La frontera terrestre entre dos países más larga del mundo la comparten Estados Unidos y Canadá, y tiene algo menos de nueve mil kilómetros de largo, de los que casi dos mil quinientos corresponden a Alaska. La más corta, como ya vimos aquí, es la que comparten España y el Reino Unido en la verja de Gibraltar, con mil doscientos metros de longitud. Sin embargo, la línea fronteriza continua más larga del mundo corresponde a la frontera entre Rusia y Kazajstán, con 6.800 kilómetros de extensión, mientras que la más corta también nos corresponde a nosotros, y se trata del límite entre el Peñón de Vélez de la Gomera y Marruecos, que apenas llega a los 85 metros de longitud.
Estas son las fronteras reconocidas internacionalmente como tales. Sin embargo, como ya vimos ayer, hay fronteras que se podrían considerar terrestres, puesto que se puede pasar caminando por ellas. Sin embargo no son reconocidas como tales, porque técnicamente no están en tierra propiamente dicha, sino sobre el mar, o bajo él, en el caso del Eurotúnel. Es decir, se consideran como parte de la frontera entre las aguas territoriales de dos estados. De no ser así, la frontera más corta del mundo sería la del Puente de Oresund, con sus 23,5 metros de ancho. Pero tendría competidores. Existen dos países insulares que también tienen fronteras pseudoterrestres con otras naciones.