Más viajes (extra) ordinarios en taxi

Mick Hogan es taxista en Portsmouth, una ciudad al sur de Inglaterra. La semana pasada estaba detenido en la parada de taxis haciendo esas cosas que hacen los taxistas (leer, revisar el navegador, empujar el coche) cuando un tipo llamado Dave se le subió al coche y pronunció una frase un tanto inolvidable: «Lléveme a Munich».

Pensé que se estaba echando unas risas a mi costa, o que uno de mis compañeros me estaba gastando una broma pesada, pero resultó que la cosa iba en serio. Le informé de que le costaría 1.700 libras [unos 2.200 euros, o 3.000 dólares], y 250 libras más para el cruce del Túnel del Canal y una noche de hotel en Munich, y accedió.

Según cuenta el taxista, el acelerado pasajero, al que parecía sobrarle el dinero tanto como le faltaba el tiempo, había quedado con unos amigos en pleno Oktoberfest de Múnich para celebrar una despedida de soltero, y había perdido el avión que tenía que llevarle a la capital bávara. Veinte horas después y con 3.500 euros más en el bolsillo el taxista inglés depositó al viajero en la ciudad alemana. Preguntado sobre el hecho, afirmó «Son cosas que pasan a veces, aunque desde luego supera a acercar a las tiendas a algunos pensionistas». Flema británica, le dicen.

Esto, que es extraordinario en Portsmouth, en la famosa Costa de la Muerte gallega es de lo más común. Ángel Vázquez, un taxista de Baio (La Coruña) lleva más de dos décadas realizando el trayecto entre Galicia y Suiza varias veces al mes por un precio mucho más asequible, unos 150 euros (supongo que por pasajero, si no no le alcanza ni para pagar la gasolina). La colonia gallega en Suiza siempre ha sido muy numerosa, pero cada vez es menor, por lo que, poco a poco, esos viajes van resultando cada vez más raros. Y es que, como decía aquel torero, «hay gente pa to».

Previamente, en Fronteras: Viajes extraordinarios… en taxi.

Vía Menéame (y 2).

Cabbie! Drive me to Munich, en la edición británica del diario Metro.

De la Costa da Morte a Suiza, en La Voz de Galicia.

Viajes extraordinarios… en taxi

¡Taxi!

Cualquier taxista que se precie tiene centenares de anécdotas que contar, desde los pasajeros famosos que han llevado hasta los mamones que han echado la papilla en la tapicería del asiento trasero. En una ocasión una taxista de un pueblo cercano a Barcelona me contó que la carrera más larga que había realizado consistió en llevar unas piezas de una máquina hasta Málaga. Otro taxista, madrileño esta vez, se reía al recordar a un pasajero que se subió al coche y dijo «Tengo que ir a Sevilla, pero no a la calle, la ciudad». Sin embargo, ninguna de esas carreras puede compararse ni siquiera de lejos con la que el vizcaíno Carlos Arrese y los ingleses Jeremy Levine y Mark Aylett realizaron en 1994.

Seguir leyendo