Preferiblemente huérfanos. Pony Express, el primer servicio de mensajería urgente de la Historia

En 1859 un anuncio publicado en la prensa ofrecía trabajo como jinete para una compañía con el tedioso nombre de Central Overland California and Pike’s Peak Express Company. En el se podía leer lo siguiente:

SE BUSCAN: Jóvenes delgados y resistentes, de menos de 18 años. Deben ser expertos jinetes y estar dispuestos a arriesgar la vida a diario. Preferiblemente huérfanos

El empleo era para ser jinete en la ruta del Pony Express, probablemente la más recordada y mítica de toda la historia del Oeste Americano. Con base en Saint Joseph, una ciudad de Misuri limítrofe con Kansas, la compañía se comprometía a enlazar con Sacramento (la capital de California) en diez días o menos, es decir, quince días menos que las diligencias vigentes por aquel entonces. El Pony Express es una de las leyendas más perdurables del Viejo Oeste, aquella época fascinante en la que una nación se inventaba a sí misma.

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A mediados del siglo XIX Estados Unidos estaba todavía a medio hacer. Una gran parte de la superficie del país estaba pendiente de incorporarse a la unión, y entre Misuri y California se extendían los vastos territorios de Kansas, Nebraska, Utah o Nuevo México. Por aquel entonces el viaje de costa a costa suponía un trayecto de como mínimo, tres meses, periodo que normalmente se doblaba. Cualquier ley emitida en Washington D.C. tardaba no menos de medio año en aplicarse en California, y otro tanto en difundirse por todo el Oeste. Mientras el ferrocarril y el telégrafo no llegaran a las costas del Pacífico, sólo había un medio de desplazarse de forma más o menos rápida, y era a caballo.

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Mapa de Estados Unidos a finales de la década de 1850. Entre Misuri y California se extiende un enorme territorio, en el que el imaginario colectivo sitúa el Viejo Oeste.

A finales de la década de los 50 el medio más rápido (y caro) conocido para recorrer el camino de Misuri a California era la línea de diligencias de la Butterfield Overland Mail, que recorría el trayecto entre San Luis y San Francisco en 25 días. El gobierno federal había otrgado la concesión del correo gubernamental a esta compañía en 1857, pero otras compañías, entre las que se encontraba la Central Overland etcétera, aspiraban a poner sus manos sobre esa concesión. Cabe mencionar que antes de 1857 todo el correo federal hacia California (estado de la Unión desde 1850) se enviaba por barco a Panamá, donde cruzaba por tierra el itsmo y embarcaba en otra nave con destino a California.

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Mapa de la ruta de la Butterfeld Overland Mail (clic para ampliar)

La ruta de la Butterfeld recorría Arkansas, Oklahoma (entonces Territorio Indio), Texas, Nuevo México y finalmente California, y era conocida como la ruta Sur, casi mil kilómetros más larga que la ruta central, a través de Utah y Nevada. En 1859 se anunció una concesión del gobierno para la ruta central, y los tres socios de Wadell, Russell & Majors decidieron lanzarse a por ella ofertando un servicio de correo con entrega en sólo diez días. Por entonces ya se dedicaban al negocio del transporte, aunque en una escala geográfica más reducida, y también a proporcionar armas a los empleados federales por toda la frontera americana.

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Estatua en homenaje a los jinetes del Pony Express en Marysville, Kansas (fuente)

En enero de 1860 los tres socios decidieron montar la Pony Express para optar a la concesión de la ruta central de correo. Sus contactos políticos les exigían que estuviera en marcha antes de abril de ese mismo año, lo que supuso todo un reto logístico y financiero. Cumplir la condición de hacer el recorrido en diez días suponía un desafío casi sin precedentes. El recorrido, algo más de tres mil kilómetros a través de llanuras, montañas y desiertos, debía ser cubierto al galope tendido, lo que suponía cambiar de caballo cada 15 ó 20 kilómetros, 25 como mucho, dependiendo del terreno. Esto implicaba montar casi doscientos relevos; concretamente 190 puestos donde el jinete pudiera cambiar su caballo, reventado tras media maratón al galope, por uno de refresco dispuesto para pegarse un carrerón. Cada cinco o seis postas era el propio jinete el que era sustituido. La cuadra que la compañía adquirió para el servicio superaba el medio millar de cabezas. Un número similar de jinetes acabaría trabajando en la Pony Express.

