El road trip, el largo viaje por carretera por placer u obligación, es un invento norteamericano; aunque en 1913 se estableció la primera carretera transcontinental (la Lincoln Highway), no fue hasta los años 3o cuando comenzó a ser posible viajar de forma relativamente rápida (menos de dos semanas) entre ambas costas, y hasta después de la II Guerra Mundial cuando el concepto se popularizó. Entre 1945 y 1960 el número de automóviles circulando por las carreteras de Estados Unidos se multiplicó por tres, pasando de 25 a 75 millones, y en una época en la que el Sistema de Interestatales no existía o estaba todavía en pañales, la mayoría de las carreteras eran de un carril por sentido y cruzaban el downtown de pueblos y ciudades. Muchos lugares intentaron agarrar su parte del pastel del incipiente turismo instalando todo tipo de atracciones que llamaran la atención del viajero para así animarle a detenerse un rato y dejarse unos dólares. Así aparecieron lo que en inglés llaman Roadside Attractions o iconos de carretera, esculturas, edificios, muñecos gigantes o cualquier cosa que haga que el señor y la señora Smith detengan su coche, liberen a los niños del asiento trasero y se dejen unos pocos billetes allí. Si hay un lugar donde esa clase de expresión artística profundamente kitsch ha alcanzado su máxima expresión es Casey, Illinois.
