En un rincón desértico de la Península Arábiga hay un agujero en el suelo. No parece un dato especialmente interesante, pero lo es. No es un boquete común, ni un pozo petrolífero; es un crater enorme, de treinta metros de ancho, y es tan profundo que hasta hace bien poco nadie había visto su fondo, pese a que lleva millones de años en el mismo sitio. Nada de lo que entra puede volver a salir salvo que tenga alas, y su existencia ha generado todo tipo de leyendas en los alrededores, y no es de extrañar: es tan remoto, tan profundo y tan complejo que nadie lo exploró en su totalidad hasta nada menos que 2021. Hoy en Fronteras, el Pozo del Infierno de Yemen.