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Ruta del Pony Express. Debajo, un mapa detalladísimo con todas las estaciones de paso intermedias (clic para ampliar; 8,64 Mb)

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Las tarifas eran, para la época, insoportablemente caras. En el viaje inaugural enviar media onza de peso (unos catorce gramos) costaba 5 dólares, que al cambio actual serían unos 130 (o sea, unos 100 euros), por una única carta. Posteriormente el precio se redujo un 80% y terminó costando 1 dólar la media onza, pero seguía siendo carísimo para la época, e inaccesible para la inmensa mayoría de la población. El correo, hasta veinte kilos, era transportado en una alforja de cuero llamada, en inglés, Mochila.Los jinetes no podían pesar más de 125 libras (al cambio, unos 57 kilos), para que, sumándole los aproximadamente 22 kilos del correo (50 libras) no superaran el pseo máximo que se estimaba que un caballo podía llevar al galope. La ruta se realizaba una vez por semana en cada sentido, y normalmente había entre sesenta y ochenta jinetes, y más de ciento cincuenta caballos, dispuestos en todo momento para salir al galope.

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Representación sólo un pelín hagiográfica de un valiente jinete de la Pony Express perseguido por malvados indios.

Las hazañas de los jinetes del Pony Express se esparcieron por todo el oeste con la misma rapidez con la que galopaban sus protagonistas. En los pueblos del camino se hacían apuestas sobre si tal o cual jinete conseguiría avanzarse al horario previsto, y la gente se reunía para verlos pasar. El gran Mark Twain escribió en su libro Roughing it (traducido al español como Pasando Fatigas, y recomendado por el autor de este blog, Fronteras seal of approval) lo siguiente acerca de los valientes jinetes:

Todo es tan repentino y tan parecido a un destello irreal de la imaginación que si no fuera por las huellas que han quedado impresas en la arena después de que la visión hubiera desaparecido como un relámpago, podríamos haber dudado si habíamos visto de verdad un hombre y un caballo»

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¡Por allí viene! Los viajeros de las diligencias que avanzaban lentamente por el interminable paisaje del Oeste Americano saludaban a los jinetes del Pony Express y celebraban sus fugaces apariciones.

Entre los jinetes de leyenda del Pony Express destaca uno, William Cody, más conocido como Buffalo Bill, que también fue uno de los principales responsables de la fama que adquirió a posteriori el servicio de correo exprés. Búfalo Bill tenía quince años cuando viajando hacia California encontró a unos agentes de la compañía, que le ficharon para el servicio. En uno de sus turnos recorrió 250 kilómetros para encontrarse con que el jinete con el que tenía que cruzarse había sido asesinado por los indios; ni corto ni perezoso recogió la mochila del muerto y recorrió de vuelta el mismo camino (uno de los tramos más peligrosos de la ruta) hasta su punto de origen. En total estuvo cabalgando de forma ininterrumpida durante 21 horas y 40 minutos. Sin embargo, el récord del viaje más largo lo ganó Robert Haslam, más conocido como Pony Bob, con 380 millas, al cambio unos 610 kilómetros. Para la época, una auténtica salvajada. Y el récord del jinete más joven lo ostenta un tal Broncho Charlie Miller, que galopó con el correo a la tiernísima edad de once años (y vivió hasta los 105, nada menos). La media de edad de los jinetes era asombrosamente baja, especialmente para ser un trabajo donde cada jornada laboral suponía arriesgar la vida. Pero el sueldo podía merecer el riesgo. 25 dólares por semana, unas cinco veces más que el trabajador medio.

