Cada uno tiene su imaginario particular, sus hitos biográficos que, a la larga y mirando hacia atrás en el tiempo, explican sus actitudes o anhelos actuales. Muchos son compartidos con otros, y de ahí nace el concepto de «generación» de tal o cual época. No hace mucho tiempo circuló por los correos electrónicos de los españoles un mensaje en el que se destacaban las presuntas características que hacen de «nuestra» generación (una amplísima, que va desde los nacidos a finales de los sesenta hasta los que lo hicimos en las postrimerías de los setenta y principios de los ochenta) supuestamente mejor que la que vino después. A partir de ese correo Coca Cola realizó un anuncio que tuvo bastante éxito, y que llevó a la franquicia española de la multinacional a continuar en la misma línea publicitaria con otro (Chaval) al ritmo del Gold de Spandau Ballet y con la estética del Wake me up before you go-go de Wham!. La aparición estelar de Loquillo y Mayra Gómez-Kemp le daba al anuncio el toque autóctono.

Pero, como decía, cada uno tiene su propio imaginario. El mío, el de un apasionado por los lugares lejanos, exóticos y raros, tiene uno de sus hitos nostálgicos en la colección «El gran rallye de la vuelta al mundo«, una serie de 35 libros en los que los participantes en un rallye (que se realizaba con coches de la época como el Seat Ronda, por poner un ejemplo) competían por ganar una carrera alrededor del mundo. La primera etapa transcurría nada menos que entre París y Dakar. La segunda entre Dakar y El Cairo (en línea recta, más de 5.000 kilómetros), otra entre Los Ángeles y Cuba, y así. Mi favorita era la que transcurría entre Moscú y Vladivostok. Sólo de pensar en recorrer semejante distancia en un Seat Ronda o en un Renault 21 me entra el tembleque.

Pero el hito fundador de todo nacido alrededor de 1980 que actualmente se pirre por los viajes no puede ser otro que ese león con cara amable llamado Willy Fogg. La sintonía de apertura es un clásico en esas terroríficas reuniones sociales en las que, con varias copas de más, la multitud acaba cantando canciones clásicas de la infancia, como el cierre de David el Gnomo o la apertura de Campeones (hagan una prueba: sitúense en las proximidades de un hombre nacido entre 1978 y 1984 y susúrrenle, sin venir a cuento, «Allá van con el balón en los pies». Diez a uno a que responde «y ninguno los podrá detener»).

Suele ocurrir que el tiempo difumina sobremanera los recuerdos, especialmente los de la infancia. Por poner un ejemplo, es mucha la gente que ahora ronda o sobrepasa los 30 que recuerda El Halcón Callejero (Street Hawk), y dan por hecho que se emitió durante tanto tiempo como El Equipo A o El Coche Fantástico, que también son de la época. La sintonía es sumamente reconocible, de hecho. La realidad es que la serie, en España, tan sólo se emitió durante tres semanas del verano de 1986, y sólo se rodaron 13 capítulos. Con La Vuelta al Mundo de Willy Fogg ocurre algo semejante. Aunque la recordemos como interminable, tan sólo se emitieron 26 capítulos de las aventuras de Willy, Rigodón, Romy y Tico.

La serie, originalmente una producción hispanojaponesa (de la misma productora que David el gnomo o Los Tres Mosqueperros), se emitió, doblada, en más de media docena de países, entre ellos el Reino Unido, Brasil, Francia, Alemania, Finlandia o Suecia. Resulta curioso ver la intro, con la música original de Mocedades, cantada en otros idiomas, como el inglés:
Francés:
Finés
O checo:

Un puntazo. Es curioso comprobar, también, como tanto los nombres como los orígenes de los personajes cambian de un país a otro. Tico, el hámster, dice en la intro original española «Soy Tico el campeón». En la inglesa se autodefine como «la mascota». En España el ratoncillo era un simpático sevillano, en el resto de versiones es italiano. Da hasta grima la voz de pito que le ponen en la intro checoslovaca, de hecho. Rigodón, por su parte, se llama Passepartout (como el personaje original de Julio Verne) en las versiones francesa (obviamente) y finesa.
El recorrido de Willy Fogg alrededor del mundo es todo un reto para cualquier viajero, como lo era el de Phileas Fogg en el libro original. Sin usar aviones (cuando Verne escribió su novela los hermanos Wright tenían dos y seis años) Fogg pasa por París, Pisa, Suez, Bombay, Calcuta, Singapur, Yokohama, Hawaii, Tijuana, San Francisco, Omaha, los Grandes Lagos, Nueva York y, finalmente, Liverpool y Londres. Aunque en la intro se distingue claramente la basílica de Santa Sofía de Estambul, en realidad no pasan por allí, como tampoco lo hacía el Phileas Fogg original. No sería fácil «repetir» el éxito de la expedición a día de hoy. Manu Leguineche, impenitente viajero, lo intentó, pero perdió la apuesta, puesto que tardó 81 días en completar su viaje, que cuenta en un libro titulado, evidentemente, La vuelta al mundo en 81 días, del que otro día hablaremos. Los que no tenemos la oportunidad de intentar hacer un viaje así (por ahora), siempre podremos decir, con voz engolada, «Corre, Bully».
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Para saber más:
¿El Halcon Callejero solo duró tres semanas?
¡Imposible!
Real como la vida misma. Junio de 1986, para ser exactos.
No hace falta ser de esa generación para sentir nostalgia de esas series. Yo nací en el 91 y conozco la sintonía de entrada de Campeones, recuerdo haber seguido David el gnomo y por supuesto Willie Fogg (cuya canción se sabe de memoria por lo menos la mitad de mi generación) y Los tres mosqueperros. Parece mentira como una serie infantil puede sobrevivir tanto tiempo sin caer en el olvido. Es como si dentro de quince años los niños se fuesen a saber, por poner un ejemplo, la canción de Pokemon.
Con este post tocas la fibra sensible. La vuelta al mundo de Willy Fogg la tenía incluso grabada en cinta (y Érase una vez la vida también, y Dartacán y los tres mosqueperros también…).
No quiero ir de rancio pero los dibujos de ahora no son lo mismo, o, al menos, a mí me lo parece. Aunque seguramente a los niños de ahora en el futuro les pase como a mi con los dibujos ochenteros y les parezcan magníficos. Cuestión de vivencias.
D’Artacán y los tres mosqueperros y La vuelta al mundo de Willy Fogg fueron para mí el canto de cisne de un tiempo de series -más inocentes, menos perfectas pero más entreñables- que empezó con Heidi.
Me vais a perdonar pero no he visto ningún episodio de El halcón callejero, no sé que estaría haciendo ese verano.
Crecí en los 80
¡Eh! ¡Que a los del 75 también nos suena todo eso!
-¡Corre Bully!
-¡Voy, Voy!
«sitúense en las proximidades de un hombre nacido entre 1978 y 1984 y susúrrenle, sin venir a cuento, “Allá van con el balón en los pies»
Yo soy del 72 y también contestaría «y ninguno los podrá detener, el estadio vibra con la emoción de ver jugar a los dos, a los dos… lololo lolo lolo lolo looo…
Muy, pero que muy buena entrada.
Yo soy del 75 y lo mismo…por cierto, mis preferidas siguen siendo las de erase una vez…confieso que incluso he estado viendo, ya mayorcito, las de erase una vez los inventores o similares…
che, los Halcones Galácticos (Silverhawks) tuvieron un total de 65 episodios.
De ahí que se tradujeran pocos capítulos es otra cosa.
Igual Monstruón (MonStar) siempre será inmortal!