Coronavirus en el mar: ¿a dónde han ido todos los cruceros del mundo?

El 20 de enero de 2020 el crucero Diamond Princess abandonó el puerto de Yokohama con 2.666 pasajeros a bordo, además de 1.045 miembros de la tripulación. Entre los pasajeros iba un hombre de 80 años, natural de Hong Kong, que había estado en Shenzen, justo al otro lado de la frontera de la ex colonia con la China continental, apenas unos días antes de volar a Yokohama. Cinco días después, y con los síntomas típicos de un resfriado leve, el hombre abandonó el barco al pasar este por su lugar de residencia. El crucero continuó su viaje sin incidentes, pasando entre otros lugares por Taiwán, hasta el 1 de febrero. Ese día, nuestro pasajero hongkonés acudió al hospital con un cuadro de fiebre alta e insuficiencia respiratoria, y le realizaron una prueba PCR para detectar una infección por Covid-19, que resultó ser positiva. La información llegó ese mismo día al Diamond Princess, que fue puesto en cuarentena en el puerto de Okinawa. Pocos días después, el buque era el lugar del mundo con más contagios detectados después de China. Comenzaba así una pesadilla para todas las compañías de cruceros del mundo, que no sólo aún no ha terminado sino que tampoco tiene pinta de ir a hacerlo pronto.

Personal médico entrando al Diamond Princess en febrero (NPR)

En la era prepandemia, o sea, el año pasado, el turismo movía unos cinco mil millones de dólares al día, que vienen a ser aproximadamente 1,8 billones de dólares al año. Tratándose como se trata de un concepto consistente en mover personas de un lado a otro, el masivo parón en la movilidad a nivel mundial ha hecho que sea, de muy lejos, el sector de la economía más afectado. Los principales aeropuertos del mundo han perdido entre dos tercios y tres cuartas partes de sus pasajeros, situándose en niveles inéditos desde los años 70 u 80. Los cruceros no sólo implican mover personas entre dos lugares, situados generalmente en países distintos, sino además hacerlo juntando a miles de ellas durante días o semanas en un único lugar, compartiendo comedores, espacios de ocio, cubiertas, discotecas o piscinas. En resumidas cuentas, reúne todo lo que ya no puede hacerse. Por lo tanto, han desaparecido del mapa. Toda la flota mundial de cruceros detuvo de manera abrupta sus operaciones entre febrero y marzo, y la inmensa mayoría no ha regresado ni tiene previsto hacerlo a corto plazo. La sangría económica que la crisis está provocando a todas las navieras del mundo amenaza a corto plazo la supervivencia de muchas compañías, y a medio plazo la misma existencia del sector. A la Carnival, la compañía de cruceros más grande del mundo y propietaria de las líneas Cunard o Princess, el mantenimiento de su flota de 87 cruceros le cuesta mil millones de dólares al mes.

Cinco cruceros, entre otros barcos, siendo desguazados en Turquía, hace unas semanas. La española Pullmantur se ha deshecho de tres buques, y la norteamericana Carnival, de otros dos, todos ellos botados a finales de los ochenta o principios de los noventa (Nius/Reuters).

En las semanas que siguieron al aislamiento del Diamond Princess se le hicieron pruebas a todos los pasajeros y tripulantes del barco para evitar que los potenciales portadores del virus pisaran tierra. De las 3.618 personas presentes en el crucero casi 700 dieron positivo en los test, y 14 acabarían muriendo. A mediados de febrero, de hecho, el crucero era el lugar fuera de China con más casos registrados. Entre el 16 y el 25 de febrero fueron desembarcados los pasajeros, mientras que la tripulación permaneció hasta el día 1 de marzo, un mes después del inicio de la cuarentena. Para entonces Wuhan llevaba una semana tomada por el ejército y con sus trece millones de habitantes encerrados en casa de forma permanente, y las autoridades sanitarias del norte de Italia empezaban a preocuparse seriamente por el aumento exponencial de las cifras de hospitalizados.