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Una carta franqueada en San Francisco y con destino Nueva York. Fue una de las poquísimas cartas que se perdió en los 18 meses que duró el servicio. En el sobre se puede leer: «Recuperado de una bolsa de correo robada por los indios en 1860». La carta se entregó a su destinatario neoyorquino dos años después de ser enviada.

Otro de los viajes míticos del Pony Express se produjo con ocasión de las elecciones de 1860. Los dueños de la compañía quisieron aprovechar para hacer un poco de publicidad y contrataron jinetes y caballos de refuerzo para el trayecto entre Fort Kearney, el extremo occidental de la línea del telégrafo de la costa Este, y Fort Churchill, el extremo oriental del telégrafo del Oeste. El objetivo era transmitir lo más rápido posible la noticia de la elección presidencial, que acabó ganando Abraham Lincoln. Los periódicos de la costa Oeste de EE.UU. publicaron la noticia de la victoria de Lincoln sólo una semana después de que sucediera, todo un hito para la época.

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La estación de relevo de Ruby Valley, en el actual condado de White Pine, Nevada, en 1944, ocho décadas después del cierre de la ruta (fuente). Las estaciones de tránsito iban desde chamizos como el de la foto a enormes granjas con establos bien surtidos (se pueden ver muchos aquí)

Toda historia tiene un final, y el de la ruta Pony Express  llegó pronto. Apenas duró 18 meses. Pese a haber demostrado que la ruta central para el correo era posible (y en un tiempo récord) Wadell, Russell y Majors no ganaron la concesión, que fue a parar a la misma Butterfeld Overland Mail. El 22 de octubre de 1861 el telégrafo transcontinental entró en funcionamiento, y dos días más tarde se anunció el cierre de la ruta. Financieramente, además, el invento había sido un desastre. Más de 200.000 dólares de inversión y tan sólo 90.000 ingresados significaron la completa ruina para la compañía, que vendió todo el ganado y las estaciones de relevo a su archirrival. Posteriormente todo quedó en manos de la mítica Wells Fargo.

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Primera salida desde St. Joseph, Misuri, del Pony Express. El negocio duró 18 meses en el mundo real, y lleva ya 150 años dentro del mito. Debajo, trabajadores instalando el telégrafo transcontinental mientras un jinete del Pony Express les saluda. Oh, the irony.

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Pero si bien económicamente el Pony Express había sido un fiasco, lo cierto es que desde un punto de vista histórico fue un éxito tremendo. En primer lugar porque simbolizó la imagen que de sí mismos tenían los americanos, y su carácter aventurero, tenaz y determinado a superar cualquier dificultad, individualista y capaz de grandes gestas. Pero sobre todo sirvió para que los estados del Oeste, especialmente California, se acercaran a los del este, en vísperas de una guerra civil que todo el mundo daba ya por hecha. La epopeya de la conquista del Oeste vivió con el Pony Express uno de sus capítulos más emocionantes y legendarios, y fue retratado para la posteridad por uno de sus protagonistas, el mencionado Búfalo Bill, en su famosísimo espectáculo itinerante. La leyenda del Oeste se agrandó con los jovencísimos jinetes que cruzaban aquellos desiertos como un relámpago.

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Sello de 1868 conmemorando al Pony Express. Fue el primer sello de la historia postal de EE.UU. que no consistió en la cara del presidente en ejercicio.

Fuentes y más info: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13

También las seis páginas que le dedica Gregorio Doval en su magnífica Breve Historia de la conquista del Oeste.

Y en Amazon se puede comprar Orphans Preferred, un libro sobre el tema que tiene buena pinta (aunque su página oficial tiene el fondo más insufriblemente horrendo y molesto jamás utilizado en Internet).

Y si todavía quieres más, aquí mismo en Fronteras: El viaje en la Antigua Roma

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25 respuestas a “Preferiblemente huérfanos. Pony Express, el primer servicio de mensajería urgente de la Historia

  1. Pacou 11-diciembre-2012 / 10:17 am

    …ya se nota por dónde pasaste el verano (con este post y el anterior)

    • Diego González 11-diciembre-2012 / 1:03 pm

      Jajaja. Me temo que lo pasé trabajando, tuve una semana de vacaciones y no salí del país.

