta el Taillon’s International Hotel, también conocido como Halfway House, quizá por estar a medio camino entre el Polo Norte y el Ecuador, justo sobre el paralelo 45 Norte. Lo cierto es que el edificio está atravesado de parte a parte por la frontera entre Estados Unidos y Canadá y los propietarios, conscientes de ello, decidieron hacerlo patente en el bar y salón de baile del hotel. Así fue como se podía empezar una jugada de billar en Canadá y terminarla en Estados Unidos.

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Un hombre juega al billar con un pie en Canadá y otro en Estados Unidos, en 1983. © Corbis. Según cuentan, era normal, a principios de los setenta, jugar al pinball (la máquina del millón) con un pie en cada país. Niños y fronteras, nunca cambiarán…

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Seis ciudades en dos continentes

Hay varios países que pertenecen a más de un continente, o que poseen territorios en varios continentes. Un caso evidente es el de Rusia, simultáneamente el país más grande de Europa y el país más grande de Asia (y el más grande del mundo, claro). En Europa tenemos varios casos. Dinamarca, país eminentemente europeo cuyo territorio americano (Groenlandia) es cincuenta veces más grande que la metrópoli,  Turquía, situado entre Europa y Asia o España, o Ceuta y Melilla como bastiones africanos de España son algunos ejemplos. Egipto, por su parte, es un país afroasiático, al igual que Yemen, que posee varias islas en la costa africana. Francia es un caso especial, puesto que la metrópolis (dejando aparte colonias y asimilables) comprende territorios en tres continentes, Europa, América y África. Estados Unidos posee territorios en América (la inmensa mayoría), Oceanía (Hawai) y Asia (las Aleutianas orientales), además de algunas islas en Oceanía no incorporadas a la Unión. Y así hasta docena y media de países situados en varios continentes. Pero podemos ir más allá. En este blog hemos visto numerosas ciudades divididas entre dos países, pero hasta ahora nunca habíamos visto ninguna en dos continentes. A ello vamos

Monumento en el límite entre Europa y Asia, situado en los montes Urales a unos 40 kilómetros al oeste de Ekaterimburgo. Debajo, otro monumento similar en el Ártico, que también separa a las ciudades de Vorkutá y Salejard (fuente)


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El muro Schengen

Toda frontera es una agresión. También las de un ente con tan buena prensa como la Unión Europea. El Tratado de Schengen es un gran invento, pero, como tantas otras cosas, tiene dos caras. La amable es la libertad y facilidad de movimiento, de trabajo, de residencia, de todo en general, de la que disfrutamos los ciudadanos de la Unión. La otra cara de la moneda es que para que exista un espacio Schengen ha de existir un espacio no Schengen. Y la parte más dura de esa realidad le tocó a los escasos habitantes de Kulkiszki, una minúscula aldea bielorrusa que quedó separada de su contraparte lituana, Sakaline, cuando la frontera exterior de la Unión Europea partió en dos lo que durante muchas décadas, antes y después de la caída de la Unión Soviética, había sido un único pueblo.

Frontera entre Sakaline y Kulkizski, en un rincón de los 13.180 kilómetros de fronteras exteriores de la Unión Europea

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Cuando cruzar la calle te puede llevar a la cárcel

Los más veteranos lectores de Fronteras recordarán el caso de Rock Island y Derby Line, un par de pueblos situados en  la provincia canadiense de Quebec y en el estado norteamericano de Vermont, respectivamente. Se trata de dos pueblos pegados a la frontera y construidos en parte sobre ella, existiendo viviendas particulares y edificios públicos partidos por el paralelo 45 Norte, la raya invisible que decreta dónde empieza Canadá y acaba Estados Unidos, o viceversa. Entre ambos países no existe un tratado de libre circulación como el que disfrutamos en la Unión Europea, y que hace tan fácil la vida a los habitantes de las zonas fronterizas y a los viajeros insensatos. Durante décadas el sentido común permitió que los habitantes de ambos pueblos hicieran vida normal, pero la paranoia post-11 de septiembre ha convertido el sentido común en el menos común de los sentidos, en cuanto a las zonas fronterizas norteamericanas se refiere.

