La entrada de hoy es obra de Sherlock, viejo conocido de este blog (tan viejo que le debo una entrada desde 2008) que tiene el tiempo libre suficiente como para irse a California y el cuajo necesario para convencer a alguien de cruzar la frontera internacional más transitada del mundo con el único objetivo de ver una verja enorme en una playa. Hace falta más gente así, hombre ya.
Un europeo está acostumbrado a las fronteras. En una entidad como Europa, con tantos estados, micro estados, pseudo estados, colonias y supra-meta-entidades-vete-a-saber-qué, cualquiera que viaje a cualquier punto puede cambiar varias veces de país e INTUYE, DEDUCE que ahí debe de haber una frontera: ese río que atraviesas, lo alto de un puerto, la linde de ese campo…A lo que un europeo no está acostumbrado es a ver, a sentir una frontera hecha por el hombre, para dividir al hombre y para delimitar claramente dos mundos distintos. No, al menos, desde 1989. Yo he viajado al muro. Al pinche muro, que dicen aquí. Y he visto una playa partida en dos, un mundo partido en dos que parte en mil pedazos miles de esperanzas. Welcome to Tijuana.
Enfilar el camino desde San Diego es sencillo: no hay ciudad más cómoda para viajar en coche que esta. Circunvalaciones, calles rectas y numeradas, orden, limpieza, silencio, skyline americano y todo eso que se espera de California: autopistas rectas, carteles verdes y uno en concreto que dice: «Last USA exit». Tomo esa salida y aparco el coche (acabaré el día diciendo «parqueo el carro«), dispuesto a seguir el «new pedestrian path to Mexico» que veo indicado al comienzo de una interminable rampa. Una enorme bandera de México ondea al otro lado del aparcamiento, orgullosa y desafiante. ¿Desafiante? Desde lo alto de la rampa se aprecia claramente la magnitud de esta frontera: carriles y carriles no muy llenos por la hora que es (aproximadamente, las 11 de la mañana), pero con un entramado de vallas, barreras, funcionarios y luces que te hacen recordar que este es el paso fronterizo más transitado de la Tierra.
Arriba, vista del aparcamiento anexo a la Frontera. Debajo, rampa de acceso al nuevo acceso peatonal desde EE.UU.
Sigo las indicaciones, sencillas y explícitas, tomo fotos, grabo en vídeo, y de repente, sí, de repente, me encuentro a varios soldados del ejército mexicano, fusil en mano y cara de pocos amigos, hablando entre ellos. Había traspasado ya la frontera? Parece ser que sí: nadie me pide el pasaporte, nadie me sella ningún documento, nadie me hace una sola pregunta. He traspasado la frontera sin darme cuenta. Maldita sea mi estampa. Pregunto a una funcionaria: «No hace falta ningún sello?» Consulta con otra persona: «No, pasa». Paso.
Camino de la frontera con México
Bajo la rampa, mucho menos empinada, y me encuentro un escenario desalentador: una fila kilométrica, en la que no habría menos de 500 personas en fila india, esperando a pasar al lado del que yo venía. Todos mexicanos. Veo unas aceras sucias y descuidadas, tiendas de cambio de moneda y de tacos, un poco de caos, quizá, pero mi cerebro eleva al cubo ese caos y mi corazón se acelera, nervioso por la que me espera dentro de unas horas… y por lo que me pueda encontrar conforme avance unos metros en este país, en esta ciudad, Tijuana, de la que tantos tópicos se han contado… y no todos buenos precisamente.
