Abróchense los cinturones: Aterriza como sepas

Dicen los pilotos que si tras el aterrizaje puedes salir del avión andando, ha sido un buen aterrizaje. Ya si encima el avión se puede volver a utilizar es un aterrizaje perfecto. El chascarrillo viene a ilustrar una realidad sobre los aviones, que, básicamente son enormes latas cilíndricas de cientos de toneladas de peso con un trillón de piezas móviles que se desplazan a la velocidad del sonido a diez kilómetros del suelo, y en las que bastan un puñado de fallos más o menos críticos para provocar un hermoso espectáculo de fuegos artificiales. Recuerda esta definición la próxima vez que te subas a un Boeing de Ryanair, te hará pasar un viaje más entretenido. El caso es que volar es más o menos seguro (desde luego es más seguro que escalar el Everest o hacer la declaración de la renta), pero hay veces en las que parece que hay que darle un poco de picante al asunto de aterrizar la cañería con alas y desde tierra se ponen las cosas un poco más interesantes. Para que haya tensión. No todo en esta vida es tranquilidad. Hoy veremos unos cuantos aeropuertos simpáticos donde, si tienes miedo a volar, no querrás tener que facturar nunca una maleta. Y si no lo tienes, casi que tampoco.

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22px-Flag_of_Honduras.svg  10.- Aeropuerto Internacional de Toncontín, Tegucigalpa (Honduras)

Situado a mil metros de altitud y con una pista de sólo dos kilómetros de largo, el aeropuerto de Toncontín se encuentra enclavado entre montañas, en un llano anejo a la capital hondureña. Su situación obliga a los aviones que aterrizan allí a efectuar un giro de última hora bastante espectacular, y a un descenso vertiginoso rozando los tallos de las plantas que crecen en las colinas de los alrededores del aeropuerto. La escasa longitud de la pista obliga a tocar tierra bien al principio de ésta, para que no suceda lo que le pasó al A320 de Taca que en 2008 tomó tierra tarde y acabó saliéndose del aeropuerto y arrollando coches en una avenida cercana.

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Otros clásicos del Planeta Fútbol

Originalmente la palabra derby, aplicada al fútbol, denominaba un choque entre dos equipos de la misma ciudad. Con los años el uso del término se fue ampliando a la provincia, región y finalmente país. En España se habla indistintamente de El Clásico o del Derbi para referirse al Madrid-Barcelona (o viceversa), que se disputa hoy y es con toda probabilidad uno de los partidos de fútbol que más expectación levantan en todo el planeta, si no el que más. Pero el mundo futbolístic oes mucho más amplio que los choques entre merengues y culés; alrededor del globo hay decenas, cientos (literalmente) de Derbis, de Clásicos, que se disputan cada año. Hoy, en la mejor tradición cosmopolita del blog, repasaremos cuáles son esos otros Clásicos en cualquier continente que levantan pasiones similares o incluso mayores. Con todos ustedes, Los otros Clásicos around the world

Nota: Esta entrada no habría sido posible sin la colaboración de Martín, del siempre recomendable Café Fútbol. Vaya por delante mi agradecimiento infinito. Porque lo que es pagarte no pienso hacerlo, lo siento.

Egipto: Al-Ahly-Zamalek

Conocido como El Derbi de El Cairo, el choque entre el Al-Ahly y el Zamalek Sporting Club es no sólo un enfrentamiento entre los dos equipos más laureados del país, sino entre los dos con más títulos del continente. Seis títulos continentales del Ahly por cinco del Zamalek los sitúan en los puestos uno y dos de la tabla de mejores equipos históricos de África. El duelo entre los dos equipos es seguido no sólo en Egipto sino en toda África y Oriente Medio como el choque del año. El origen de la rivalidad está en las raíces de cada equipo. El Al-Ahly, fundado en 1907, es el equipo del nacionalismo egipcio anti británico (el color rojo de su uniforme es el de la antigua bandera egipcia); el Zamalek (1911) es el equipo de la burguesía extranjerizada bien vista por los británicos. Es uno de los partidos más violentos del planeta. La tensión es tal que ningún árbitro egipcio pita los derbis; se contrata un árbitro extranjero para la ocasión. El reguero de devastación, caos, heridos y muertos que ha dejado el clásico cairota desde sus inicios ha llegado a provocar incluso la suspensión de la Liga egipcia, en 1971.

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