Cuando la segunda de las Torres Gemelas cayó, en el Sur de Manhattan se desató un caos que la ciudad de Nueva York, esencialmente caótica, jamás había llegado siquiera a imaginar. Cientos de miles de personas, trabajadores que habían llegado a la isla desde cualquiera de los demás Boroughs de la ciudad, o desde el vecino estado de Nueva Jersey, se encontraron atrapadas: todos los puentes y túneles de la ciudad habían sido cerrados y no había manera de salir de Manhattan. Y entonces apareció el milagro. Una flotilla irregular compuesta por ferris, guardacostas, remolcadores, cruceros turísticos, golondrinas, pesqueros y hasta yates privados apareció al rescate. Fue el Dunkerque neoyorquino, una historia casi desconocida de las muchas que nos dejó aquel trágico 11 de septiembre de hace hoy 22 años.