Entrando en México
Los taxistas se agolpan en un aparcamiento, asaltándote para que les contrates, y eso es exactamente lo que hago: «quiero ir a la playa del muro» «ah, el pinche muro… 20 dólares» Regateo y lo dejo en 12, pensando que era un timo. Pero no lo era: el camino hasta la playa es largo, mucho más largo de lo que pensaba, desesperadamente largo, pues me estaba invadiendo una sensación de peligro inminente de la que me costó varias horas deshacerme. Solo me animaba ver el muro en lo alto de unas colinas, interminable y desafiante, y un cartel que el taxista seguía donde claramente ponía «Playas de Tijuana». El chófer nos cuenta que hace poco dos chavos se ahogaron cuando nadaban por ahí, bro, y es que está llenitito de corrientes y, este… remolinos que son pinche peligrosos. Y algo se me alivia por dentro cuando para, me cobra, bajo del taxi y veo cómo desciende la verja y muere en el mar. Describir esa sensación es difícil: por un lado, una emoción enorme por tener ahí esos cilindros metálicos que tantas veces he visto fotografiados; por otra, una fuerte sensación de inseguridad al ver a 3 güeyes (o bueyes) musculándose en unas barras a escasos metros de la frontera, con cara de narcos, rivalizando por quién hacía más dominadas y quién tenía el bíceps más hinchado y la cara de más malote. Me palpo el bolsillo: sigo teniendo en su sitio el pasaporte. Me acerco a la verja y veo a un vagabundo durmiendo justo en la misma base de la empalizada, ajeno a todo: a mí, a mi amigo, al helicóptero de la patrulla de los Estados Unidos que no dejaba de bramar por los alrededores… o quizá bien pendiente de cuándo era el mejor momento para intentar cruzarlo.
La Avenida del Pacífico muere exactamente en esa línea. Y mi sufrido amigo y yo nos tomamos unas cervezas en una cantina-terraza en la que anuncian un wifi que no funciona, y donde te sirven como aperitivo unos nachos y una salsa que pica solo de mirarla. Acertamos a ver a una pareja de unos 45 años, de la mano, que hace exactamente lo mismo que nosotros: llenarse los zapatos de la fina arena de las playas del Pacífico andando hacia el apetitoso y amenazador muro. En él reza un cartel: «Cuidado, hierros en el agua». Parece que algún submarinista se ha querido colar por ahí a vivir el sueño americano. Y no es de extrañar: la valla es alta, muy alta: no tendrá menos de 6 metros de alto, me decía (5,4 según he leído después), y el sempiterno helicóptero y la extensión interminable de playa desierta que hay detrás parecen disuadir de cualquier cruce ilegal. Pregunto a los lugareños sobre el muro. Y todos dicen lo mismo: el pinche muro, los pinches gringos… Pero todos parecen estar resignados e incluso varios de ellos lo justifican y lo entienden. En cualquier caso, está ahí y, en una actitud muy mexicana, no se molestan en preocuparse por él: está y está; punto.
El muro entrando en el mar, que es el morir.
Echamos a andar por la avenida, silenciosa, vacía en un día nublado y fresco, con negocios ruinosos, insalobres, desordenados, sucios. Un burro en un local se nos acerca para que le hagamos una foto: está bien enseñado y el dueño acepta «donativos». Tomamos un taxi y nos lleva a la Avenida de la Revolución, centro de Tijuana, de compras, de comercios legales, alegales e ilegales. Encuentro la esquina de Revolución con Zaragoza, buena foto para un maño como yo. Decenas de comerciantes nos asaltan para que entremos a «echar una miradita no más», y nos dejamos seducir por el 2 por 1 de una taquería que nos dará buenas alegrías. Nada más abrir la boca, ya nos preguntan de qué parte de España somos, y decir «Zaragoza» pronunciando la zeta al modo español les hace echar una sonrisa al tiempo que dicen «la madre patria». Me sorprendió el cariño que nos tienen a los españoles… o a los dólares de nuestro bolsillo. Aunque me inclino por la primera opción.
