Hay estaciones de ferrocarril que dan servicio a grandes ciudades y reciben cientos de millones de pasajeros cada año. Por debajo de ellas en la pirámide de importancia están las estaciones que dan servicio a pequeñas ciudades, a suburbios, o a pueblos. En algunos lugares hay apeaderos remotos que únicamente sirven para que los habitantes de caseríos dispersos por el monte puedan subirse al tren sin necesidad de ir al pueblo más próximo. Y luego ya está Seiryu Miharashi, una estación de tren cuya única razón de existir es la propia estación de tren: no existe ninguna manera de llegar hasta ella que no sea precisamente en tren. Es la estación autocontenida. La metaestación. Una estación de tren más filosófica que práctica.

La línea Nishikigawa Seiryū es un ferrocarril de vía estrecha que da servicio a los pueblos del municipio de Iwakuni, unos cincuenta kilómetros al sur de Hiroshima. Toda su longitud discurre a la orilla del río Nishiki, un recorrido de lo más escénico que compite en la misma liga que la línea de tren que va al Monte Fuji, y que ya visitamos en este blog hace poco más de un año. Trece estaciones a lo largo de apenas 32 kilómetros no hacen de esta línea algo especialmente remarcable en el país que inventó el tren bala, pero una de ellas, la protagonista de hoy, es ciertamente especial. No existe ninguna carretera, ningún camino, ningún sendero que llegue a la estación de Seiryu Miharashi. No tiene entradas ni salidas. La única manera de llegar es en tren. La única manera de salir es en tren. Su única función es existir. Es la estación McGuffin.

En la estación, como puede verse en las fotos, no hay nada. Ni siquiera han puesto una máquina expendedora, en un país donde hay media docena en cada esquina. Para construir la estación, dado que no hay ninguna otra forma de llegar salvo en el propio tren que le da servicio, el material tuvo que ser trasladado por las noches, después del último tren regular de cada día. El apeadero abrió en 2019 y pese a su coste (112 millones de yenes, unos 675.000 euros al cambio de hoy) únicamente recibe mil usuarios al año. ¿Y qué hacen esos usuarios? Pues mirar el paisaje, la única actividad posible en el lugar, y la razón por la que existe el remoto andén. La idea de la compañía era proporcionar a los usuarios la posibilidad de salir del tren y relajarse mirando el paisaje hasta que llegara el siguiente. Una metáfora de la vida moderna: bajarse del tren para relajarse mirando alrededor; aprender a apreciar la belleza de aquello que nos rodea sin la velocidad a la que nos obliga el furor de lo cotidiano. Da para publicación en Linkedin.

El caso es que a los pasajeros de la línea Nishikigawa lo que les interesa no es la vida contemplativa sino llegar del punto A al punto B en el menor tiempo posible, así que la idea de que los pasajeros se bajaran, respiraran mirando a la naturaleza y admirando la infinita beldad de los paisajes del Japón profundo mientras esperaban al siguiente tren, no tuvo el respaldo esperado. Los trenes simplemente se aproximan a la estación ralentizando la marcha, pero no se detienen, y menos aún permiten que bajen los pasajeros que quieran dedicarse a meditar sobre la fugacidad de la vida y la inanidad del ser. Seiryu Miharashi sólo recibe visitantes cada treinta días. El primer sábado de cada mes un tren turístico especial lleva al apeadero a los viajeros más entusiastas del paisajismo nipón y les deja hacer el ganso un rato, aunque no demasiado, porque el resto de los trenes tienen que seguir circulando.

¿Y qué se ve desde allí, por cierto? ¿Cómo de espectaculares y sobrecogedores son los paisajes que se atisban desde el andén en mitad de la nada para justificar su construcción? Bueno, hay un río y montañas cubiertas de un verde intenso. Exactamente lo mismo que hay en todo el recorrido de la línea, por otra parte. Y en realidad no hace falta tomar el tren para detenerse a admirar el paisaje. Justo al otro lado del río y siguiendo exactamente el mismo recorrido discurre la carretera que une los mismos pueblos que el tren. ¿Merecía la pena gastarse ese dinero en construir un andén en mitad de la nada que sólo se usa una vez al mes? Que el lector juzgue. Pero bueno, voy adelantando la respuesta. No. Nein. いいえ.


