Lenin en la Antártida

Hace unos años la Peugeot anunciaba su 205 con el eslógan Contigo, al fin del mundo. En el anuncio para televisión, se podía ver el coche, junto con una simpática parejita, al borde de un océano de estrellas, representación simbólica de dicho finis terrae. A día de hoy el fin del mundo como tal sigue sin existir, salvo en la saga de Los Piratas del Caribe, pero hay un buen puñado de lugares que podrían ser definidos como tales.

Uno de ellos podría ser el Polo Sur, sino fuera por el pequeño detalle de que está habitado. La estación americana Amundsen-Scott lleva allí más de medio siglo, y en verano viven allí unas doscientas personas, que se reducen a unas cuantas decenas a lo largo del invierno austral. La estación tiene su propio aeropuerto, conexión a Internet, televisión por satélite y hasta una webcam en directo que se actualiza cada cuarto de hora. Por si fuera poco, se está construyendo una carretera que unirá el Polo Sur con la base americana de McMurdo, a unos 1.400 kilómetros al norte (obviamente) de allí. Vamos, que aquello no es Nueva York, pero conozco pueblos en Soria y Teruel peor comunicados, y, desde luego, con mucha menor actividad.

(Atención, pregunta. ¿Qué hora es en el Polo Sur? Dado que todos los husos horarios convergen en él pueden elegir tranquilamente entre los más de veinticuatro existentes. Sí, más de veinticuatro, otro día hablaremos de eso. La respuesta, al final de la entrada)

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