Una Gran Duna Roja

Birdsville, en el estado australiano de Queensland, es uno de esos pueblos remotos, aislados, solitarios y, en general, muertos de asco tan típicos del Outback. Se encuentra situado justo junto a la frontera con Australia Meridional, a doscientos y pico kilómetros del pueblo más cercano. Un hotelito, una pista de aterrizaje, un bar y cien habitantes son todo lo que Birdsville tiene que ofrecer al ocasional visitante. Dicho visitante puede llegar por una de los caminos desérticos más largos del Outback, la llamada Birdsville Track, 517 kilómetros de polvoriento camino sin asfaltar. Según Google Maps, se tardan unas 16 horas en recorrer esa distancia, y Google Maps es extremadamente optimista. Una joyita de sitio. El condado de Diamantina, donde se asienta el pueblo, posee la espectacular cifra de 319 habitantes, repartidos en una extensión de 93.000 kilómetros cuadrados. Tocan a trescientos kilómetros cuadrados por barba. Birdsville se encuentra en el limite oriental del Desierto de Simpson, una región del tamaño de Uruguay (176.000 km²) completamente deshabitada. No existen carreteras que crucen el desierto, salvo precarios caminos abiertos en los años sesenta y setenta en la búsqueda de yacimientos de gas. Uno de esos caminos es el llamado French Line, una pista de arena de cuatrocientos kilómetros de longitud que cruza el desierto de este a oeste en la que no hay nada salvo espectaculares paisajes. Y dunas. Muchas dunas. Muchísimas dunas. Como mil doscientas dunas, que discurren de norte a sur en el desierto a lo largo de cientos de kilómetros y que permanecen estables gracias a la vegetación que crece en ellas. Desde Birdsville, la primera de todas es también la más alta. La duna llamada Nappanerica (no sé si hay muchas dunas en el mundo con nombre propio, la verdad), que debido a sus más de cuarenta metros de alto y su color rojizo es conocida como Big Red. La Gran Duna Roja.

Big Red, o Nappanerica. Una inmensa duna con nombre propio. (© Garry Schlatter, de Vision&Imagination; se puede ver más grande aquí)

Un poco de historia para empezar. La primera persona que cruzó el Desierto de Simpson fue un pastor llamado Edmund Colson, en 1936. Diversas expediciones desde finales del siglo XIX lo habían intentado, sin éxito, y el desierto había sido sobrevolado en 1929, pero nadie, hasta que llegó el señor Colson, lo había cruzado en su totalidad. El tío además, tras llegar al otro lado, volvió sobre sus pasos para contarlo. Le acompañó en la gesta un aborigen llamado Peter Ains. Ains, Colson y sus cinco camellos cruzaron el desierto de oeste a este; y pronto se encontraron las primeras dunas. De tres o cuatro metros al principio, no supusieron demasiado problema. Según se iban acercando al extremo oriental del desierto, sin embargo, la cosa empezó a ser cada vez más dura y exasperante. Colson y Ains no llegaron a ver la Big Red; se conformaron con encontrar el Poeppel’s Corner (viejo conocido de este blog) y volver a casa, tras 39 días de viaje y con casi mil kilómetros de desierto a sus espaldas, la mayoría de ellos inexplorados por el hombre blanco hasta entonces.

Vista aérea del Desierto de Simpson en 1929 (fuente)

A principios de los años sesenta una compañía petrolífera francesa invirtió varios millones de dólares australianos en la búsqueda de yacimientos de petróleo y gas, sin excesivo éxito. En su búsqueda usaron varias toneladas de explosivos, parte de ellos utilizados para construir la llamada «Línea B» de abastecimiento, conocida actualmente como Línea Francesa o French Line. Esa polvorienta pista de arena sin mantenimiento alguno es la que cientos de apasionados del 4×4, del desierto y de jugarse la vida en un todoterreno utilizan cada año para cruzar el Simpson.

Dos todoterrenos en lo alto de la Big Red (fuente)

Para hacerse una idea de lo que significa, todavía hoy, cruzar ese desierto, baste mencionar el tiempo recomendado para su cruce a lomos de un todoterreno. Tres días con sus tres noches. Dado que el Simpson está completamente deshabitado no hay gasolineras o moteles en un tramo de más de quinientos kilómetros, por lo que se recomienda llevar, además de una radio, reservas de agua y gasolina para varios días. Como en este mundo falta de todo menos tontos, el gobierno Australiano cerró a la circulación la Línea durante los meses de verano en 2008, preocupados por la alta probabilidad de tener que enviar una expedición a rescatar a una caravana de turistas muertos de sed. La temperatura en el Desierto de Simpson durante el verano suele rozar los 50 grados a la sombra, y no falta quien, impelido por un ansia suicida y con grandes dosis de insensatez se lanza a recorrerlo en plena canícula austral. De hecho, una de las ironías de la French Line es que uno de los mayores peligros que se corren es el de un choque frontal con otro todo terreno en lo alto de una duna. Hasta en el desierto hay domingueros.

Fuentes: 1, 2,

Si te gustó esta entrada, o al menos no te disgustó lo suficiente como para querer linchar al autor, puede que también te gusten:

El diamante en el desierto.

Poniéndole puertas al campo (y II)

Y además hasta puedes menear esta entrada

11 respuestas a “Una Gran Duna Roja

  1. yomartins 20-julio-2010 / 1:41 am

    Increíble artículo! Es muy interesante todo lo relacionado a estos pequeños pueblos que se asientan en medio de la nada y se hallan prácticamente aislados del mundo. ¿Habrá Internet? 😉

    Saludos desde Buenos Aires

  2. Pingback: Una Gran Duna Roja
  3. Christian Macías 20-julio-2010 / 2:53 am

    La gran duna roja me hace recordar a uno de los fondos de pantalla de Windows XP
    Saludos.

    PD: ¿no será la misma?

  4. Antonious 20-julio-2010 / 5:30 am

    Gran articulo Diego, ya se te echaba de menos por la red. Ando por Mexico de vacaciones y he de subir a los States asi que tendre ojo avizor a ver si veo alguna curiosidad en el desirto de sonora. Por que sigas asi escribiendo este gran blog, es mi favorito!!!!!

  5. Ñbrevu 21-julio-2010 / 1:10 pm

    ¡Coño! A mí también me recuerda un huevo a la duna del Güindos. Yo creo que es la misma, sí.

  6. martin 26-julio-2010 / 4:38 pm

    A veces, cuando me da el espiritu solitario, me dan ganas de reclamar mi trozo de tierra(lo malo es a ver donde te tocaria). Esta gente podria hacerlo sin demasiados problemas…

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.