Fuentes y más info: Reddit (2), Wikipedia, WithNews, Daily Mail, Metro, página oficial de la línea de ferrocarril.
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Esta historia, como todas, también aparece en El Mapa de Fronteras.
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El comentario sobre el señor Sartre da a entender que el autor del artículo necesita mejorar mucho su comprensión lectora y debiera optar por lecturas mas sencillas, para poder valorar en su justa medida. No vendría mal, asimismo, que puesto que manifiesta que frances y filosofo no es una mezcla acertada, la misma historia universal se encarga de ilustrar lo inculto de este personaje que escribe el articulo; sin ir muy lejos citar a Rousseau, Diderot, Montesquieu, Voltaire…. muy pobre.
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Oh, vaya, tenemos un Sartrelieber entre nosotros 😛
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El autor necesita introducir chascarrillos en su texto para divertirse a sus lectores, la mayoría no comprende el contexto de la broma, solo el hecho de que se ríen de alguien. No se le puede pedir peras al olmo.
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Mucho Montesquieu pero nadie se acuerda del Barón de Bidet, famosísimo inventor
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Encuentro muy graciosa la supeditación de todo ese gigantesco entramado ferroviario a algo tan pequeño e individual. Solo los japoneses son capaces de eso.
Me ha gustado mucho el texto pero claro, yo tampoco soporto a Sartre.
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Sartre son letras extranjeras
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A mi sólo me gusta a la hora de comer:
De Dos Ar Tre
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el objetivo era algo más práctico. Pero estación de tren que solo se llega en tren teníamos la estación del tejar en Madrid.
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Me quedo con filósofo francés antes que con bloguero español haciendo gala de ignorancia y sumándose a la moda de «burlarse» de las cosas que son demasiado «sofisticadas» para ser entendidas por una mínima parte de lectores.
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Confiesa: a ti también te aburre Sartre
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¿Por qué es necesario hacer un juicio o una evaluación? ¿No sirve con conocer el hecho y ya está? Ni siquiera nos afecta.
No entiendo esta manía de algunas culturas de estar constantemente evaluando al prójimo bajo nuestro propio criterio, en lugar de tratar de entender sus criterios.
Desgraciadamente en el momento contemporáneo la cultura de todos los países hispanohablantes es así de mojigata.
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Esto va un paso más allá de los chinos y sus estaciones en el medio de la nada. Aparte, me sorprende de una cultura que parece ser tan estructurada como la japonesa. Digo, considerando que históricamente segundos de atraso en los trenes suelen provocar grandes sanciones en los choferes (al menos en las principales líneas).
Igual, me gusta la estación, en el sentido de que iría como curiosidad. Como iría a Baarle, al Aeropuerto Princesa Juliana, o a casi el 90% de los lugares que son presentados en este blog.
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Llámenme malpensado, pero sospecho que alguien se llenó los bolsillos con esa estación literalmente suspendida en la nada.
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Fíjate que a mí me estaba gustando la idea hasta que he leído que el autor piensa que no merece la pena…
Menos mal que siempre hay un hispanohablante que sabe lo que tenemos que pensar los demás (incluidas personas de culturas que probablemente no es capaz de entender).
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Nosaltres només parlem en català
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En cierto sentido, y salvando las distancias, me recuerda a esta estación:
https://es.wikipedia.org/wiki/Estaci%C3%B3n_de_R%C3%ADo_Arillo
Que solo existe para transbordar de tranvía a Cercanías, sin poder salir al exterior, habiendo un camino al lado, y una gran playa virgen al otro.
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