El Diamond Princess en el puerto de Yokohama, siendo sometido a una exhaustiva limpieza y desinfección, en marzo (Wikipedia)

A principios de 2020 navegaban por todos los mares del planeta 338 cruceros, con una capacidad conjunta superior al medio millón de personas, tripulación aparte. A finales de abril ninguno de ellos estaba operativo. Días después del definitivo desalojo del Diamond Princess otro buque de la misma compañía detectó dos docenas de casos entre el pasaje y la tripulación tras el fallecimiento de un anciano que había desembarcado días antes. La escena se repitió por todo el mundo y en los meses de marzo y abril más de 40 cruceros detectaron positivos de Covid-19 entre su pasaje o tripulación. Simultáneamente el virus se expandió de forma completamente descontrolada por varios países, provocando una cascada de cierres de fronteras por todo el mundo que dejó a los cruceros sin lugares a los que ir. Varios cientos de miles de personas quedaron varados en puertos de todo el globo con posibilidades decrecientes de regresar a sus casas. A ellos había que sumarles las decenas de miles de tripulantes (más de cien mil) que, incluso una vez desembarcados los pasajeros, no tenían forma de regresar a sus países de origen. Con casi todos los principales aeropuertos del mundo cerrados o con cifras de actividad inferiores a las de los años 40, que toda esa gente volara a casa era una quimera, así que las navieras llegaron a la conclusión de que la montaña iría a Mahoma y no al revés, y repatriaron a la mayoría de sus tripulaciones en los propios buques. 

Media docena de cruceros atracados en el puerto de Miami (The Epoch Times)
Un crucero de Disney y otro de Calebrity Cruises anclados frente a las cosas de California, el 30 de abril (The Drive)

Algo más de un millón y medio de personas trabajan en barcos de todo el mundo como ingenieros, cocineros, contramaestres u oficiales de cualquier tipo. Una cuarta parte de ellos son filipinos, de muy lejos la nación que más personal aporta a la navegación mundial. La gran mayoría de ellos trabajan en barcos mercantes, pero varios miles lo hacen en los grandes cruceros. Por esa razón a finales de mayo dos docenas de gigantescos barcos de recreo fondearon en la Bahía de Manila, tras navegar hasta allí desde todos los rincones del planeta. Allí esperaron durante semanas a que el gobierno filipino autorizara el desembarco de los tripulantes, mientras lanchas y remolcadores llevaban y traían suministros.

Cruceros anclados en la Bahía de Manila, en mayo (AFP/The Guardian)
Casi dos docenas de cruceros permanecieron durante varias semanas en mayo y junio esperando la autorización gubernamental filipina para desembarcar (AFP)

Una vez desembarcados los tripulantes no imprescindibles las navieras tuvieron que plantearse qué hacer con esos tres centenares largos de buques. Como hemos visto más arriba, mantener un barco vacío es increíblemente caro. Se puede abaratar el coste apagando todos los sistemas, pero eso implica que la puesta en marcha es también más larga y cara. La mayor parte de las compañías han optado por reducir al mínimo la tripulación pero mantener los barcos en un estado que les permita volver a la normalidad en un tiempo breve. Pero atracar en un puerto dispararía la factura del mantenimiento hasta límites insoportables, por lo que no es realmente una opción. Así que la mayoría de los dueños de los buques han optado por una solución intermedia: mantener las flotas en alta mar, pero cerca de grandes puertos donde poder abastecerse o desembarcar tripulantes en caso de ser necesario.

Hasta catorce cruceros de la Carnival aparecen en esta imagen satelital del mar al oeste de las Islas Bahamas tomada el 2 de mayo (The Drive)

La web Marine Traffic es a los barcos lo que Flight Radar a los aviones. Permite localizar en un momento dado la posición de cualquiera de los miles de buques que surcan el océano. A través de ese mapa pueden localizarse varias bancadas de cruceros, como gigantescas ballenas que se hacen compañía.

