Fronteras

Rusia es uno de los pocos países del primer mundo que sigue exigiendo visado previo como requisito indispensable para entrar a los nacionales de la Unión Europea o Estados Unidos. Un viejo rescoldo de la Guerra Fría que todavía no se ha apagado del todo, y que convierte en un engorro entrar al país más grande del mundo. Esto se agrava cuando intentas entrar en coche al país. Según todas las guías, el consejo fundamental es «no lo hagas». Los requisitos exigidos para meter el propio vehículo en territorio ruso son tan grandes que sale mucho más a cuenta alquilar uno una vez dentro del país. Ahora bien, existe un paso fronterizo desconocido y remoto donde uno puede entrar en su coche en Rusia, sin visado, sin pasaporte y sin mostrar ningún tipo de documentación. Vamos a averiguar cómo.

Colas que se montan en la frontera entre Lituania y Rusia cuando a Putin se le va la olla y decide bloquear el paso sin razón aparente. (fuente)

Situémonos. Lutepää es una pequeña aldea en el sureste de Estonia, extremadamente parecida a otras cientos de ellas que salpican las zonas remotas y rurales de la república ex soviética. Docena y media de casas prefabricadas, pintadas de vivos colores, algunos chamizos para guardar herramientas, algo de ganado y poco más. Un sitio mayormente aburrido, en suma. A apenas un kilómetro y medio al sur se encuentra Sesniki, otro pueblo con el mismo encanto escaso tirando a nulo. A tres kilómetros y medio al norte encontramos Verhulitsa, un clon de los dos anteriores. Entre los tres lugares discurre una pista de grava sin asfaltar que más temprano que tarde cubrirá de mugre y polvo a cualquier vehículo que se aventure por ella. Y ahí es dónde se encuentra lo especial de este lugar. Los tres pueblos mencionados se encuentran en Estonia, pero para circular entre ellos es necesario cruzar territorio ruso. Para llegar a o salir Lutepää hacia cualquier lugar hay que cruzar dos veces el límite internacional entre Estonia y Rusia. Es lo que en geografía se conoce como Periclave, o Enclave Práctico.

Lutepää desde el coche de Google. En primer plano, la parada del autobús. En otras repúblicas ex soviéticas se las trabajan más. 

El origen de esta pequeña disfuncionalidad geográfica data de 1944, cuando la Unión Soviética, que acababa de ocupar ilegalmente Estonia, delimitó la frontera entre Estonia y Rusia, entonces ambas parte de la URSS. Por esas cosas que tienen los límites una pequeña lengua de tierra rusa quedó internándose en Estonia; se la conoce como la Bota de Saatse por la forma del territorio. Las fronteras internas soviéticas tenían poca o ninguna importancia, por lo que la carretera fue construida atravesando los límites. Cuando en 1991 Estonia se independizó de la URSS, la frontera adquirió una dimensión real.

Mapa de la zona (fuente). Se puede ver también en Google Maps, pero las líneas están mal trazadas por unos treinta metros de diferencia. Al noroeste de Lutepää la carretera cruza territorio ruso durante apenas 20 metros. Ni en este mapa ni en Google Maps se aprecia, pero sí puede distinguirse en la vista a pie de carretera, desde la que se distinguen postes fronterizos rusos (verdes y rojos) a ambos lados del camino. Ese minúsculo  pedazo de Rusia es el que hace que Lutepää sea un periclave

Tras la independencia, media docena de pequeños villorrios estonios, con poco más de 500 habitantes entre todos, quedaron aislados geográficamente del resto del país; la única carretera que llegaba hasta allí era la que cruzaba a través de Rusia. Por suerte para ellos Rusia no puso objeciones al uso de la carretera por parte de los locales, siempre que se respetaran una serie de condiciones: sólo se puede circular por ella en coche (ni en bicicleta ni andando), el coche no puede pararse bajo ningún concepto, la velocidad mínima ha de ser de 60 km/h y Estonia no puede asfaltarla (aunque sí encargarse del mantenimiento). El incumplimiento de estas normas puede llevar a situaciones desagradables como pasar la noche en un calabozo ruso o ser interrogado por algún oficial fronterizo bastante antipático. AHora bien, es bastante común detenerse a coger setas, según cuentan los que han estado allí. Lo estricto de las normas dependerá, como siempre, del humor del guardia fronterizo y de lo calientes que estén las relaciones entre vecinos.

Un par de imágenes de los límites de la Bota de Saatse (Saatse es un pueblo cercano). Fuentes 1 y 2 

En 2008 se construyó una carretera entre Sesniki y Matsuri, un pueblo a unos veinte kilómetros, que permitió que todo lo situado al sur de Lutepää perdiera su condición de periclave. Ahora bien, la manera más rápida de llegar a Sesniki desde cualquier otro lugar al norte sigue siendo la polvorienta pista de grava rusa. En 2005 Rusia y Estonia firmaron un acuerdo de intercambio de territorios por el cual la república báltica se quedaba la Bota de Saatse y a cambio le entregaría a su vecino 129 hectáreas aleatorias de pasto y barro en cualquier otra parte del país. Pero estas cosas llevan su tiempo, la burocracia es lenta y más en el país más grande del mundo así que, por ahora, sigue siendo posible entrar a Rusia sin visado. Aunque sea sólo durante 900 metros.

Vídeo del youtuber británico Tom Scott visitando la zona, muy recomendable. Dispone de subtítulos en castellano. 

Fuentes: además de las citadas en el texto: 1, 2, 3, 4. Existe otro vídeo que puede ser visionado aquí.

Agradeimientos: Thiago Ferrer y Miquel Ros por el soplo.

Aquí ya se habló de periclaves, cuando al dueño de este vuestro blog fronterizo le dio la venada y se fue a visitar Os de Civis, un pueblo de Lérida al que sólo se puede acceder desde Andorra.

Estonia también ha aparecido antes aquí, merced a la situación de las ciudades divididas de Valga y Valka.

Existe otra manera de entrar en Rusia sin visado, que fue la que utilizó Sherlock, nuestro corresponsal más enloquecido, cuando visitó el trifinio entre Rusia, Lituania y Polonia.