Fantasmas de hormigón: Concrete City, la utopía abandonada de Pensilvania

A principios de los años treinta el ayuntamiento de Nanticoke, Pensilvania, decidió derribar unas cuantas casas y estructuras abandonadas en mitad de un bosque de su término municipal. La empresa encargada de ello no pudo nunca cumplir el encargo de la corporación municipal: de hecho abandonaron el intento casi el primer día: después de meterle cien cartuchos de explosivos al primero del par de docenas de edificios condenados a ser demolidos, lo único que habían conseguido era hacerle unos pequeños arañazos. El hormigón con el que estaban hechas era demasiado fuerte para ser derribado. Sin embargo, eso no salvó al pueblo de su completa destrucción. Esta es la historia de Concrete City y cómo pasó de ciudad planificada a ruina comida por la vegetación.

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Concrete City, Pensilvania (Explore PA History)

Allá por 1910 los directivos de la compañía ferroviaria Lackawanna Railroad pensaron que era buena idea construir una pequeña comunidad para los empleados de más alto nivel de la sección minera de su compañía. Los pueblos corporativos, o colonias industriales, fueron típicos de la segunda mitad del siglo XIX, y al tratarse de comunidades planificadas desde cero y levantadas por un único constructor, solían estar influidas por algún movimiento arquitectónico en boga en los años de su aparición. En el caso que nos ocupa, Concrete City fue construida bajo los parámetros del racionalismo arquitectónico. Cito de la Wikipedia:

Esta corriente buscaba una arquitectura fundamentada en la razón, de líneas sencillas y funcionales, basadas en formas geométricas simples y materiales de orden industrial […], al tiempo que renunciaba a la ornamentación excesiva

Como el sagaz lector habrá adivinado a estas alturas, el material de origen industrial en el que se basó Concrete City no fue otro que el hormigón. Un puñado de casas de hormigón armado, con una piscina del mismo material en los jardines comunitarios centrales, e instalaciones y servicios también construidos de igual manera. Un pequeño pueblo sólido como una roca para mayor comodidad de los empleados del ferrocarril. Le pusieron el sobrenombre de «ciudad jardín de la Región de la Antracita«, todo muy modernista. La idea, sin embargo, no salió del todo como se esperaba.

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Cuidadísimos jardines ocupaban la parte delantera de las viviendas, auténticos chalés en el campo. En total unas 200 personas llegaron a residir en la comunidad, 40 de ellos empleados de la compañía. 
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Los niños de Concrete City en la piscina de la comunidad
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Parque infantil en los jardines comunes de Concrete City. 

Los primeros meses fueron idílicos. Los empleados disfrutaban de una vivienda de dos plantas a coste cero en un entorno natural maravilloso, sus esposas participaban en concursos de decoración de jardines, los niños se entretenían en la piscina y otras muchas actividades… hasta que llegó el invierno. El hormigón armado no es el mejor aislante del mundo, y las casas resultaron ser desagradablemente húmedas y frías, y estar atravesadas por molestas corrientes de aire. En el segundo verano un niño se ahogó en la piscina y la empresa decidió vaciarla y no volverla a usar. La extrema solidez de la construcción tenía como consecuencia indeseada que cualquier reforma fuera prácticamente imposible, y la vida en Concrete City empezó a no ser tan agradable como les habían prometido a sus moradores.

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Los restos mortales de Concrete City, hoy (Abandoned Explorer Site)

Los arquitectos del pequeño pueblo no tuvieron en cuenta la necesidad, que pronto sería bastante imperiosa, de disponer de un sistema de aguas residuales. Los baños, situados fuera del edificio de la vivienda, también estaban construidos en resistente hormigón armado, pero su propia dureza impidió la instalación de cañerías a un coste asumible. Así que cuando los pozos negros se fueron llenando la situación empezó a ser insostenible. Cuando en 1925 la sección minera de la Lackawanna Railway fue vendida a otra empresa, una de las condiciones era encargarse de Concrete City. Los nuevos patrones vieron el percal y decidieron que la mejor manera de ocuparse del problema era sencillamente ignorarlo.

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Fantasmas de hormigón (Bud Brezinski | Flickr)
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Desde lo alto de esa ruina cubierta de pintadas 110 años nos contemplan (Uncovering PA)

Los nuevos dueños de Concrete City se llamaban Glen Alden Coal Company, y se encontraron con un montón de casas de hormigón armado irreformables cuya situación higiénica dejaba bastante que desear. Ante la tesitura de gastarse una fortuna en reparar unas viviendas que no habían construido, la decisión que tomaron fue simple: evacuar a toda la población y dejar la ciudad de hormigón a merced de los elementos. Presionados por el ayuntamiento intentaron la voladura de los edificios, pero resultó imposible eliminar siquiera uno. Estaban hechos para perdurar, y perduraron. Aunque no tan bien como sus promotores habrían esperado.

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Las viejas viviendas casi ni se ven (Waymark)
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La nieve le da un aspecto aún más siniestro (Aaron Glenn Campbell | Flickr)

Después de casi un siglo de completo abandono, Concrete City es hoy el típico escenario post apocalíptico chernobiliano. Los edificios yacen comidos por la maleza y plagados de boquetes; no hay una sola pared que no esté cubierta de grafitis y pintadas obscenas, la piscina acumula basura y restos de fogatas de noventa años y el deterioro es total y absoluto. Bomberos y policía local acuden de vez en cuando a las ruinas a realizar simulacros y ensayos de operaciones, exploradores urbanos llevan sus drones a tomar espectaculares planos aéreos de los derrelictos y grafiteros de todo pelaje dejan su firma para la posteridad sobre paredes que ya estaban en pie antes de que nacieran sus tatarabuelos. Concrete City se mantiene en pie a duras penas como testimonio mudo del capitalismo paternal y de una arquitectura que probablemente no estaba pensada para seres humanos.

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Una manita de pintura y un suelo nuevo no le vendría mal del todo (Parks Photos)
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Exploradores urbanos siguen acudiendo en oleadas al lugar pese a que es propiedad privada y se arriesgan a una fuerte multa (Scootah1283 | Imgur)

Fuentes y más info: Atlas Obscura, Luzerne County, It’s very easy to remember, Roadtrippers.

Fotos: Imgur, Parks Photos, Cheri Sundra.

También en Pensilvania está Centralia, el pueblo al que le arden las entrañas.

Y si te gustó esta historia de abandonos, échale un ojo a estas otras:

Sathorn Unique, el rascacielos abandonado en el centro de Bangkok
Witenoom, la ciudad que desapareció de los mapas, en Australia
Villa Epecuén, el pueblo que surgió de las aguas, en Argentina
Lo que queda de Plymouth, la antigua capital de Montserrat, en el Caribe británico
Pyramiden, la ciudad fantasma del Ártico, en Svalbard (Noruega)

 

5 respuestas a “Fantasmas de hormigón: Concrete City, la utopía abandonada de Pensilvania

  1. Marcelo 27-febrero-2020 / 5:00 pm

    Muy bueno Diego, tus lectores exigimos que no decaiga esta regularidad casi semanal de tus entradas.
    Saludos desde Argentina!

    • Diego González 27-febrero-2020 / 6:54 pm

      Eh, nada de «casi semanal», llevo desde enero a una media de dos por semana, de hecho 😀

  2. Hetado Delgado 27-febrero-2020 / 8:34 pm

    Interesante, voy por las otras, saludos.

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