Lo más fascinante no es la espectacular tormenta de arena, típica en zonas desérticas como el interior de Australia, sino la alegría y la tranquilidad con la que el suicida que conduce se dirige hacia ella. El vídeo fue grabado en los 200 kilómetros que hay entre Broken Hill y Wilcannia, en el estado australiano de Nueva Gales del Sur.
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