Durante muchos años fui usuario habitual de la línea de autobús Madrid-Barcelona de la Alsa. A falta de un presupuesto digno de ese nombre, los 42 euros que costaba el billete de ida y vuelta entre las dos ciudades eran lo único que mi economía se podía permitir. El servicio de línea regular oscilaba entre lo surrealista (he visto compañeros de viaje que vosotros no creeríais) y lo espantoso (he olido compañeros de viaje…). Por poner un ejemplo de las rarezas de la ruta, la primera parada técnica (así lo llamaban) solía ser en Esteras de Medinaceli, un pueblo soriano a 140 kilómetros de Madrid. Bueno, concretamente parábamos en un área de servicio que yo llamaba El Supermercado Más Caro De La Tierra, por los inconcebibles precios de la mercancía, que harían palidecer de envidia a los más consumados atracadores aeroportuarios. Otros sobrenombres que recibió el lugar fueron Este Sucio Agujero o La Capital Mundial De La Nada.