Fronteras

(Previamente, en Fronteras, primera y segunda partes)

De los tres territorios canadienses que se encuentran al norte del paralelo 60 el más joven es el de Nunavut. Fue creado en 1999 como una escisión de los Territorios del Noroeste para dotar a los pueblos Inuit del Ártico de una mayor autonomía; es de los pocos lugares en los que el inuktitut, o esquimal, es lengua oficial (y su sistema escrito, el silabario, es de uso común). De hecho, Nunavut en aquella lengua significa «nuestra tierra». El territorio nunavummiuq (gastan unos gentilicios del carajo, los esquimales) abarca la mayor parte del Archipiélago Ártico Canadiense y, por tanto, la inmensa mayoría de las costas de Canadá. Prácticamente cualquier metáfora se queda corta para describir la soledad, vastedad y absoluta desolación de Nunavut. Dos millones y pico de kilómetros cuadrados (como tres veces Chile o cincuenta Dinamarca) para poco más de treinta mil habitantes. Como si México tuviera la población de Mónaco. Ni siquiera Groenlandia tiene una densidad de población tan baja. Únicamente la Antártida está por debajo de Nunavut en ese aspecto. 0,015 habitantes por km², lo que viene a significar que tocan a sesenta km² por cabeza.

Clásico cartel ártico situado en Resolute indicando la dirección a un montón de sitios que, en cualquier caso, están en el quinto pino. Viene a querer decir «no sólo estamos en mitad de la nada sino que además nos gusta». © Northern Xander

En los demás territorios de Canadá, como hemos visto, se pueden realizar interesantes y épicos viajespor carretera, de esos que curten al más pintado y hacen que en tu pueblo de Misuri te miren con cierto respeto. En Nunavut no. En todo el territorio hay una docena de carreteras. La más larga sólo está abierta dos meses al año y se trata de un camino sobre lagos helados. De las carreteras de verdad, la más extensa mide 21 kilómetros de longitud y uno de sus extremos es un pueblo abandonado. Ninguna de las carreteras entra o sale del territorio. No es precisamente el mejor sitio para comprarse un Renault 5 Copa Turbo. Y no es de extrañar. Una gran parte del territorio de Nunavut está formado por islas, que alojan algunas de las ciudades más pobladas del territorio. Sin ir más lejos, la capital, Iqaluit, con sus seis mil habitantes, se encuentra en la isla de Baffin, la quinta más grande del mundo, con una superficie mayor que la de, por ejemplo, España. En toda la isla hay seis asentamientos humanos, mas otros dos en islas ribereñas, que suman once mil habitantes. Las distancias entre los pueblos «contiguos» varían de los 300 a los 600 kilómetros en línea recta (entre Madrid y Barcelona hay 480). Entre Iqaluit y Arctic Bay, el pueblo más septentrional de la isla, hay más de 1.200 kilómetros. La misma ditancia que separa Madrid de Londres, o Barcelona de Zagreb. Sólo que sin nada salvo hielo por enmedio.

Sobre estas líneas, el llamativo aeropuerto de Iqaluit (© eldiem). Pese a su pequeñez es capaz de albergar un Boeing 747. Así sucedió en 1996, cuando un Jumbo de la Virgin Atlantic que hacía la ruta Londres-Los Ángeles tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia al sufrir uno de los pasajeros un infarto. Debajo , placa de matrícula de Nunavut, una de las pocas del mundo que no tiene forma rectangular (junto con las de los Territorios del Noroeste). Foto: Bob

La isla de Baffin tiene una densidad de población superior a la de la media de Nunavut, lo que quiere decir que hay islas con una densidad de población mucho menor. La isla de Devon, con sus 55.000 kilómetros cuadrados, tiene el tamaño de Croacia y la población de Prípiat, es decir, cero. Es la isla desierta más grande del mundo. Dadas las circunstancias meteorológicas (cincuenta bajo cero en invierno y cálidas temperaturas de diez o doce grados en agosto (diez o doce bajo cero, por supuesto) podrían explicarlo, de no ser porque la mayoría de los pueblos de Nunavut son tan fríos y están tan aislados como la propia isla de Devon. Por poner algunos ejemplos, los 800 habitantes de Taloyoak están a 460 kilómetros de la localidad más cercana; los 1.300 de Kugluktuk, a más de seiscientos. Sin carreteras, sólo los pequeños aeródromos locales permiten moverse a los nunavummiut (plural de nunavummiuq).

