Tres veces por semana un Boeing 737 de Asky Airlines despega del Aeropuerto Internacional de Maya-Maya. Siguiendo el procedimiento, el comandante de la aeronave esconderá el tren de aterrizaje del avión a los pocos segundos de que las ruedas se separen del suelo y comenzará un ascenso vertiginoso. Si el destino fuera cualquier otro, el ascenso se prolongaría hasta alcanzar al menos los 30.000 pies, pero nuestro Boeing cesa abruptamente de ganar altitud cuando alcanza los cinco mil pies, aproximadamente unos cinco minutos después de despegar. En ese punto, vira al sur, cruza los mil metros de ancho del río que baña tanto su ciudad de origen como la de destino y comienza un suave descenso que le permitirá tomar tierra apenas nueve o diez minutos después de haber despegado, en esta ocasión en el Aeropuerto de N’Dijili. Nuestro avión ha despegado de una capital nacional y ha aterrizado en otra, en menos tiempo del que se tarda en pedir un café en el aeropuerto. Bienvenidos a Brazzaville y Kinsasha, las capitales más próximas del mundo.

En el principio fue el Río Congo. Con sus 4.700 kilómetros de largo es el noveno más largo del mundo, y cuando Europa se repartió África allá por 1884, Bélgica y Francia lo utilizaron como límite extraoficial entre sus colonias. El río es navegable durante la mayor parte de su recorrido, pero a 450 km de la desembocadura empiezan las Cataratas Livingstone, una serie de 32 cascadas, rápidos y caídas de nivel que llegan casi hasta el estuario del Congo. Así que cuando Bélgica y Francia tuvieron que escoger un lugar para fundar un asentamiento, escogieron justo el último tramo navegable del río. Los franceses fundaron Brazzaville, y los belgas, justo enfrente, Leopoldville. El Congo Francés y el Congo Belga, andando el tiempo, se convirtieron en naciones independientes y miembros de la ONU, y ambos países escogieron molestar a los escolares de todo el planeta llamándose exactamente igual: República del Congo y República del Congo. Con un par. Que mira que hay nombres, ¿eh?, pues nada, escogen el mismo. El resto del planeta, para distinguir un país de otro, decidió llamarles «Congo-Brazzaville» y «Congo-Leopoldville». Dos países llamados igual, con sus capitales enfrente una de la otra. Y todavía sin un mísero puente que las una.

Volvamos a los orígenes. Brazzaville fue fundada por un italiano llamado Pietro Paolo Savorgnan di Brazza, aunque se le conoce como Pierre por aquello de que trabajaba para Francia. Ya tenemos, pues, el origen del nombre. Leopoldville, a su vez, fue establecida por Henry Morton Stanley, a quien los lectores más veteranos recordarán de videojuegos como Livingstone, supongo. El nombre fue puesto en honor del por entonces Rey Belga, Leopoldo II, al que si fuera torero bautizaríamos como Carnicerito de Bruselas. Después de reclutar a Stanley para sus empeños coloniales, el rey belga se aseguró en las conferencias de Berlin de 1884 y 1885 la propiedad personal de un territorio de dos millones de kilómetros cuadrados al sur del río. La empresa creada para la ocasión se denominó «Asociación Internacional del Congo», nombre cambiado poco después a «Estado Libre del Congo», en un ejercicio de ironía bastante siniestro. El llamado Estado Libre y Francia firmaron en 1885 un tratado para repartirse las dos orillas del río. Por entonces lo que hoy son Brazzaville y Kinshasa no eran más que un par de puestos avanzados coloniales, en cómo llegaron a ser las respectivas capitales de dos naciones independientes tuvo mucho que ver el ferrocarril.