Una veintena de cruceros al pairo a pocas millas al oeste de las islas Bahamas, vistos en Marine Traffic. Entre ellos está el barco de pasajeros más grande del mundo, el Symphony of the Seas y dos buques de MSC cruceros, abajo a la izquierda. Pinchar en la imagen para ver en directo.
Hasta 16 cruceros se amontonan a unas veinte millas al este de Singapur, entre ellos el tristemente famoso Diamond Princess y varios de la compañía italiana Costa. Pincha en la imagen para ver en directo
Una docena de cruceros en el suroeste de Gran Bretaña, entre ellos el Queen Elizabeth y el Queen Victoria. Clic en la imagen para ver en directo

La pregunta que queda por hacerse es: ¿Cuándo volverán los cruceros? Bueno, técnicamente ya han vuelto. El 25 de julio el Mein Schiff 2, de bandera alemana, abandonó el puerto de Hamburgo con destino a… Hamburgo. Una semana de viaje sin atracar en ninguna parte, y con menos de la mitad de pasajeros de lo normal.  Una semana después el pequeño crucero noruego Roald Amudsen navegaba entre fiordos cuando uno de sus pasajeros desarrolló síntomas compatibles con Covid. Los test realizados a bordo descubrieron casi medio centenar de infectados, obligando a la naviera a paralizar toda su actividad, una vez más. Pero eso no detuvo el goteo de nuevos viajes. El primer crucero con paradas se realizó a bordo del MSC Grandiosa; partió de Génova el pasado 16 de agosto, con escalas en Roma, Nápoles y Malta, antes de regresar al mismo puerto. Las extremas medidas de seguridad incluían, además de someter a todos los pasajeros y tripulantes a test de antígenos antes de embarcar, limitación de aforo, excursiones en burbuja y distanciamiento social; nada de bufé libre, bailar agarrados o socializar con otros grupos.

El crucero Roald Amudsen (BBC)

Desde mediados de verano han partido tambien cruceros desde el Reino Unido,  Singapur ha anunciado que hará lo propio (inicialmente sin escalas), mientras que Estados Unidos mantiene una prohibición estricta que durará al menos hasta noviembre. En todo caso, el total de cruceros activos ahora mismo no supera la docena, si llega. Así que la pregunta es tal vez otra: ¿Cuándo volverá la normalidad al sector? Si por normalidad entendemos regresar a la situación pre-Covid, la respuesta probablemente es nunca. Hay muchas cosas que van a cambiar dentro de los barcos, igual que habrá muchas cosas que cambiarán en la aviación y en el turismo en general. Los barcos más antiguos y las navieras más pequeñas no sobrevivirán. Pero si no pasan más cosas raras e inesperadas de esas que suceden una vez cada dos o tres generaciones y de las que llevamos dos en la última década y media, lo lógico es que la situación mejore a partir del verano de 2021 y se estabilice en los años siguientes. La generalización de los test rápidos y de alta fiabilidad, la posible aparición de una vacuna y las medidas de seguridad reforzadas serán suficientes para que los gigantescos buques, auténticas ciudades flotantes, vuelvan a llevar turistas por todo el mundo.

Cruceros al pairo en la bahía de Manila (AFP)

Fuentes y más info: South China Morning Post, News.com.au, Casual Navigation, The Asean Post, The Guardian.

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6 respuestas a “Coronavirus en el mar: ¿a dónde han ido todos los cruceros del mundo?

  1. MatiasND 26-octubre-2020 / 10:17 pm

    Pensé en el Greg Mortimer, el cual estuvo parado en las costas de mi país durante un buen tiempo

  2. Cavaliery 29-octubre-2020 / 2:20 am

    Me ha impresionado la cantidad de dinero que hacian las compañías de cruceros en el mundo: 1,8 billones de dólares al año!!!! En USDollar serían «Trillones».
    IMPRESIONANTE

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