Estampas Bostonianas y otros viajes. Rosa Montero. Ed. Península, Barcelona, 2002.
Rosa Montero (Madrid, 1951) decidió ser periodista a los quince años porque anhelaba viajar y pensó que como periodista podría hacerlo muy a menudo. A juzgar por este libro, no se equivocó con su decisión. Estampas bostonianas presenta varios reportajes publicados en el diario El País a lo largo de más de dos décadas, desde 1979 a 2002. Irak, Estados Unidos, el norte de Canadá o el Outback australiano son algunos de los lugares que nos presenta en esta serie de reportajes.

Un tercio del libro está dedicado a la estancia en Boston de la autora, que es la que le da el título al volumen. En Estados Unidos, a mediados de los ochenta, Rosa Montero posa su mirada sobre las diferencias evidentes entre Estados Unidos y España (mucho más agudas en aquellos años), pero también se asombra de lo poco que los españoles de la época conocían a los americanos en realidad, pese a la omnipresencia del cine made in USA. Es algo que, a mi juicio, sigue sucediendo; en realidad aquel país es rarísimo, mucho más de lo que creemos, y sobre todo mucho más diverso de lo que el cine o las noticias nos dan a entender.

El Irak de Sadam Hussein aparece como una hierba menuda y quebradiza que intenta crecer en el calor espantoso del desierto, donde la revolución islámica y la nacionalización del petróleo llevaban a cerrarse al exterior y donde las mujeres eran la viva imagen del contraste, con zapatos de tacón asomando bajo el chador. El Outback australiano, esa tierra que tanto fascina en este blog, aparece salvaje e indómito, un lugar de ranchos inmensos donde nadie coge el coche sin la radio y los médicos llegan en avión. Iqaluit, capital del territorio canadiense de Nunavut, es un pueblo donde los esquimales todavía entonces (1992) están aprendiendo a convivir con las tradiciones, la cultura y la tecnología del hombre blanco, donde el alcohol arrasa familias enteras y la primera causa de muerte es el suicidio. Y así, la autora nos lleva a los campos de refugiados Saharauis en Argelia, al Shangai de finales de los noventa o a una Alaska todavía a medio hacer.
Rosa Montero tiene un estilo entre lo periodiístico y lo literario que hace de la lectura un perfecto aprendizaje de cómo escribir bien. Va a las claves del asunto, retazos de historia que desembocan en lo que ella mira y escucha. Claves que desvela como el que gira un picaporte, sin darle la menor importancia, pero que revelan la esencia del país y de las gentes, sobre todo las gentes, que hay dentro. Estampas bostonianas es un estupendo libro de viajes, no sólo geográficos, sino también temporales. Un españolito cualquiera puede recorrer, a través de la voz de Rosa Montero, la percepción que durante los últimos treinta años hemos venido teniendo de nosotros mismos.
Mi nota: Muy recomendable.
Más: En la web de Punto de lectura se pueden leer las primeras páginas del libro (PDF), dedicadas a Irak.
favo es cribil me