La frontera entre EE.UU. y Canadá (y entre Stanstead y Derby Line)  junto a la Biblioteca Haskell, el único edificio público dividido de América del Norte. © pegase1972

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Cosas que hacer en Europa cuando estás muerto… de frío

Hay quienes dicen que llegada una edad es hora de asentar la cabeza. Decepcionémosles.

Ignacio Izquierdo. Crónicas de una cámara.

Supongamos que un bloguero cualquiera tiene un trabajo que, por regla general, implica madrugar y conducir mucho. ¿Qué es lo que haría si tiene un par de días de vacaciones? ¡Exacto! Emplearlos en madrugar más de lo normal y conducir más de lo humanamente recomendable. Si a ello le añadimos la mayor ola de frío que ha padecido Europa en décadas, ¿qué tenemos? Efectivamente, un bloguero congelado en mitad de la autopista. Aprovechando un viajecito cortesía de la empresa que me permite pagar la conexión a Internet y, por tanto, martirizar a mis lectores con esta clase de entradas, me fui a conocer dos lugares que llevaba tiempo queriendo visitar; Baarle y el trifinium del Monte Vaals. Esta es la crónica.

Hace frío, claro que hace frío. ¿Dónde creías que estabas? ¿En Florida?

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Una cervecería en dos países

De todas las fronteras extrañas que existen en el mundo, una de las más raras, si no la que más, es la que separa (es un decir) los pueblos de Baarle Hertog (Bélgica) y Baarle nassau (Holanda). Por hacer un resumen, el pueblo de Baarle Hertog se compone de veintidós enclaves belgas en territorio holandés, mientras que su gemelo neerlandés, Baarle Nassau, posee a su vez ocho enclaves dentro de los enclaves belgas (lo que aquí solemos llamar metaenclaves). El resultado es un puzzle difícilmente comprensible donde resulta muy difícil saber, en cada momento, en qué país se encuentra uno.

Mapa de los dos Baarles (click para ampliar). Debajo, vista de la frontera en la calle principal (click para ampliar con resalte de la frontera)

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La frontera que se convirtió en un estadio

La India y Pakistán comparten en la actualidad la friolera de 2.912 kilómetros de frontera. En esa cifra está incluido el límite de facto que discurre a través de la disputada región de Cachemira, conocida como Línea de Control. Dejando aparte esta región, en toda la frontera indopakistaní existe un solo puesto fronterizo, el de Wagah, por el que cruza la línea de autobús entre Delhi y Lahore. La mayor parte de las garitas fronterizas suelen ser lugares aburridos en el mejor de los casos y peligrosos en el peor, llenos de gente, colas, burocracia y registros a fondo, donde uno pierde el tiempo mientras espera su turno para poder entrar al país. Pero el puesto fronterizo de Wagah es mucho más que eso. Es un auténtico espectáculo de masas que congrega a miles de personas cada día, que jalean a las tropas encargadas de vigilar la raya como si de futbolistas se trataran.

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Ceremonia de arriado de banderas en Wagah, vista desde Pakistán, con una muchedumbre india al fondo (click para ampliar). © r12a

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Ciudades divididas: Le Perthus y Els Limits

Aparcar el coche en Francia y bajar de él en España. Ese podría ser el título de esta entrada, y es perfectamente posible hacerlo si uno viaja al pequeño pueblo fronterizo de Le Perthus (El Pertús en catalán y castellano), que comparte la calle principal con el pueblo de Els Limits (Los Límites, en castellano), oficialmente un barrio del pueblo gerundense de La Junquera, a unos 180 kilómetros de Barcelona. La división de ambos pueblos es tal que la calle mayor de El Pertús se encuentra partida en dos. Los edificios situados en el lado occidental de la calle se encuentran en la Avenue de France, mientras que los del lado oriental tienen como dirección postal la Avinguda de Catalunya. En una acera se encuentran bancos españoles y en la de enfrente entidades francesas. Hay un jardín dividido entre los dos países, un árbol binacional y un supermercado llamado, muy propiamente, La Frontera. Si no me pillara tan lejos iría a hacer la compra allí cada semana.

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Hito fronterizo nº 574, visto desde España (click para ampliar). En el asfalto se observa la línea discontínua que marca el límite entre España y Francia. Al fondo, el supermercado La Frontera. La parada de autobús que se ve tras el autocar amarllo está en España y lleva el logotipo del gobierno catalán. Tras ella se ve el hito 575.

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