El Río Congo es uno de los sistemas de transporte más importantes del África Subsahariana: miles de toneladas de mercancías se mueven por él diariamente. Brazzaville y Leopoldville evolucionaron rápidamente de puestos avanzados con unos pocos cientos de personas a pequeñas ciudades portuarias, cruciales para el transporte de las mercancías desde las colonias a la metrópoli y viceversa. Las mercancías eran transportadas por tierra desde el estuario del Congo hasta ambas ciudades y allí eran embarcadas, o bien seguían el camino inverso. Inicialmente este trayecto se hacía a pie o mediante tracción animal, pero pronto se empezó a pensar en la construcción de un ferrocarril. En 1898 se abrió la línea de tren entre Leopoldville y Matadi, un puerto fluvial al otro lado de las Cataratas Lvingstone, y la importancia de la ciudad se incrementó. En la otra orilla del Río Congo el enlace ferroviario entre Brazaville y Pointe Noire comenzó a construirse en los años 20, cuando la ciudad fundada por Pierre Brazza ya había sido nombrada capital del África Ecuatorial Francesa, colonia que incluía los actuales República del Congo, Gabón, Chad y República Centroafricana. Leopoldville pasó a ser capital del Congo Belga en 1929, cuando el país ya era una colonia de Bélgica y no una posesión personal de su rey. Por entonces contaba ya con 53.000 habitantes.

El Congo Belga y el Congo Francés se independizaron con apenas mes y medio de diferencia en el verano de 1960, que fue pródigo en independencias africanas. Ambas colonias escogieron el mismo nombre, «República del Congo», lo que llevó a los atlas escolares del planeta entero a distinguir un país de otro por su capital. Leopoldville, por cierto, no duraría mucho tiempo con ese nombre tras la independencia. En 1966 Joseph Mobutu, el arquetipo de dictador africano con delirios de grandeza, le cambió el nombre a la ciudad, que pasó a llamarse Kinsasha, nombre tomado de una aldea donde los belgas habían instalado un puesto avanzado a un par de horas de la capital. En 1964 se había añadido la palabra «Democrática» en el nombre para que el país se distinguiera del vecino, pero el resto del mundo pasó del tema y siguió llamando al país Congo-Leopoldville hasta que en 1971 el cleptócrata en jefe también le cambió el nombre al país, que durante los siguientes 26 años se llamó Zaire. La caída de Mobutu en 1997 supuso de nuevo un cambio de bandera y de nombre, y así el inmenso territorio que fuera diezmado por el Rey Belga acabó llamándose, de nuevo, casi como su vecino.

Dos líneas aéreas vuelan de una capital a otra. Además de Asky Airlines (una subsidiaria de Ethiopian) también lo hace Jambojet, filial de las aerolíneas nacionales de Kenia. Entre ambas resulta que hay un vuelo diario entre las ciudades, normalmente de Brazzaville a Kinsasha antes de dar un salto más largo a Nairobi o Lomé. Es el vuelo internacional más corto del mundo. Sin embargo, el medio de transporte más común entre ambas es, de muy lejos, el ferry, o, en su defecto, cualquier cosa que flote. Miles de buques, barcos y chalupas de todo tamaño y condición cruzan diariamente de una orilla a otra del río llevando mercancías y personas. La Republica Democrática del Congo es uno de los países más pobres del mundo, hasta tal punto que su vecino homónimo, que está en el pelotón de cola en cuanto a renta per cápita, es entre seis y ocho veces más rico que él. Por otro lado, el antiguo Zaire tiene 80 millones de habitantes por apenas cinco de su vecino septentrional. Las propias ciudades están en diferentes escalas. Kinshasa cuenta con doce millones de habitantes, Brazzaville no llega a los dos. Las desigualdades entre uno y otro país son tan grandes que han hecho casi imposible la construcción de un puente entre ambas capitales, pese a que el proyecto lleva décadas en marcha y ha recibido el apoyo de las más altas instituciones económicas del continente. Una infraestructura así ayudaría, sin duda, a la economía de los dos países, pero también dejaría muy expuesta a la República del Congo, haciéndola más vulnerable a la situación extremadamente precaria de su vecino del sur.

