El muro Schengen

Toda frontera es una agresión. También las de un ente con tan buena prensa como la Unión Europea. El Tratado de Schengen es un gran invento, pero, como tantas otras cosas, tiene dos caras. La amable es la libertad y facilidad de movimiento, de trabajo, de residencia, de todo en general, de la que disfrutamos los ciudadanos de la Unión. La otra cara de la moneda es que para que exista un espacio Schengen ha de existir un espacio no Schengen. Y la parte más dura de esa realidad le tocó a los escasos habitantes de Kulkiszki, una minúscula aldea bielorrusa que quedó separada de su contraparte lituana, Sakaline, cuando la frontera exterior de la Unión Europea partió en dos lo que durante muchas décadas, antes y después de la caída de la Unión Soviética, había sido un único pueblo.

Frontera entre Sakaline y Kulkizski, en un rincón de los 13.180 kilómetros de fronteras exteriores de la Unión Europea

La frontera entre Bielorrusia y Lituania se fijó tras la II Guerra Mundial, cuando la Unión Soviética se anexionó una buena parte de la Polonia de entreguerras. Una parte de ese territorio fue a parar a la República Socialista Soviética de Ucrania; el resto se lo quedó la RSS de Bielorrusia. Entre otros lugares, en Bielorrusia se quedaron Pinsk, ciudad natal de Ryszard Kapuściński, o Brest-Litovsk, el lugar donde la URSS firmó su salida de la I Guerra Mundial y también donde 20 años más tarde los ejércitos nazi y soviético celebraron conjuntamente su victoria sobre Polonia. Lituania también recibió parte del territorio polaco de entreguerras; su capital, Vilna, había sido ocupada primero y anexionada después a Polonia. Sin embargo, la frontera internacional entre Bielorrusia y Lituania no aparecería hasta casi medio siglo después, al quedar, en 1945, las dos entidades anexionadas a la Unión Soviética.

Un guardia fronterizo en la frontera entre Bielorrusia y Lituania (visto en Big Picture)

A principios de los años 90 Bielorrusia y Lituania accedieron a la independencia tras la disolución de la URSS. hasta ese momento la frontera común no pasaba de ser una línea sobre el mapa, prácticamente invisible en la realidad. La arbitrariedad de las decisiones soviéticas, unida a la porosidad de las fronteras internas de la URSS, produjeron numerosos casos de ciudades divididas, que, si bien en un principio no supusieron ningún problema, con el paso de los años acabarían convirtiéndose en historias de lo más dramático. Entre 1992 y 1994 Lituania y Bielorrusia  demarcaron los 502 kilómetros de fronteras comunes sin demasiados problemas; las ciudades divididas no supusieron demasiado problema, al estar la frontera abierta entre ambos países, pero a finales de los 90 y principios del siglo XXI la cosa empezó a cambiar.

Verja fronteriza entre Bielorrusia y Lituania (© rszcoins). La verja deja una franja de cinco metros de territorio lituano accesibles desde Bielorrusia (la frontera la marca el pequeño monolito blanco entre los dos hitos de madera). La verja comenzó a ser instalada en 2002, ante las evidencias cada vez mayores de la existencia de un tráfico de seres humanos a través de la frontera. En 2004 Lituania entró en la UE; y en 2007 se incorporó al espacio Schengen.

Desde la disolución de la URSS, Bielorrusia y Lituania han seguido caminos divergentes, los bálticos hacia una democracia liberal equiparable a las occidentales; los rusos blancos, hacia los soviets. Cuando en el año 2004 Lituania entró a formar parte de la Unión Europea se convirtió en parte de las fronteras exteriores de la Unión. Para entonces ya se había levantado una verja en gran parte del medio millar de kilómetros de frontera con Bielorrusia, a través de la cual se desarrollaba una intensa actividad de inmigración ilegal, cuando no directamente de tráfico de esclavos, en su mayoría procedentes de China y el resto de Asia Oriental.

Sobre estas líneas, una casa bielorrusa desde el lado lituano de la verja. Debajo, las viviendas de los dos primos separados por la verja (al fondo, en Lituania, justo a la derecha de la foto, en Bielorrusia). El coche que aparece en la foto es el de Jan Krogh, autor de ambas instantáneas, y en cuyo Geosite, inagotable fuente de inspiración, pueden encontrar más todavía.

Así pues, volviendo a Sakaline y Kulkiszki, en un momento dado se encontraron con que las autoridades lituanas habían levantado una verja en mitad del pueblo, separando a amigos, conocidos y familiares. Dos primos hermanos que viven exactamente a noventa metros en línea recta el uno del otro se encuentran a más de treinta kilómetros de distancia por carretera; en realidad, dado que el camino está sin pavimentar y que la mayoría de los locales del lado bielorruso carecen de coche o de dinero para pagar un visado Schengen, están en planetas distintos. En el pueblo no existe ninguna aduana o cruce de la frontera. Un único guarda fronterizo lituano vigila la zona; cuando no se encuentra en su puesto los locales de ambos lados de la frontera aprovechan para intercambiar medicinas, revistas, información, tarjetas telefónicas, etcétera.