Tomamos unos tacos de puerco. Excelentes. Y servidos con sendos chupitos de tequila. Le preguntamos cómo beben aquí el tequila, y nos explica que primero se muerde el limón, luego se bebe el tequila y después se muerde más fuerte el limón y se lame la sal. Aunque es más suave que el que se toma en España, el método es totalmente distinto a como lo pensamos aquí. El resto del día lo pasamos de compras y en locales que no merece la pena reseñar aquí pero que son de obligada visita en Tijuana, y donde teniendo billetes de dólar puedes hacer auténticas barbaridades. Vemos una ciudad bulliciosa, alegre, viva… pero caótica, sucia y con ese olor que recuerda más bien a las ciudades del sudeste asiático: olor a fritanga, olor a alcantarilla, olor a dejadez y decadencia.
La frontera (el Pinche Muro) a la izquierda, la plaza de toros a la derecha, un monumento horrible en el medio.
Y llega el momento que más ansiedad me causa: cruzar de vuelta la frontera, volver a los Estados Unidos. Nos habían hablado de varias horas de espera, de interminables colas como la que habíamos visto por la mañana.Eran las ocho de la tarde y teníamos la esperanza de que fuese más rápido… y así fue. No estuvimos más de 10 minutos esperando. Un funcionario estadounidense observa mi pasaporte, lo escanea, ve que todo es correcto, pasa mi mochila por los rayos X y me encuentro de nuevo en la primera potencia del mundo, en la nación del orden, en el país donde enseñar un pecho es pecado, donde beber por la calle es pecado, donde no hay nada que hacer a partir de medianoche… pero donde me siento bastante más seguro.
Bienvenido a los EE.UU. La línea amarilla marca la frontera bajo techo.
Miro atrás por última vez y veo México, su bandera y el otro lado del muro. La separación es real, tangible, acechante. Y los mundos que separa también son real y tangiblemente distintos. Y conforme se disipa esa ansiedad, pienso que esta no será la última vez que oleré las calles, probaré los tacos y sentiré la arena de las playas de Tijuana, una ciudad no precisamente bella y sí precisamente sucia, pero encantadora.
Diego, lo que yo creo que deberíamos hacer es prohibirle a Sherlock que viaje sin nosotros… Eso NO se vale. Y claro, no hay necesidad de decirlo porque en este blog es obvio… aún así lo diré: Amé la entrada. Felicitaciones Sherlock y gracias a Diego por permitir deleitarnos con este maravilloso relato. Abrazo a los 2 desde Bogotá.
Jajaja! Yo estaría encantado de compartir un viaje frikifronterizo por doquiera que vuestras mercedes quieran ir.
Gracias, Sr. Mapache, tus comentarios son miel para mis oídos!!
Pues echarse miel en los oidos parece bastante asqueroso…
Eso es que no lo has probado…
PD: Y se me ocurrió una situación en la que echarse miel en los oídos no sería del todo desagradable pero para poder mantener una audiencia de menores en el blog, no lo vamos a discutir por ahora… al menos no en público jajajaja. Saludos.
¿No tenemos un viaje a Andorra los 3 en diciembre? Yo creo que sí 🙂
Yo creo que también!!
¡Maravilloso!
Muy buena historia Sherlock, y qué envidia! Saludos salmantinos al trío de maestros fronterizos.
Y eso que he resumido!
excelente entrada…
Aún viviendo en México, específicamente el norte, leo esto y me siento un extraño en mi tierra, un saludo Sherlock, aún me falta mucho por conocer de mi país.
Saludos, Aldair! Tu país es enorme, y siempre es estimulante saber que quedan cosas por ver!
Che, ¿Por qué tan pocos comentarios?. Está buenísimo el artículo. Felicidades Sherlock por tu trabajo, gracias Diego por volver a dejar a los usuarios volver a aportar al blog.
En otra oportunidad conté que ésta frontera tuve la suerte de cruzar en el 2000 antes del 11-S. Recuerdo que ir de EEUU a Mexico era cruzar un molinete similar al de la salida de los parques de diversiones… veo que ahora es mas estricto.
