Cada trece de julio se repite el ritual. Tres alcaldes españoles se acercan al hito número 262 de la frontera francoespañola, en un lugar llamado Collado de Ernaz. Su indumentaria, para el profano, es notablemente chapada a la antigua. Capote, valona, calzón corto y sombrero. En la piedra limítrofe les esperan tres alcaldes franceses, también vestidos con sus mejores galas y con una banda tricolor cruzada sobre el pecho. Los seis mandatarios superponen sus manos sobre en pesado mojón, alternándose los regidores de uno y otro país. Al finalizar gritan Pax avant!. Paz en adelante. Más de seiscientos años después de la primera vez, bearneses y roncaleses acaban de cumplir una vez más con el ritual anual que preserva la paz entre sus valles. Es el Tributo de las Tres Vacas, el tratado transfronterizo más antiguo de Europa.

La historia de esta tradición se remonta por lo menos al siglo XIV. En aquella época los estados-nación tal y como los conocemos eran una quimera, y las fronteras internacionales eran un concepto difuso, cuando no inexistente. Los valles pirenaicos se regían por sus propias leyes y eran entes cuasi soberanos, principalmente debido a su aislamiento geográfico. Las relaciones entre ellos eran complejas, basadas en costumbres ancestrales, instituciones consuetudinarias y leyes no escritas. Un arbitraje de 1375 es la primera referencia escrita acerca del Tributo, pero aparentemente, según se recoge en la propia sentencia, dicho acuerdo venía de más atrás. Según quién lo cuente, el origen está en algún punto desde el siglo II hasta el XI. Lo cierto es que lo ignoramos por completo. En todo caso, sabemos que a partir de ese año 1375 y hasta hoy se ha venido celebrando el mismo rito año tras año, con algunas excepciones generalmente debidas a las innumerables guerras en las que España o Francia se han visto envueltas en estas sesenta décadas. Según el tratado, los pueblos del valle de Baretous han de entregar cada año tres vacas en perfecto estado de revista a los pueblos del valle del Roncal, a perpetuidad. Perpetuidad es una palabra muy potente, tanto que 644 años después ahí siguen.

¿Por qué el tributo? ¿Qué pagan los baretoneses a los roncaleses con esas tres vacas? Hablamos de un arbitraje de hace seiscientos cuarenta y cuatro años, más o menos en la noche de los tiempos, así que no está claro del todo. Dos versiones se alzan sobre todas las demás. Yo las expongo y que cada cual escoja la suya. La versión municipal y espesa afirma que el arbitraje, a cargo del vecino valle oscense de Ansó (que pertenecía, como el lector español habrá deducido, al reino de Aragón y no al de Navarra), fue uno más de tantos pactos, privados y públicos, por los que se regía el aprovechamiento de los más bien escasos recursos naturales de la zona, y que solían ser objetos de enconadas disputas entre los habitantes de uno y otro valle. Las vacas compensarían a los roncaleses por el uso que sus vecinos del norte harían de los pastos al sur de la frontera en los meses de verano, donde son más aprovechables.

La versión gore hace que Juego de Tronos parezca un picnic a la orilla del mar una tarde de verano. Según la leyenda, corría el año 1373 cuando un bearnés y un navarro se pelearon por el uso de una fuente en el pico de Arlás y el segundo acabó acuchillando al primero. Enterados en Baretous, una expedición de castigo cruzó la frontera y mató a la mujer del navarro antes mencionado. Hecho que provocó otra expedición de venganza que acabó con una docena de muetos, lo que desató una emboscada que provocó otras 25 bajas, que a su vez… lo vais pillando. En un momento dado los mandatarios a uno y otro lado del Pirineo intervinieron para que la zona no se quedara sin hombres en edad de combatir, que tampoco había muchos. Unos doscientos por lado al final de las hostilidades, con casi trescientos muertos en total entre hombres, mujeres, niños y ancianos. Un reguero de cadáveres mutilados en el que la peor parte se la llevaron los baretoneses, por lo que los roncaleses les impusieron como tributo de guerra las tres vacas (que en el siglo XIV no eran precisamente poca cosa) como compensación por la sangre derramada.

Se dice, aunque este escribidor vuestro es pelín escéptico al respecto, que en los 644 años que han pasado desde el laudo únicamente se ha interrumpido la tradición en dos ocasiones: una en 1794, en plena Guerra del Rosellón, que enfrentaba a la monarquía española con la República Francesa, y otra en 1944, durante la II Guerra Mundial, en la que los ocupantes nazis de Francia impidieron a los bearneses acercarse a la frontera por miedo a que huyeran despavoridos. Que tampoco tenía mucha lógica porque el único sitio al que podían huir era la España de Franco, pero bueno, eran nazis. Genocidas, sí, pero también desconfiados.

El caso es que bien entrado ya el siglo XXI se sigue celebrando el ritual. Originalmente se realizaba sobre la Piedra de San Martín, una especie de hito fronterizo medieval que separaba el territorio del Bearne del de Navarra, y que desapareció en 1858 tras el último tratado de límites entre España y Frania. Hoy lo realizan, como se comentó unos párrafos atrás, sobre la piedra 262 de la frontera hispanofrancesa. Mañana al mediodía el alcalde de Isaba leerá el resumen del tratado de 1375 y preguntará hasta en tres ocasiones a los endomingados franceses si van a cumplir el tratado. Salvo sorpresa, los franceses dirán que sí. Luego harán lo de las manos y el Pax Avans, y un veterinario examinará a las vacas, comprobará su estado de salud y dará su visto bueno. Y luego las vacas se volverán por donde han venido, porque hace ya décadas que lo de las tres vacas es puramente simbólico y una excusa más que aceptable para organizar un sarao con cochinillo, vino y bailoteo. En vez de vacas lo que los franceses le entregan a los españoles es un cheque de seis o siete mil euros, que los segundos generalmente ya se han gastado organizando una fiesta en su lado de la frontera a la que invitan a todo el valle, y a la que si hace buen tiempo suelen asistir cientos de personas atraídas por un rito que el gobierno navarro considera Patrimonio Cultural Inmaterial.
Ceremonio del Tributo de las Tres Vacas en 1971
Fuentes, más información, fotos y vídeos: Yorokobu, Valle del Roncal, BBC, El Mundo, La Vanguardia, Sociedad Geográfica Española, El Periódico de Aragón, Diario del Viajero, Navarra Televisión, RTVE.
En la época de Valery Giscard D’estaing como Presidente de la República Francesa, podrían haber entregado etarras exiliados allá.
Sí, o manzanas traigo.
Sí, manzanas traigo.
Como siempre, muy buena entrada, gracias Diego.
He leído en varios sitios eso de que es el tratado europeo transfronterizo más antiguo en vigor.
Sin embargo, el tratado de cosoberanía de Andorra entre el obispo de Urgel y el conde de Foix es anterior y también transfronterizo.
¿Vale como contraejemplo?
Karji, por lo que pude leer, el pariatge sobre Andorra sufrió una suspensión durante la Revolución Francesa. Quizá esa situación sea la que explique que este caso sea el más antiguo de los tratados transfronterizos vigentes y continuados.