El monolito fronterizo junto al hito 625 lituano. Unos metros más a la derecha, la verja. La foto también es de Jan Krogh

Sakaline y Kulkiszki no son los únicos casos de pueblos partidos en dos por la frontera. Norviliskes (Lituania) y Pyatskuny (no intenten leer esos nombres con la boca llena de polvorones) también quedaron separadas por la nueva frontera, creada por la Unión Soviética al darle una mitad del pueblo (entonces polaco) a Bielorrusia y la otra a Lituania, en 1945. La iglesia y el cementerio quedaron en el lado lituano de la población; cuando los locales bioelorrusos quieren llevarles flores a sus muertos, las lanzan dentro de una bolsa con piedras a través de la frontera para que sus parientes o conocidos del otro lado las coloquen en la tumba correspondiente. Para cruzar los apenas diez metros que separan a los locales de sus parientes fallecidos los residentes en Pyatskuny deben viajar 150 kilómetros hasta el consulado lituano en Minsk, esperar dos o tres semanas a que les concedan el visado Schengen (75 €, aproximadamente el importe de un mes de pensión), y viajar al paso legal más cercano, a unos 40 kilómetros de distancia. Eso suponiendo que se lo pudieran permitir, claro. La diferencia del nivel de vida en uno y otro pueblo es bastante abismal; en Lituania la mayor parte de los residentes poseen un teléfono móvil: al otro lado de la verja hay un teléfono para los 21 habitantes del pueblo, en una tienda de comestibles. Es un único ejemplo, pero que da cierta idea de lo que puede cambiar la vida en un palmo.

Arriba, la verja Schengen junto a las vías del tren bielorrusas (© Hugh Wallis). Bajo estas líneas, ancianas hablando a través de la frontera en presencia de un guarda fronterizo bielorruso (visto en Big Picture)

Las crónicas desde el lado bielorruso de la frontera  hablan de un régimen terriblemente autoritario, donde poner un pie en la frontera supone dos años de cárcel y en el que, al igual que sucedía en la antigua RDA, la frontera está más para evitar que los locales salgan antes que para impedir a los extranjeros entrar. En cualquier caso, como decíamos al principio, toda frontera es una agresión. Una línea trazada aquí o a diez metros de distancia puede suponer la diferencia entre la pobreza o la prosperidad si uno cae en el lado equivocado, aunque esté muy cerca de la libertad.

Más: El espectacular Geosite de Jan Krogh, el difunto blog de Hugh Wallis y un artículo en USA Today. También hay un álbum de fotos, obra de Barry_432, en Flickr

33 respuestas a “El muro Schengen

  1. Pingback: El muro Schengen
  2. Christian Macias 6-abril-2010 / 1:42 am

    ¡Has vuelto con tus queridos y recordados post al estilo de ciudades dividas!, que por cierto es la categoría que más me gusta.
    Saludos!

  3. ArturoB 6-abril-2010 / 5:17 am

    Hola Diego, gracias por el post… La rueda gira otra vez en la misma dirección se parece tanto a lo que he visto del muro de Berlín! Que mal haber quedado del lado equivocado, solo unos metros separan la pobreza de la prosperidad.

  4. Pablo (yo) 6-abril-2010 / 5:21 am

    Excelente entrada, y excelente reflexión.
    Ene fecto, toda frontera es una agresión, y todo «espacio Schengen» implica un «resto del mundo» que suele pagar las consecuencias.
    Es necesario recordar estas cosas, para no creer superados los errores y horrores del pasado. El muro de Berlín comenzó también siendo una simple verja…

  5. HECTOR P 6-abril-2010 / 5:56 am

    Estimado Diego: te felicito por esta excelente entrada y por la pagina que acabo de descubrir por el enlace que pusiste: BIG PICTURES. Tiene unas fotos increibles (recomiendo las de Kim Jong)

    Saludos a tus seguidores
    Hector de Argentina

  6. ziberial 6-abril-2010 / 9:09 am

    Muchas gracias por esta nueva entrada!

    se ha ganado las 5 stars, una vez mas…

  7. Roger 6-abril-2010 / 10:35 am

    Muy bueno, como siempre.

    Por cierto, hace poco he recuperado a Kapuściński, lo recomiendo a todos tus lectores.

    Roger, Tarragona

  8. martin 6-abril-2010 / 11:31 am

    Lo de Bielorrusia tiene miga, hay pueblos que han nacido sin suerte…

  9. Càtxum! 6-abril-2010 / 1:09 pm

    Bienvenida sea una nueva entrada, aunque se encuentren en ella chistes malos y viejos (hacía falta lo del polvorón?).