Al volver, en la cola, me puse a filmar y un marine por poco me secuestra la cámara. No sé cómo vos lograste esas tomas con tanta paranoia estadounidense.
Tu descripción de Tijuana es tal cual la recuerdo, lo único que me molestó es que me hablaban en inglés a pesar de repetirle varias veces que me hablen en nuestro pinche idioma.
Recuerdo que a penas ingresaba a México, había un giróscopo (googleenlo) para sentarse adentro. Le pregunto al chavo cuánto costaba subirse, eran pocos dólares, acepto y me dice que ahorita no puede ser, ya que está cerrado por ser horario de siesta.
Por esos días, desconocía la existencia de la vaya en cuestión, pero ni bien descubrí google street view, recorrí circo taurino y vi que el vallado marino no era tan grande.
Me queda la duda que pasa si uno quiere llegar ahí desde el otro lado, o mejor dicho, hasta dónde se puede llegar.
Buen artículo. Leo que mencionas a estar 4n México, te hace sentir inseguro… y es cierto. Nosotros los mexicanos, ya nos hemos acostumbrado a dicha inseguridad violencia de las mafias locales, pero aún así, no le vemos el lado obscuro de las cosas. Lo vemos positivamente, ya que aquí nos toco vivir.
México es un país hermoso, y de varios lugares a disfrutar, y sin embargo, vemos a los Estados Unidos como un lugar para progresar, queriendo ir, pero sin abandonar nuestra patria.
Y aunque duela, es cierto, aquí en México, estamos acostumbrados a los puestos callejeros, gritones, que te acechan para vender mil y una cosas.
Nuevamente, buen artículo.
Excelente relato Sherlock, mis felicitaciones desde Argentina !!
Gracias por tu comentario, Tucumano!
Contemplé la posibilidad de llegar al muro desde lado estadounidense, pero la deseché básicamente porque esa parte es un parque natural o área protegida, y había que dejar el coche a una distancia muy considerable. Hay un reportaje que vi en Youtube sobre esa zona de California, a ver si lo encuentro.
Se aprovecha esa playa desierta para pasear a caballo sobre todo, actividad que no practico de momento. Bastante tengo con cruzarme medio mundo en busca de fronteras curiosas…
Genial entrada Sherlock!! Estuve en Mexico hace unos años y me quede con las ganas de ir a Tijuana y ver el muro, asi que me lo hice por google maps que no es lo mismo claro esta. Aprovecho para dar mi enhorabuena de nuevo a Diego por este tan maravilloso y entretenido blog al que llevo entrando unos años. Por cierto acabo de comprarme una furgo y vivo en Madrid ¿Que frontera me recomendais primero???? Muchas gracias y un saludo blogeros!!!
Buenas!
Pues justo vengo de un viajecito a Portugal este fin de semana. No te voy a recomendar que lo hagas por donde lo hice yo, pues yo cruce el puente internacional del Miño.
Lo que si te voy a recomendar es que lo hagas por la nacional, aunque sea solo ese tramo. Como bien indican en esta entrada, en Europa solemos asociarla a un rio o montaña. Seguramente si lo haces por la nacional tendras aun algun puesto aduanero en desuso o el puente, o igual tienes suerte y tienes guardia civil y gnr a cada lado del puente para dirigirlo por su estrechez, que impresiona más que simplemente ir por la autopista y ver un cartel azul jejeje
Gracias Antonio! Yo iría a Gibraltar, que no está nada mal…
Es bastante curioso, realmente las partes de Tijuana mas inseguras a mi parecer son las que no visita el ciudadano Tijuanense, y no me refiero a actos bandalicos, si no mas bien
al sentimiento que tienes al estar en ellas. La «revu» como coloquialmente se le conoce a la Avenida Revolución no es ni por mucho la avenida más bonita de Tijuana. Los Tijuanenses preferimos zonas como Otay, Zona Rio, Aguacaliente y Centros Comerciales que se encuentran en esas zonas.
