El fotógrafo canadiense David McMillan viajó por primera vez a la zona de exclusión de Chernóbil en 1994, según cuenta, influido por la lectura en su adolescencia de la novela post apocalíptica On the Beach, conocida en español como La hora final. Desde entonces hasta hoy ha regresado hasta 20 veces más a la zona para documentar los efectos del paso del tiempo en las ciudades y los territorios abandonados desde el accidente de 1986. Las fotografías del mismo lugar con años o incluso décadas de diferencia muestran cómo la fuerza devastadora del tiempo reduce todo a escombros y polvo hasta hacerlo irreconocible. Exactamente igual que nos sucederá a todos nosotros, con o sin radiación.






Según cuenta McMillan, en realidad nunca pretendió hacer fotografías del mismo sitio en diferentes años, pero al viajar tantas veces a la zona de exclusión algunas instantáneas comenzaron a repetirse y pudo ser consciente del deterioro inexorable que padece un lugar abandonado a su suerte. Paredes que se cuartean, retratos que se desvanecen, suelos que se hunden y en general la naturaleza reclamando su lugar. Y eso sin contar el saqueo, constante desde casi el mismo día del accidente nuclear.








Los restos semiderruidos de Prípiat nos recuerdan una contradicción inherente al ser humano como animal tecnológico. Nuestras construcciones son efímeras. Basta una generación de abandono para destruirlas; cien años más y quedarán pocas o ninguna en pie. Pero la contaminación que llevó a su abandono, la radiación que expulsó el reactor nuclear cuando se fusionó el núcleo, eso permanecerá al menos veinte mil años. Hace veinte milenios los seres humanos no habían domesticado el ganado (les quedaban entre cinco y diez mil años para hacerlo), no habían llegado a América y que sepamos, su mayor avance tecnológico era la invención de la alfarería. ¿Dónde estará la humanidad dentro de doscientos siglos? Es imposible saberlo, pero sabemos que Prípiat seguirá siendo una ciudad maldita.










Página oficial de David McMillan. Las fotos fueron publicadas en un libro de 2017: Growth and Decay. Prypiat and the exclusion zone
Más fotos en Business Insider, CBC, The Guardian, CNN,
Hace 20000 años aun no domesticabamos el ganado, pero de seguro ya sabíamos crear armas para matar a nuestros semejantes, en 20000 años, quizas habremos conquistado la via lactea, pero seguiremos desviando gran parte de nuestros esfuerzos en seguir creando armas para matar a nuestros semejantes.
Efímeros, somos seres efímeros..