La isla de Devon (fuente)

Una vez cruzado el Círculo Polar Ártico la densidad de población comienza a reducirse cada vez más, como es lógico. Se pueden encontrar, sin embargo, lugares dignos de ser visitados. Pond Inlet, en el paralelo 72, está considerado como una de las joyas septentrionales de Canadá, con unas vistas espectaculares de la Cordillera Ártica. Hasta hay cruceros cargados de turistas que pasan por allí. En los tres meses en los que el océano no está congelado, al menos. Para lo que es el Ártico, es una megalópolis. 1.300 habitantes. El pueblo más cercano es Arctic Bay, a 250 kilómetros de allí. 700 habitantes. Más al norte, por encima del paralelo 74 y a 350 kilómetros de distancia, encontramos Resolute. 229 habitantes y el cartel del principio de esta entrada.

Pond Inlet, Nunavut, y la cordillera Ártica al fondo. El lugar es uno de los mejores puntos para avistar icebergs, o eso dicen. © ednowinti

Cuatrocientos kilómetros al noreste  de Resolute se encuentra la isla de Ellesmere, la más septentrional de Canadá. Conocida como el Everest Horizontal por lo implacable de su clima y lo extremadamente difícil que es cruzarla, es la apoteosis de la desolación. En sus doscientos mil kilómetros cuadrados hay dos asentamientos humanos. La densidad de población de la isla es de menos de un habitante por cada mil kilómetros cuadrados. De los dos asentamientos, en el más grande viven 140 personas. Se trata de Grise Fiord, el pueblo más septentrional del planeta Tierra, un lugar donde el sol se pone en noviembre y no vuelve a vérsele el pelo hasta febrero. Su historia es bastante siniestra: en los años 50 el gobierno Canadiense cogió a siete familias Inuit del norte de la Península del Labrador y los depositó en el sur de la isla Ellesmere. A Canadá le convenía que hubiera gente en el Ártico para evitar reclamaciones territoriales sobre el archipiélago (era la Guerra Fría), pero lo consiguieron al precio de abandonar en mitad de la nada y fuera de su habitat natural a decenas de personas, que tuvieron que apañárselas como pudieron en un lugar en el que la comida escaseaba muchísimo.

Grise Fiord en primavera (clic para ampliar). Fuente.

El nombre de Grise Fiord en iniktitut es Aujuittuq, que en cristiano significa «el lugar que nunca se deshiela». A la altura del paralelo 75 (Cabo Norte queda cuatrocientos kilómetros al sur de ese paralelo) es bastante lógico. En casi quinientos kilómetros a la redonda del pueblo no hay nada más que hielo; es difícil imaginarse viviendo allí. Pero hay a quien le ha tocado vivir todavía más arriba. Casi en el extremo norte de la isla de Ellesmere, que es como decir el punto más al norte de Canadá, a tiro de piedra de las costas de Groenlandia, se encuentra Alert, el asentamiento humano más septentrional del mundo. Su distancia en línea recta con Grise Fiord, el pueblo más cercano, es de setecientos kilómetros. La ciudad importante más cercana está a más de tres mil kilómetros. El sol se pone a mediados de octubre y no sale de nuevo hasta marzo (posteriormente sale en abril y no se vuelve a poner hasta septiembre). Allí, con temperaturas medias de 24 bajo cero en primavera, sobreviven  cinco empleados gubernamentales durante todo el año, controlando la estación meteorológica y científica. Dicen también que Alert forma parte de ECHELON, ese supuesto Gran Hermano Mundial. Sea como sea, vivir allí no se debe diferenciar en absoluto de hacerlo en la Antártida. Pero hay quien lo hace. Y es que hasta en el fin del mundo hay gente.

Cartel de bienvenida en Alert, Nunavut, con las distancias en millas a medio mundo. © Andrew F. Johnson. Junto al nombre del pueblo aparece «NWT», por Northwest Territories, entidad a la que Alert perteneció hasta 1999 junto con el resto de Nunavut.

Fuentes y más info: 1, 2, 3, 4