Respecto a lo que uno siente al cruzar la frontera, es cierto, existen ocasiones que la fila llega hasta 4 hrs. y por carro (coche) la cosa no mejora. Lo «migras» (los agentes de la aduana) en ocasiones son muy despotas y no te dan la mejor bienvenida a EU. Pero todo es subjetivo. Un saludo de Tijuana.
Muchas gracias, Abraham. No tenía ni idea, aunque podía suponerlo, porque no tenía mucho sentido que le pusieran el nombre de mi ciudad a una avenida de Tijuana, y no el de Madrid o Barcelona, mucho más conocidas.
En México tenemos muchas calles, avenidas, barrios, municipios, una ciudad capital y un estado con el nombre de Zaragoza. También tenemos estaciones del metro con dicha nomenclatura 🙂 .
Por si fuera poco, mi Alma Máter lleva el nombre de Zaragoza, y una de sus escuelas hermanas, el de Aragón (topónimo de bastantes sitios también 🙂 ).
Sherlock, lamento decirte que el nombre de la calle Zaragoza no es por tu ciudad, si no por uno de los heroes más famosos en México, el general Ignacio Zaragoza.
ufff… más pro-americano este tópico, por poco creí que estaba leyendo un panfleto de nacionalistas americanos… no mas le falto una ilustración de la bandera de España con estrellas en el cantón, o mínimo el lema «Don’t tread on me» como subtítulo del post
No estoy de acuerdo con lo que dice J.S.
Pero… dado que tenemos la enorme suerte de vivir del lado democrático y libre del mundo, y que éste invento estadounidense llamado Internet nos permite discernir y enriquecer una temática cualquiera; te invito, J.S., a que hagas tu entrada (con el lógico visto bueno de Diego Gonzalez) así como el amigo Sherlock lo hizo de forma tan desinteresada.
Siempre criticar es mas fácil que hacer.
No todo lo que está hecho, está hecho de buena gana: por mencionar, los calificativos peyorativos hacia Tijuana y el arribismo hacia lo que hay del lado estadounidense dan parte de ello. No era para nada necesario decir esas cosas, que no son mas que opiniones personales desbalanceadas… pero bueno, esto es un blog, no un periódico
Y si siempre criticar es mas fácil que hacer, es porque a veces hacer conlleva a tener recursos que no se poseen
Lo memorable de esta entrada es que, justamente, hace referencia a lo que más imaginamos con una frontera: es un límite, es un fin, es una marca, es una irrupción, es un corte. A veces tan tajante como necesario, es el punto geométrico exacto en donde lo social se parte en dos. Como dijo mi amigo Mapache, no se vale haber viajado sin nosotros. Excelente entrada, excelente experiencia.
Hola!!
Yo vivi en Tijuan y es una ciudad apasionante,
San Diego es hermosa,pero como que es medio deshabrida
Otra cosa,
De todas las ciudades fronterizas,
es Tijuana-Sandiego en donde mas se ve la la diferencia
( SAN DIEGO ES TAL VEZ LA UNICA FRONTERIZA QUE NO DEBE SU ESPLENDOR AL COMERCIO CON LOS MEXICANOS)
California es la joya de estados unidos y ellos son estado motor de todo estados unidos,practicamente en los condados de sandiego a los angeles viven mas millonarios que en otras partes de todo
estados unidos
asi que san diego es el primer mundo dentro del primer asi que aunque quiten a Tijuana o a mexico, y pongan a una ciudad de Argentina,Colombia,Brasil o hasta de la misma españa y se seguiria viendo diferencia entre San Diego estados unidos y esa ciudad
Saludos y felicidades por esta pagina
Pero aun con todo esto,es mucho mas placentero y hasta mas tranquilizador estar ahi que mirar el muro de la zona desmilitarizada en Corea.Aunque recuerdo de hace unos años ver un video que habian huecos en la frontera entre EEUU y Mexico donde se cruzaba de un lado a otro.
