En el otoño de 1958, Radio Luxemburgo lanzó el reto para el transporte de tres toneladas de hielo desde el Círculo Polar Artico al Ecuador, 12.000 trepidantes kilómetros . Un suculento premio de 100.000 francos por cada kilo que sobreviviera sin derretirse en el difícil camino desde Noruega hasta cerca del golfo de Guinea.
Tras el desafío de la emisora de radio, la empresa noruega de materiales de aislamiento Glasvatt decidió equipar un camión para traer un bloque de tres toneladas de hielo, desde Mo i Rana por el Círculo Polar Artico hasta Libreville, capital de Gabón. Sin ningún medio de refrigeración aplicado y como única intención de mostrar la eficiencia de los materiales aislantes de lana de vidrio utilizados. Una expedición que generó la atención de la prensa de todo el mundo, seguida por gran multitud de espectadores, llegando a convertirse en el «más grande montaje publicitario del planeta».
Entre los patrocinadores, Shell, que proporcionó el combustible necesario y Scania, que le asignó uno de sus camiones. El responsable de la expedición fue Sivert Klevan, un ingeniero con un gran instinto para las relaciones públicas. Los bloques de hielo fueron cortados en trozos de 200 kg por una motosierra del glaciar Svartisen, para ser transportados en un trineo hasta un helicóptero donde los depositaría en el centro de la ciudad.
El sorprendente resultado de la expedición, con enlaces, fotos y demás, en El Baúl de Josete.
En el otoño de 1958, 
Hace unos años trabajé durante un tiempo de profesor de Geografía de 2º de Bachillerato en una academia madrileña. Mi trabajo, básicamente, era intentar que los chicos y chicas allí presentes aprobaran el examen de selectividad de dicha asignatura. Dado que una de las preguntas del examen consistía en identificar sobre un mapa una serie de provincias españolas, obligué a los chicos a rellenar mapas con las cincuenta provincias hasta que pudieran recorrerse la 
En un año como este, en el que el Fútbol Club Barcelona ha ganado todos los títulos sobre la faz de la Tierra (mal que nos pese a los merengones empedernidos) la Ciudad Condal está, sencillamente, de moda. Por si fuera poco 