El antropólogo francés Marc Augé definió en cierta ocasión los aeropuertos como no-lugares, sitios de paso, meros trámites, tránsitos obligatorios pero insípidos, neutros, que nada aportan al que los visita. Englobaba en la misma categoría las habitaciones de hotel, las autopistas, los supermercados y en general esos lugares rutinarios que cruzamos sin detenernos camino de nuestro verdadero destino, sea el que sea. Los aeropuertos son un espacio donde centenares de miles de historias individuales convergen a diario, ignorándose mutuamente. Para la mayoría, la estancia en el aeropuerto es una obligación engorrosa, agravada con las cada vez más estrictas medidas de seguridad. Para otros un aeropuerto sigue siendo una aventura, una oportunidad de ver y hacer algo distinto, un sitio capaz de provocar mariposas en el estómago. Para algunos elegidos el aeropuerto es su lugar de trabajo, su obra, su oficina. Y para unos cuantos desafortunados, el aeropuerto es su casa, el lugar donde duermen, o incluso donde viven todo el día. Las razones que pueden llevar a alguien a residir de forma permanente o temporal en un aeropuerto van desde lo risible hasta lo trágico. Hoy vamos a repasar las historias de diez de estas personas.
10.- Sanjay Shah – 13 meses – Aeropuerto de Nairobi (Kenia)
Este ex ciudadano keniata renunció a su nacionalidad en 2004 y se embarcó hacia Londres en un vuelo de la British Airways con un pasaporte de ciudadano británico en el extranjero (un tipo de pasaporte para los ciudadanos de las antiguas colonias británicas, especialmente Hong Kong, que da derecho a entrar al país pero no a residir en él). Al llegar a Heathrow las autoridades de Inmigración no le validaron la entrada y le pusieron en un avión de vuelta a su país de origen. Pero al llegar allí, claro, había renunciado a su nacionalidad, por lo que no podía entrar a Kenia ni, por tanto, salir del aeropuerto. En vista de la kafkiana situación se instaló en la terminal de salidas internacionales, donde pasó los siguientes cuatrocientos días. Su mujer, que no había renunciado a su nacionalidad, le llevaba ropa cada pocos días, y su día a día lo pasó comiendo de donativos de los trabajadores del aeropuerto y utilizando las instalaciones para ducharse y cambiarse. El gobierno de Kenia le ofreció la posibilidad de salir del aeropuerto mientras su situación se aclaraba pero Shah renunció al ofrecimiento, temiendo que esto redujera sus posibilidades de recibir la nacionalidad británica plena. Finalmente en julio de 2005 el consulado británico en Nairobi anunció que le había sido concedida la nacionalidad, y pudo salir del aeropuerto.
Aeropuerto de Nairobi (fuente)
9.- Parameswaran – 4 meses – Aeropuerto de Caracas (Venezuela)
La historia de este esrilanqués del que sólo se conoce su nombre es bastante confusa. Aparentemente se quedó varado en Caracas tras llegar allí desde Brasil sin visado. Sri Lanka no tiene consulado o embajada en Venezuela algo que hacia aparentemente imposible resolver la situación de este buen hombre, del que sólo trascendió su nombre cuando unos músicos argentinos colgaron un vídeo en Youtube contando su historia. Estuvo cuatro meses en el limbo de la terminal internacional del Simón Bolívar hasta que, sin que se sepa cómo o cuándo, desapareció. No se sabe si volvió a su país, le trasladaron las autoridades o si simplemente salió de la terminal para no volver nunca más.
8.- Gary Austin – 25 días – Aeropuerto de Manila (Filipinas)
Poco imaginaba este inglés de 52 años cuando llegó al aeropuerto que iba a pasar allí casi cuatro semanas encerrado. Tras visitar a un amigo en Cebú, se encontró con que su vuelo de vuelta había sido cancelado por la agencia de viajes con la que lo contrató (otra versión dice que simplemente perdió su vuelo). Al no tener dinero para comprar otro billete se quedó en tierra, viviendo de la caridad de los empleados del aeropuerto, y haciendo amigos entre celadores y limpiadores de la terminal. Finalmente un holandés que conoció su historia se apiadó de él y le pagó un billete de regreso a Londres.
Gary Austin, mostrando su pasaporte en el Aeropuerto Internacional Ninoy Aquino (fuente)
7.- Feng Zenghu – 3 meses – Aeropuerto de Tokio Narita (Japón)
Feng Zenghu es un economista chino, y también un activista por los derechos humanos en el país. En abril de 2009 viajó a Japón, donde reside su hermana, para recibir tratamiento médico. Dos meses más tarde intentó regresar al país, pero fue rechazado pese a ser ciudadano chino. Hasta en cuatro ocasiones voló a Shangái y fue rechazado por las autoridades chinas, que le expulsaron de su propio país. En noviembre de 2009, cinco meses después de su primer intento de regresar, decidió quedarse a vivir en el aeropuerto de Narita como forma de protestar contra las autoridades de su país. Tras hacerse eco de su historia medios de todo el mundo, diplomáticos chinos le visitaron en el aeropuerto y finalmente el régimen de Pekín permitió su regreso el 18 de febrero de 2010. Al llegar a su país fue inmediatamente puesto bajo arresto domiciliario.
Feng Zenghu, vistiendo una camiseta de protesta, en el aeropuerto de Narita (fuente)
6.- Hiroshi Nohara – 4 meses – Aeropuerto de Ciudad de México
La historia de este ciudadano japonés es extremadamente rara, por lo misterioso del asunto. Llegó al aeropuerto de Ciudad de México el 2 de octubre de 2009 para hacer una escala con destino a Brasil, pero en vez de abordar el avión que le debía llevar a su destino decidió quedarse en el aeropuerto. Las razones sólo las conoce él, si es que las tiene, porque a las autoridades les dijo que se había quedado para respirar el aire de México en el aeropuerto. A diferencia de otros residentes aeroportuarios, él podía pagarse un hotel, es más, podía entrar libremente al país y podía, en general, hacer lo que quisiera., Pero lo que quiso fue quedarse en el Benito Juárez. Convertido en una celebridad por los medios locales, permaneció en la terminal durante 117 días, viviendo de la comida que le regalaban las cadenas de comida rápida a cambio de usar sus prendas de ropa publicitaria, hasta que el 31 de diciembre otra ciudadana japonesa fue a buscarle al aeropuerto y se lo llevó. 13 días después tomó su vuelo de vuelta a Japón, vía San Francisco, y nunca más se supo. Según algunos comentarios del personal del aeropuerto, todo se debía a un asunto de amores no correspondidos.
Hiroshi Nohara en el Aeropuerto Benito Juárez, en 2009 (fuente)
Mañana mismo, la segunda parte
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