Sherlock la descripción que realizas acerca de la frontera mas transitada del mundo es muy buena y te hace vivirla casi en persona, sin embargo debo decir que su descripción es como tal de una persona extranjera a ambos países (México y Estados Unidos). Tu descripción es ilustrada de la manera como un Español la vive, es algo similar a seguir creyendo que en todo México andamos a caballo o en burro o que todos los españoles se dejan la barba, bailan flamenco y fuman puro.
Una pregunta para ti ¿como supiste que la interminable fila para entrar a Estados Unidos era formada solo por Mexicanos? Si lo recuerdas México es la puerta de acceso para todo Latinoamérica de los cuales las características raciales son similares incluso a la de los Españoles.
Dejaste entrever tu ego Europeo al creer que la calle Zaragoza es por una pequeña ciudad de España (como ya te lo comentaron es por uno de nuestros generales Ignacio Zaragoza) y la segunda no creas que el aprecio hacia España es la que tu consideras, realmente ningún Mexicano llama a tu país la madre patria, pues para nosotros la conquista no fue el suceso más afortunado que vivió México. Te invito a que conozcas más de México (no solo la frontera con Tijuana) y descubras la belleza y tranquilidad que opaca a la del vecino país del norte.
Estimado, muy interesante tú redacción.
Yo soy de Monterrey, Mexico; a 3 hrs en avión de Tijuana.
En Diciembre 2012 me toco cruzar la Frontera de Tijuana-San Ysidro, iba junto con mi hija. Yo traia las mismas dudas, temores o como gustes llamarlo.
La fila para cruzar a pie (sin solicitar permiso) era gigantesca, increiblemente gigantesca. Por fortuna la fila para los que ocupabamos permiso era pequeña, aun así tardamos 2 hrs en esa fila.
El muro que divide USA-Mexico del Aeropuerto a la Linea (como le dicen en Tijuana); horrible, llena de cruces.
Fue toda una aventura ir a Los Angeles, cruzando x Tijuana; lo mejor es volar directo a Los Angeles, pero si el dinero no alcanza, irse x Tijuana es una opción.
Muy interesantes tu paseo. Sabias que el mar se trabo muchas calles de las Playas de Tijuana?
Hola. Soy un nuevo seguidor de este blog, fan de la geografía desde mi infancia y habitante de Tijuana por 33 años. La percepción que tuviste de mi ciudad es muy regular. Estoy de acuerdo en el gran contraste que existe entre los dos países, el caos, el desorden, los malos olores, etc. Pero eso de compararla con el sudeste asiático es una aberración. Ir a la calle Revolución y a Playas no es suficiente para conocer la esencia de la ciudad. No mencionas nada de la Zona Río, con su gran plaza y su distrito gastronómico y hotelero, el CECUT, la UABC, Agua Caliente, Plaza Galerías, el estadio Caliente, Otay, etc. Tampoco visitaste la pequeña ciudad costera de Rosarito y el tranquilo pueblo mágico de Tecate, que forman parte del área metropolitana. Somos una ciudad formada de gente que procede de muy distintos orígenes y encontrarás todo tipo de barrios como en cualquier lugar. La mala fama de la inseguridad provino de una época en la que los delincuentes se enfrentaban directa y espectacularmente con las autoridades y bandas rivales, hechos que ya no suceden. Existen los robos y las zonas peligrosas como en cualquier otro lugar y es vital utilizar el sentido común. Así que lamento que tu visita haya sido parcial al omitir otras zonas importantes que hubieran mejorado tu percepción. La zona a donde fuiste no es a donde los tijuanenses auténticos turisteamos los fines de semana. También te faltó añadir que casi todos los tijuanenses de nacimiento tenemos parte de nuestra familia en EUA y que cruzamos hacia allá cada semana. De hecho, varios de nosotros trabajamos allá todos los días y residimos acá: es una simbiosis interesante.