La conciencia me pide hablar de lo que sucede en la tierra que ha visto nacer a mis dos hijos. Nunca he querido mencionarlo, por respeto a mi familia y mis amigos barceloneses, por no crear polémicas o por no meterme en líos, pero llega un momento en el que uno, para mirarse al espejo sin avergonzarse, tiene que tomar partido y hablar claro. Y lo que aqui está sucediendo es claramente algo que debe denunciarse. Este blog se lee masivamente fuera de España (en una proporción de 2 a 1, de hecho) y quiero utilizarlo como vehículo para denunciar aquello que nadie se atreve a mencionar. Hablo de algo que sucede en toda Cataluña, que bajo una apariencia inocente esconde una violencia atroz. Hablo de algo que se ha inculcado a los niños desde bien pequeños y que se ha transmitido de padres a hijos como si se tratara de una enfermedad genética. Hablo, por supuesto, como muchos lectores ya habrán imaginado, de la más sanguinaria y aterradora de las tradiciones navideñas que en el mundo han sido: El Tió de Navidad.
Shakira y su pareja, que por lo visto juega al fútbol, introduciendo a su hijo en las bárbaras costumbres locales.