El pueblo belga de la mantequilla holandesa

[A]hora las medidas que ha traído el coronavirus suponen otro cúmulo de contradicciones para Baarle que se enfrenta a una situación algo más enrevesada. El gobierno belga decretó el cierre de todas las actividades comerciales no esenciales y el confinamiento obligatorio de la población en sus casas, mientras que en el país de los tulipanes se ha implantado un sistema de confinamiento inteligente, basado en la auto-disciplina y en la auto-regulación con medidas que permiten que muchas tiendas y restaurantes con servicio a domicilio permanezcan abiertos.

A la hora de hacer la compra, antes de que la Covid-19 fuera una realidad, todos solían acudir a supermercados holandeses, por la diferencia de precios. Ahora, a los de Baarle- Hertog, cuenta Ivo Verhees, se les permite “comprar comida en los supermercados holandeses porque no tienen otra posibilidad. Sin embargo, los belgas que viven en las cercanías, fuera de los límites del pueblo, no pueden acudir a sus tiendas porque tendrían que atravesar la frontera holandesa y ya no se les concede el derecho a beneficiarse de ese margen”. Inevitablemente este aislamiento esta afectando notablemente al comercio, en el supermercado donde él hace la compra regularmente “ha provocado que las ventas desciendan un 30%” según le contaba un responsable.

 

Natalia Martínez es una enamorada de Baarle que descubrió este blog mientras buscaba información sobre el lugar. Ayer publicó en el diario La Vanguardia una crónica de cómo se enfrentan al cierre fronterizo en un lugar cuyas calles están tatuadas por la frontera, y yo os lo traigo aqui para que lo disfrutéis: El pueblo belga de la mantequilla holandesa.

(Previamente, en Fronteras: Coronavirus en Baarle, cuando la frontera divide tu tienda)