Mi avión despegó de Venecia a las seis y veinticinco de la mañana y aterrizó en Praga una hora y veinte minutos más tarde. El mismo avión que me transportó haría cinco vuelos más ese mismo día, el de vuelta a Venecia y otros dos a y desde Varsovia y Londres. En esas mismas 24 horas Wizzair, la compañía propietaria del Airbus A321 que me llevó de Italia a Chequia, operó algo más de 1.400 vuelos que abarcaron 50 países en tres continentes, y que transportaron a unas 200.000 personas. Son cifras espectaculares, pero Wizzair figura en el número 7 de las aerolíneas con más tráfico de Europa. El primer puesto de la lista es desde hace años un cortijo propiedad de Ryanair. Aquel día de julio del año pasado casi seiscientos mil pasajeros se subieron a alguno de sus más de quinientos Boeing 737 para recorrer alguna de sus 1.800 rutas. El récord de mayor número de vuelos en un sólo día en Europa se había batido una semana antes, el 7 de julio de 2023, jornada en la que despegaron 34.000 vuelos transportando más de cinco millones de pasajeros. Y aparentemente todos ellos, absolutamente todos, estaban en la Plaza de la Ciudad Vieja de Praga, conmigo.

