Lo bueno que tiene ser un blogger famoso en todo el orbe, además de los millones de euros de la cuenta corriente, los yates, los descapotables y demás, es que los lectores se ofrecen para escribir por uno. Así pues, Marcelo, uno de los lectores argentinos más activos, me envió esta fantástica crónica de viaje a las ciudades gemelas de Riviera (Uruguay) y Santana do Livramento (Brasil). Como en anteriores ocasiones, todo el mérito que tiene la entrada es suyo, y cualquier errata es atribuible a mi manifiesta y mundialmente reconocida incompetencia.
Paso internacional entre Colón (Argentina) y Paysandú (Uruguay).
Me gusta definirme como viajero. He recorrido toda la Argentina a lo largo de muchos viajes, a veces en auto manejando miles de kilómetros y a veces en omnibús y avión. Cuando me propuse recorrer Uruguay, pensé que, dado el tamaño del país, con diez días bastaría. Una de las primeras etapas consistió en llegar hasta Rivera, manejando desde Buenos Aires. En Argentina es conocido el hecho de que «hay un pueblo en Uruguay que está tan cerca de Brasil que basta cruzar la calle». Desde la frontera con Argentina (Colón–Paysandú) hasta el otro lado del país, en Riviera, son como 340 kilómetros de carretera limpia, rodeada de puro campo uruguayo, y sin apenas paradas en el camino. Entre Paysandú y Tacuarembó, la siguiente ciudad digna de mención en el recorrido, hay doscientos cincuenta kilómetros, sin una sola estación de servicio, que yo recuerde. Tacuarembó es el lugar donde, según los uruguayos, nació el gran Carlos Gardel (según otras fuentes nació en Francia; lo único que es seguro es que es tan Argentino como el mate, el dulce de leche y el asado de los domingos). Desde Tacuarembó hasta Rivera hay poco más de cien kilómetros, sin nada en el medio. Uno podría salir de Argentina y llegar a Brasil tocando sólo tres ciudades en el recorrido.
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