En realidad Brazaville y Kinshasa son una misma ciudad partida por un río. Los idiomas más hablados (lingala, kikongo, francés) son los mismos, y también comparten una historia turbia de dominación colonial antes de la independencia y de caos y guerra después. Ambas ciudades, como los países de los que son capital, han padecido guerras civiles y violencia de todo tipo pero los lazos culturales y económicos no han desaparecido.
Fuentes y más info: Condé Nast, Wikipedia (2), The Guardian, El Orden Urbano, y, por supuesto, el siempre recomendable Blog de Banderas
Nota final: Se puede argüir, y estoy seguro de que habrá puritanos que así lo hagan, que Roma y la Ciudad del Vaticano son las dos capitales más próximas, puesto que una rodea a la otra por completo. Pero miren, me niego a considerar el Vaticano, un país con dos papas por kilómetro cuadrado y cuya tasa de natalidad es cero desde hace un siglo, como un estado normal para estas cosas.
Crees que algún día podría haber reunificacion del Congo? Como en alemania
¿Reunificación?, ¿y cuándo estuvieron unidos?
Las 2 capitales de estado más cercanas son Roma y la ciudad del Vaticano
Es verdad. También dice que es el vuelo internacional más corto pero hay un vuelo de Gibraltar a Tánger, jeje El autor debería de haber matizado un poco o haber hecho referencias más clara, a veces la gente dice «la frontera más corta del mundo, cuando quieren decir «la frontera continúa más corta del mundo»
SALUDOS
Buenas. Hasta donde yo se, de Gibraltar a Tánger hay algo más de 1km…
Saludos
De Gibraltar a Tánger hay 70 km, en lugar de los 27 que hay entre los aeropuertos de Brazzaville y Kinshasa. Sí que es cierto que el GIB-TNG es el vuelo intercontinental más corto del mundo.
La nota del final la escribí pensando en gente como tú xDDD
Joder que despiste llevo! Lo del Vaticano un país sin tasa de natalidad tiene mucha lógica, no lo había pensado así, es como considerar la orden de Malta un país sin territorio.
¡Gran artículo!
Diego, genial artículo, como siempre.
Solo una precisión chorra: En el Vaticano hay habitualmente dos papas por kilómetro cuadrado, pero ahora mismo hay un 100% más. Hay uno emérito y otro ejecutivo, en un territorio de 0,5 km2
Seamos claros: en el vaticano hay 2.27 papas por Km2, por favor. Gracias y de nada.
El vuelo internacional más corto del mundo no puede ser el que une Brazaville (BZV) con Kinshasa (FIH) puesto que los que unen Anguila (AXA) con Sint-Maarten (SXM), operados, al menos, por Air Sunshine y por Anguilla Air Services, son aún más cortos.
En la entrada se habla de capitales nacionales, no de entidades de uno u otro tipo que forman parte de otros países, como Anguila (territorio de ultramar británico) y la parte holandesa de la isla de San Martín (país constituyente, al estilo de Gales dentro del Reino Unido)
Muchas gracias. ?Como puedo iniciar sesion?
Muy bueno Diego, cuantos erudictos en críticas, ya tengo ganas de leer sus artículos personales. Dónde los encuentro?
Muy interesante el artículo. El tema del puente me remite automaticamente a lo que pasa aqui en Buenos Aires. Para ir a Uruguay en auto hay que hacer casi 250km. hasta el primer paso internacional. Un puente entre Buenos Aires y Colonia de Sacramento achicaría un montón esa distancia (hay aprox. 50km. entre las dos ciudades, río mediante). Hubo proyectos pero nunca se concretaron
Fascinante entrada. Ésta es una zona compleja, desigual y en conflicto.
Soy Chileno y me encantaría conocer África, el Congo, Ruanda y toda esa África tan pobre pero tan maravillosamente hermosa. Pero debe ser peligroso no? además de todas las vacunas que hay que ponerse antes de viajar
Creo que ya había leído esta entrada en su momento, Diego, pero no me canso de leerte. Aplausos.