  10. Ñbrevu 6-abril-2010 / 8:26 pm

    «Toda frontera es una agresión.»
    Jeje, cómo te sale la vena liberal. De todos modos en este caso sí está claro que la frontera es un suplicio, al menos para los bielorrusos.

    Gracias por la entrada, hombre, ¡actualiza más!

  11. Guibuu 6-abril-2010 / 9:50 pm

    Toda frontera es una agresión.
    Genial. Tendría que ser el lema del blog y aparecer debajo del título, de lo demoledora que es.

  12. Paco Nadal 6-abril-2010 / 10:01 pm

    Al final, por desgracia, siempre hay un muro. Los que vivimos en la parte «buena» de él ni lo notamos. Pero estar al otro lado te marca de por vida. Muy bueno el post.

  13. Marcelo Argentino 7-abril-2010 / 5:44 am

    Buenisima entrada Diego, el fenomeno de las ciudades divididas siempre conlleva la atención.
    Alguna vez estuve en Rivera – Livramento, dos cuidades de Uruguay y Brasil apenas divididas solo por una calle.
    Un abrazo desde Argentina !!!

  14. padawan 7-abril-2010 / 6:14 pm

    Un artículo muy interesante, y me quedo sobretodo con el último párrafo. Habituados a vivir en un continente «sin fronteras» no nos damos cuenta de lo que puede suponer para la gente que está en el otro lado.

  15. Fernando da Casa 7-abril-2010 / 6:31 pm

    Magnífica entrada, felicidades.
    Hace tiempo que sigo tu Blog, es muy interesante.

    Tienes toda la razón en lo de las fronteras que separan la pobreza y la prosperidad. Y no hace falta irse a Lituania, las tenemos aquí, en Ceuta y Melilla…

  16. Sherlock 7-abril-2010 / 11:01 pm

    Gracias por otra entrada magistral, como en el mejor de los tiempos.

  17. Gorka 8-abril-2010 / 12:12 am

    ¡Genial entrada!

    Esta Semana Santa he estado haciendo un poco de «frontereo» entre Iparralde y Hegoalde. Me resultó curioso pasar de Sara a Zugarramurdi sin un sólo cartel ni cambio en el asfalto. Lo mismo entre Bera y Sara. Tuve que usar google maps para ver dónde acababa un estado y empezaba otro.

  18. Golias 8-abril-2010 / 8:37 am

    No sé si os habéis enterado de la que se ha montado en Portugal: resulta que la gente de Valença do Minho se quedó sin centro de urgencias, y tenían que ir a otro a 20 km de distancia; el hospital que les toca está aún más lejos, a 50 km. Así que cruzan la frontera y van al ambulatorio de Tui, al otro lado del río, y al hospital de Vigo. Cabreados con su gobierno, han puesto mil banderas españolas en los balcones de las casas. Vale, es una provocación, y puede que algo antipatriótico, pero en vez de rasgarse las vestiduras digo yo que podría el gobierno portugués llegar a un acuerdo con España y que siguiesen usando nuestros ambulatorios (pagando una parte, claro, que Dios dijo hermanos pero no primos). Lo que pasa es que, por herencia histórica (les hicimos mucho la puñeta, y tienen sus razones para molestarse) cualquier cosa de estas irrita a los portugueses, siempre celosos de su independencia.

    Mientras tanto, los portugueses de la «raia» seguirán haciendo lo más conveniente para su salud, sospecho. En Lisboa tienen un mosqueo…

    Para seguir el tema, la web de La Voz de Galicia tiene los datos.

    Un saludo y estupenda entrada.

  19. Antonio Pala 9-abril-2010 / 2:35 pm

    Hola Dieguete, que fuente de inspiracion este blog, gracias figura. Desde mi rincón seguire soñando que rompo toda frontera!!!!!!!!!

  20. luis argentino 12-abril-2010 / 5:37 am

    no has perdido el toque, has vuelto!

  21. Andoni 15-abril-2010 / 3:53 pm

    Gran entrada!!! ya hechaba de menos una pero a merecido!!

  22. Oswaldo Ugarte 16-abril-2010 / 8:18 am

    @Golias Si, la nota llego a México, caray, que absurdo.

    De la Rusia blanca (Bielorrusia) poco se de su historia pero lo que he encontrado es que no tiene una identidad tal cual otros la tienen, cosa normal en un mundo lleno de países de muchas culturas, pero la verdad, sigo sin entender bien a Bielorrusia.

    Muy buena nota.

  23. Christian Macias 17-abril-2010 / 9:47 pm

    Como dijo Marcelo Argentino, el caso de Rivera-Livramento en Uruguay es un caso muy interesante sobre el cual escribir. He estado varias veces allí y te aseguro que no te cansas de recorrer las fronteras y ferias!

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