  2. Jorbule 11-diciembre-2012 / 10:27 am

    Diego, tu blog es sencillamente increíble. Felicidades y muchas gracias por mantenerlo.

  3. iggypop 11-diciembre-2012 / 10:29 am

    Biba y vrabo. Ahora te ordeno que leas la novela «El trampero» que recomiendo en el foro de nuestros dolores.

    • Diego González 11-diciembre-2012 / 1:02 pm

      Me da una pereza próxima al infinito leerla en inglés, y en castellano cuesta 25 pavos y no está para Kindle. MARDITOS TOS.

      • felipe 12-diciembre-2012 / 2:16 am

        Pues si buscas puedes encontrarla en papyrefb2.net

  4. tucumano 11-diciembre-2012 / 1:06 pm

    Hermosa la historia. Impresionante los mapas.
    Sería interesenta tener una entrada sobre esa franja neutral al norte de Texas, la cual hoy pertenece a Oklahoma.
    ¿Cómo se resolvío esa disputa?

  5. lamariflo (@lamariflo) 11-diciembre-2012 / 1:43 pm

    Genial como siempre. No sabía que había durado tan poco, solo 18 meses…
    Lo de preferiblemente huérfanos me ha dejado muerta.

  6. Ricardo Carranza Fernandez 11-diciembre-2012 / 2:21 pm

    buenisima historia don diego pero indudablemente me hace recordar la epoca y los territorios que Mexico perdio en la invasion de estados unidos en 1848, felicidades, gracias

    Ricardo
    Mexico DF

  7. Mario 11-diciembre-2012 / 3:39 pm

    Amena e interesante lectura 🙂 Gran blog!

  8. pipe 11-diciembre-2012 / 5:48 pm

    Disculpa, Ricardo. ¿Ya vivías en 1948? 😉

  9. Sherlock 11-diciembre-2012 / 11:43 pm

    ¿Se sabe si queda todavía en pie alguna de las estaciones intermedias? Fantástico as usual, dear Diego.

  10. Gonzalo López-Rioboo (@glrioboo) 12-diciembre-2012 / 2:29 pm

    Genial el post, como todo el blog. Entro todos los días a ver si hay actualizaciones.
    Uno de los comic de Lucky Luke aparece trabajando como jinete del Pony Express, con Jolly Jumper haciendo todo el trayecto del tirón.
    En el comic lo fichan para acompañar a la compañía que está trabajando en la unión del tramo final del telégrafo, entre el este y el oeste.
    Un poco de historia americana en dibujos.

  11. Darosa 18-diciembre-2012 / 6:37 pm

    Tu blog me fascina. Punto. Ahora quiero ese mapa en mi pared!!!

  12. Anónimo Cobarde 25-diciembre-2012 / 12:08 pm

    Dioses, después de leer eso del fondo más horrendo de todos los ínternets, no he podido resistirme a pinchar para ver que «bah, no es para tanto», y comentar que tal o cual es mucho peor.

    Pero no, no puedo, tienes razón.

    Muy interesante la página, BTW.

  13. asdfdsasdfdsasdfdsasdfdsasdfdsasdfdsasdfdsasdfsasdfsasdf 12-enero-2013 / 9:05 pm

    Diego Gonzalez si lees esto di algo.
    Pienso que, despues de leer tus decenas (o cientos?) de interesantísimas historias me da mucha pena que relativamente poca gente lea esto.
    Recopila la información y haz un libro. Además, ganarás un dinerillo. Creo que el corte ingles hace de editorial para los amateurs por si no encuentras una editorial más seria.

  14. juan navarro 10-marzo-2015 / 10:51 pm

    Interesante articulo. Hay un antecedente americano y es el correo de los chaquis o chasquis, que usaban los antiguos incas para comunicar todo su territorio. Estos mensajeros lo hacían a pié.

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