Un día de 1922 Idris Hall leyó en la prensa francesa un anuncio en inglés que rezaba «Brains, beauty and breeches. Oportunidad para una jovencita con suerte de dar la vuelta al mundo«. El anuncio, buscando teóricamente una secretaria, lo había puesto Walter Wanderwell, un polaco afincado en Estados Unidos que había convencido a Henry Ford para que le donara un par de Ford T con los que dar la vuelta al globo. Idris había llegado a Francia unos años antes siguiendo a su padrastro, un reservista del ejército británico que acabó muriendo en la batalla de Ypres. Acostumbrada a leer desde muy joven, había devorado las novelas de aventura de la biblioteca familiar, así que no se lo pensó dos veces y respondió a la oferta. Idris apenas tenía 16 años, y aquel día no sólo cambió su vida para siempre, sino que fue el inicio de una de las mayores aventuras de la historia del automovilismo. Esta es la historia de una mujer cuya vida y personalidad parece un cruce de Amelia Earhart con Indiana Jones.


