La frontera entre México y Estados Unidos sigue el curso del Río Bravo o Río Grande, según quién se refiera a él, durante varios miles de kilómetros. El tratado de límites de 1884 situó el trazado exacto del límite entre ambos estados en el centro del río, y admitiendo que los cambios en el curso del río también modificarían la frontera, siempre y cuando estas modificaciones fueran obra de la madre naturaleza. Para evitar disputas y líos innecesarios se prohibió cualquier cambio unilateral en el curso de las aguas. Pero hubo una gente al norte de la frontera que decidió que esa parte del tratado no iba con ellos, y al ignorarla, acabaron regalándole un pueblo a México. Esta es la historia de Río Rico.
Corría el año 1905 cuando los dueños de una anodina compañía agrícola con el tediosísimo nombre de American Rio Grande Land And Irrigation Co. decidieron que les vendría muy bien que el río que les prestaba el nombre para su empresa tuviera un meandro de menos para que les resultara más rentable aprovechar sus recursos. Así que con nocturnidad y alevosía excavaron un canal de dos kilómetros de largo por el que desviar todo el agua del Río Bravo. Como efecto colateral inevitable, dejaron aislado al sur del río todo el territorio que antes quedaba al norte, más o menos unas 160 hectáreas, en aquel momento deshabitadas. Las autoridades no tardaron demasiado en darse cuenta y les metieron una multa de diez mil dólares por listillos, obligándoles además a señalizar con mojones fronterizos toda la antigua frontera antes de desviar el curso de las aguas. Pero por la razón que fuera no lo hicieron.

En 1919 se introdujo en la constitución de Estados Unidos la decimoctava enmienda, conocida popularmente como Ley Seca. La prohibición de producir, vender y consumir bebidas alcohólicas de cualquier graduación provocó el ascenso de grandes capos del crimen organizado, el más conocido de los cuales fue Al Capone. Todos conocemos su historia porque hemos visto los Intocables de Eliot Ness así que no hace falta presentar al personaje. La Prohibición también hizo brotar como setas pequeñas comunidades fronterizas en Canadá y México donde los estadounidenses podían acudir a calmar su sed sin sentir en sus cogotes el aliento de las fuerzas de la ley. Una de ellas fue Río Rico, que prosperó rápidamente gracias a la construcción de un puente internacional. No era internacional, realmente, pero ya llegaremos a eso. Las crónicas de la época la definen como una típica población de frontera, con canódromo, bares, casinos y furcias por doquier. Al Capone tenía allí uno de sus centros de aprovisionamiento para contrabandear y, cuentan, se pasó por allí para apostar en las carreras de galgos y gastarse sus dineros en el casino.
Río Rico había sido levantada en el terreno que a la American Rio Bravo Irrigation etcétera se le olvidó amojonar tal y como le habían ordenado. Es decir, fue construida sobre territorio norteamericano. El anteriormente mencionado puente internacional no era tal, empezaba y acababa en Estados Unidos. Pero nadie se dio cuenta, y tanto México como Estados Unidos lo consideraron sin problemas como territorio mexicano. Cuando en 1933 la Ley Seca fue finalmente abolida Río Rico perdió su estatus de lugar de oscura perdición y se quedó como un simple pueblo fronterizo como hay miles. Y así habría seguido para siempre de no ser por James Hill, un profesor de geografía de la Universidad de Arizona que un buen día de 1967 encontró un antiguo mapa que demostraba la americanidad (en el sentido useño del término) de Río Rico y sus tierras circundantes. Alertados por el sesudo investigador, las autoridades estadounidenses hicieron sus propias pesquisas y llegaron a la misma conclusión: Río Rico era parte de las barras y estrellas, land of the free, home of the brave y todo eso.

¿Qué podía hacerse? México llevaba administrando el pueblo, de unos mil habitantes, desde su fundación hacía cuarenta años, y estaba al sur del trazado del Río Bravo, por lo que su administración por parte de Texas habría sido complicada, al igual que la delimitación física de la frontera. Estados Unidos decidió ceder a México el territorio que ya consideraban suyo, y en 1970 se firmó el acuerdo que así lo permitió. La historia, sin embargo, no acaba aquí. En 1972 un señor llamado Homero Cantú, nacido en Río Rico y residente en Texas, enfrentado a la deportación por inmigración ilegal, planteó un recurso ante la justicia federal norteamericana alegando que, como nacido en Río Rico, era ciudadano estadounidense. La nacionalidad de EE.UU. se adquiere por nacimiento en el territorio (ius soli) en vez de heredarse de los padres como sucede en la mayoría del mundo latino (ius sanguinis). Es decir, que cualquier nacido en Río Rico antes de su traspaso a México en 1970 era, por definición, ciudadano norteamericano. Y ganó. Su victoria no sólo evitó su deportación, sino que por extensión le proporcionó la nacionalidad norteamericana a la práctica totalidad de la población adulta rioriquense, que emigró en masa al norte del Río Grande. Hoy Río Rico es parte del estado de Tamaulipas, y cuenta con algo menos de 300 habitantes, y una historia que le ha llevado a un lado y otro del río, y de la frontera.
Via: Half as Interesting.
Fuentes y más información: Main Watchers, Wikipedia (2, 3), New York Times (1987), Texas State Historical Association, Today in Texas History, Hora Cero, MySA, Mental Floss.
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Cuarentena obliga 🙄soy el primero en comentar …..
A los diez minutos de la publicación, además, Un récord ;-D
Que buena entrada Diego. Creo que te tenemos que pedir más historias de pueblos que han sido de un país y ahora son de otro.
Saludos desde Argentina !
Ay Diego, que el señor Homero Cantú en cualquier caso era norteamericano. Y estadounidense.
La entrada, como siempre, muy buena.
Gracias por animarnos el confinamiento.
Vaya ganarle una a USA !!! Salia mas barato donarlo que hacerse cargo.
Interesante, aunque ciudadanía o nacionalidad norteamericana no existe, lo correcto es ciudadanía o nacionalidad estadounidense.
En Español de España se suele usar norteamericano como sinónimo de estadounidense (no canadiense ni mexicano). HAce unos años era incluso más común usar la palabra «americano» para referirse a los ciudadanos de EEUU. Costumbres locales.
Incluso estadounidense se puede usar (aunque no ocurre) para nombrar a un mexicano, ya que el nombre oficial de México es: Estados Unidos Mexicanos. Como bien comentan, son costumbres.
Me encantó la historia… seguro que no se le ocurrió a Antonio López de Santa Anna
Bueno, el tratado es posterior a las guerras entre EEUU y México, por las fechas se firmó durante el gobierno de Porfirio Díaz, si la memoria no me falla. En cualquier caso, interesante Historia…que explica esa afición de los delincuentes de los EEUU de huir a México.