Coronavirus y fronteras: cuando tu vida está al otro lado de la raya

No hace ni seis meses que el Coronavirus se convirtió en una pandemia mundial, aunque parezca que hayan pasado años. La primera víctima del virus allá por el mes de marzo fue la movilidad entre países. Una tras otra, la práctica totalidad de las naciones del mundo cerraron sus fronteras para cualquier tráfico no esencial. Verjas y muros se alzaron donde antes sólo había líneas pintadas con desgana en el suelo y carteles azuleando por el tiempo, y parejas y familias quedaron separadas de forma en ocasiones traumática. Y luego está la historia de Ronnie Olynyk, el protagonista de nuestra crónica de hoy, Ronnie, un chaval de 19 años, lleva cinco meses sin ver a su pandilla de amigos, o, para el caso, a cualquier otra persona de su edad, por culpa del virus. Ronnie vive en Hyder, un pueblo de Alaska pegado a la frontera de Canadá. Hay una carretera que une su pueblo al resto del mundo, pero termina justo al otro lado de la raya.

Canadá cerró su frontera con Estados Unidos el 21 de marzo, permitiendo únicamente el cruce de mercancías y de ciudadanos canadienses regresando a sus hogares. Un muro simbólico se alzó a lo largo de los 8.900 kilómetros de límite compartido, el más largo del mundo, que incluye los 2.500 kilómetros de límite entre Alaska y las provincias del Yukón y la Columbia Británica. Justo en ese límite se encuentran los pueblos de Hayder, en el lado estadounidense, y Stewart, en Canadá. Fundados al calor de una fiebre del oro en el cambio del siglo XIX al XX, vivieron sus mejores años hace ahora un siglo. Hyder es el pueblo de Alaska más cercano por carretera a los otros 48 estados continentales, así que es el destino de un número elevado de motoristas y conductores que quieren añadir el cromo a sus currículos viajeros. Entre ellos, los cazadores y los turistas ávidos de experiencias en y con la naturaleza, unas cien mil personas al año visitan ambos pueblos, que suman poco más de 500 habitantes, de los que poco más de una décima parte están en el lado alaskeño de la frontera.

Mapa de la zona sur del Panhandle de Alaska con la localización de Hayder y Stewart.

A todos los efectos Stewart y Hayder son una única comunidad, separada por tres kilómetros de una carretera bastante polvorienta. Los dos pueblos celebran las fiestas nacionales de ambos países, los teléfonos en Hyder tienen prefijo canadiense, en el lado estadounidense usan el horario de la Columbia Británica, los precios en todos los negocios están en dólares de ambos lados de la frontera y si hay suficientes alumnos los estudiantes pueden escoger en qué lado de la frontera estudiar; en definitiva, los habitantes de una y otra parte hacen vida indistintamente a ambos lados de la frontera. O, bueno, lo hacían antes del Coronavirus, claro. Desde marzo hasta hoy el paso fronterizo entre los dos pueblos, como el resto de los casi nueve mil kilómetros de límite internacional, ha permanecido sellado, con apenas unas pocas autorizaciones excepcionales. Cada vivienda puede nombrar un «comprador designado», al que una vez por semana se le autoriza a entrar en Canadá para comprar comida, medicamentos y demás bienes de primera necesidad. Para cualquier otra cosa, la frontera está cerrada. Y el único acceso a Hayder es a través de la frontera.

«El pueblo abandonado más amigable de Alaska». Como eslogan quizá es mejorable.

Volviendo a Ronnie Olyniyk, resulta que de los sesenta y un habitantes de su pueblo, es el único entre 17 y 20 años. Todos sus amigos son de Stewart, pueblo en el que ha estudiado hasta terminar la secundaria este mismo año. Cuando la frontera se cerró, todo el mundo pensó que sería un cierre breve, pero el empeoramiento de la pandemia en Estados Unidos (cuya tasa de fallecimientos dobla la de Canadá) ha prolongado una y otra vez el cierre; en opinión de los habitantes de ambos lados de la frontera, de forma completamente injusta. La tasa de fallecimientos y contagios en Alaska es quince veces inferior a la de Estados Unidos en general, y ni en Hayder ni en Stewart se ha detectado un solo infectado por Covid-19. Por si fuera poco, el lugar habitado más cercano es un bar de carretera a 40 kilómetros, y la localidad más próxima es una reserva india a casi 200 kilómetros por carretera  Así que ambos pueblos han pedido a sus respectivos gobiernos la creación de una burbuja transfronteriza, de manera que los controles se realicen al entrar y salir de esa burbuja, y no al cruzar una frontera a la que desde hace más de cien años nadie había hecho caso.

Ronnie Olynyk, posando frente a un glaciar canadiense desde el otro lado de la frontera

Fuentes de las fotos, más info, y demás:

CBC (2), CN Traveler, Globe and Mail,

Gracias a Santiago Cuadro por el avistamiento

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Hayder3
Un bar en Stewart, Columbia Británica (Anchorage Daily News)

3 respuestas a “Coronavirus y fronteras: cuando tu vida está al otro lado de la raya

  1. tucumano 16-agosto-2020 / 3:46 pm

    Ya habíamos leído varias veces sobre la rigidez que tienen ambas naciones cuando se trata de cuestiones fronterizas. Tienen que agradecer en Hayder que por lo menos una vez a la semana uno puede ir de «compras»… igual es obvio que con 17 años de alguna forma se las ingenio para cruzar la frontera.

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